Para quien necesite entender el negocio de internet y la música, - TopicsExpress



          

Para quien necesite entender el negocio de internet y la música, el cine y otras artes, comparto un articulo escrito hace 13 años por el visionario John P. Barlow, en Wired el 8 de Octubre de 2000.- _ _ _ _ _ _ _ LA NUEVA ECONOMIA DE IDEAS ¿Sobrevivirá el Copyright a la bomba de internet? No, pero la creatividad sí. La gran guerra cultural al fin se ha declarado. Muy esperado por algunos e igualmente aborrecido por otros, el conflicto entre la era industrial y la virtual está ahora alcanzando su punto máximo, gracias a un modesto pero paradigmático software llamado Napster. Lo que sucede con la red global persona - persona no difiere demasiado de lo que sucedió cuando los colonos americanos se dieron cuenta de que no recibían un trato justo por parte de la corona británica: se los obligaba a mantenerse alejados del poder, pero, al mismo tiempo, tenían el deber de desarrollar una economía que se adecuara al nuevo medio. Para los colonos del ciberespacio, el fusible saltó en julio, cuando la jueza Marilyn Hall Patel intentó cerrar Napster y silenciar la forma de expresión más poderosa del libre mercado, formada por mas de 20 millones de internautas amantes de la música. Más allá de las apelaciones que garantizaron la continuidad del servicio, su acción transformó una economía en evolución en una verdadera causa ideológica, y convirtió a millones de adolescentes políticamente apáticos en una suerte de Hezbollah electrónico. Ni los mejores esfuerzos de la jueza Patel, de los ejecutivos millonarios de la Recording Industry Association of America (R.I.A.A.), ni de los defensores de la del de Copyright existente podrán alterar lo obvio: Ninguna ley puede ser impuesta con éxito en una población que no la apoya moralmente y que, además, posee medios sencillos para evadirla sin ser descubierta. Para ser sinceros, los dinosaurios de la industria del entretenimiento no se lo esperaban. Pensaron que Internet no constituía una gran amenaza a su vasto imperio. Después, se quedaron serenos como cocodrilos al sol. Total, ellos todavía poseen lo que ellos llaman contenido. El hecho de que pronto fuese posible que cualquier persona con una PC reprodujera su propiedad sin esfuerzo alguno y, luego, la distribuyera por toda la humanidad pareció no molestarles en lo absoluto. Pero después llegó Napster. Mejor aun, llegó la verdadera Internet, una red instantánea que le proporciona a cualquier chico con acné un poder de distribución equivalente al de Time Warner. Es más, éstos son chicos a los que les importa un rábano la batalla legal, y muchos de ellos poseen habilidades suficientes para crackear cualquier código que la industria invente para encriptar sus pertenencias. Los ejecutivos del entretenimiento apuestan todas sus fichas a las nuevas soluciones de criptografía. Pero para eso, partirán de los algoritmos ya desarrollados. Estos incluyen, por ejemplo, el formato Divx, el Secure Digital Music Initiative y CSS, el sistema de encriptación de DVDs, que también es motivo de una batalla legal entre la industria y los que publicaron el esquema de desencriptación. Así están las cosas ahora: Divx es un recién nacido. SDMI probablemente nunca va a nacer debido a que quienes lo impulsan no se ponen de acuerdo. Y DeCCS (el software que desencripta DVDs) ya está disponible en Internet, más allá de los fútiles esfuerzos de la Motion Picture Association of America. La última vez que se intentó imponer medios técnicos para evitar las copias (¿recuerdan cuando la mayor parte del software tenía protecciones?) el resultado fue un fracaso absoluto en el mercado. Los intentos anteriores para prohibir tecnologías capaces de reproducir un determinado medio también fracasaron. Incluso los ejecutivos del entretenimiento, que son gente que aprende muy lento, eventualmente terminan dándose cuenta de lo que deberían haber sabido antes: la libre proliferación de la expresión no disminuye su valor comercial. Al contrario, el libre acceso lo aumenta, es debe ser estimulado, no reprimido. Ok, la guerra sigue, pero para mí ya terminó. El futuro va a ganar: no existirá el concepto de propiedad en el ciberespacio. Es una pena que los gigantes del entretenimiento estén tan enquistados en el pasado para reconocerlo, porque ahora nos van a obligar a pelear esta guerra inútil. Así que no nos queda más remedio que enriquecer a algunos abogados con el dinero que podría usarse para distribuir la creatividad. Y también nos van a obligar a presenciar algunas ejecuciones públicas sin sentido (ahí está esperando la cruz de Shawn Fanning, el creador de Napster) cuando podríamos estar empleando esos mismos genios en la creación de nuevas tecnologías revolucionarias. Por supuesto, una cosa es ganar la revolución, y otra muy distinta, gobernar sus consecuencias. Sin las leyes que regulan las creaciones, ¿cómo se asegurará el pago por el trabajo que se realiza con la mente? ¿Tendrán que empezar a buscar empleos más mundanos los talentos creativos? No. La mayor parte de los empleos ya carece de toda protección. Doctores, arquitectos, ejecutivos, consultores, recepcionistas, teleevangelistas y abogados ya se las arreglan para sobrevivir económicamente sin ser dueños de su conocimiento. Fíjense que vivimos creando verbos, que son ideas, en lugar de sustantivos, que son cosas como autos o planchas. También me conforta saber que la humanidad se las arregló para producir excelentes trabajos creativos en esos 5.000 años anteriores a 1710, fecha de sanción, por parte del parlamento británico, de la primera ley moderna de Copyright. Sófocles, Dante, da Vinci, Botticelli, Michelangelo, Shakespeare, Newton, Cervantes y Bach encontraron razones suficientes para levantarse de la cama todas las mañanas sin esperar ser dueños de los trabajos que habían creado. Incluso durante los días del Copyright, surgieron grandes ideas de gente como Benoit Mandelbrot, Vince Cerf, Tim Berners-Lee, Marc Andreessen y Linus Torvals, que compartieron sus creaciones con toda la humanidad. Y también estan todos esos grandes musicos que durante los ultimos 50 años continuaron componiendo y grabando, incluso despues de descubrir que las dicograficas se quedaban con todo el dinero. Los miembros de la banda The Grateful Dead, para la que en una época escribí canciones, aprendieron por accidente que si dejaban a los fans grabar los conciertos y reproducir libremente esos casetes (es decir, robar la propiedad intelectual, igual que los usuarios de Napster), esas cintas se convertían en un virus de marketing capaz de llenar de fanáticos cualquier estadio de los Estados Unidos. Además, a pesar de tener grabaciones gratuitas muchas veces más interesantes que los álbumes comerciales de los Deads, los fans no dejaban de comprar estos álbumes. Tan así es que muchos de sus discos alcanzaron el platino. Mis detractores siempre prefieren obviar este ejemplo por considerarlo un caso especial. Pero no es el único. Consideren este otro ejemplo relacionado con Hollywood: Jack Valenti, la cabeza de la MPAA y líder de la lucha contra el DeCCS, intentó en su momento impedir la fabricación de videocaseteras, convencido de que esos aparatos destruirían la industria del cine. Lo que sucedió fue todo lo contrario, hoy en día la gente va al cine más que nunca, y las ventas y alquileres de videos representan más de la mitad de los ingresos de Hollywood. La RIAA está convencida de que la proliferación de música gratuita en Internet traerá el Apocalipsis y, sin embargo, a partir de que la música MP3 empezó a circular en Internet, hace dos años, la venta de CDs aumentó un 20%. Por último, despues de renunciar a la protección contra copias, la industria del software esperaba una proliferación de copias pirata en todo el mundo. Cosa que sucedió. No obstante, la industria del software está en su mejor momento. ¿Por qué? Porque cuanto más pirateado está un programa, mas probabilidades tiene de convertirse en un estándar. Todos estos ejemplos llevan a la misma conclusión: la distribución no comercial de la información incrementa su éxito en el mercado. La abundancia lleva a la abundancia. Esto es precisamente lo contrario a lo que sucede en una economía física. Cuando uno vende sustantivos, hay una innegable relación entre escasez y valor. Pero en una economía de verbos, se aplica la lógica inversa. Existe una relación directa entre disponibilidad y valor. Para las ideas, la fama es la fortuna. Y nada te hace famoso más rápido que una audiencia dispuesta a distribuir tu trabajo en forma gratuita. Al mismo tiempo, todavía subsiste el mito de que, en ausencia de las leyes de Copyright, los artistas y demás creativos ya no serán compensados por sus ideas. Siempre me acusaron de ser un hippie antiimperialista que piensa que todos deberíamos crear para bien de la humanidad y vivir vidas miserables de servidumbre. Je, como si yo fuera tan noble... Si bien creo que la mayoría de los artistas auténticos estan motivados principalmente por el placer de la creación, también considero que podrían producir mucho más si no tuviesen que destinar parte de su tiempo a otros trabajos para financiar sus hábitos artísticos. Piensen en todos los poemas que podría haber escrito Wallace Stevens si no hubiera estado obligado a manejar una compañía de seguros para mantener su hobby. Muerto el Copyright, creo que nuestros intereses estarán asegurados por los siguientes valores prácticos: relaciones, conveniencias, interactividad, servicio y ética. Antes de explicar más esto, permítanme exponer una opinión: el arte es un servicio, no un producto. La belleza que se crea constituye una relación con lo Divino. Reducir el valor de la creación a una cuestión de simple contenido es como rezar con malas palabras. Fin del sermón. Sigamos con lo nuestro. El modelo económico que financiaba a los antiguos artistas era el de patronazgo, ya fuera de un individuo adinerado, una institución religiosa, una universidad, una corporación, un organismo gubernamental, o bien, la sociedad. El patronazgo es, al mismo tiempo, una relación y un servicio. Es una relación que financio a los genios durante el Renacimiento y los financia aun hoy en día. Da Vinci, Michelangelo y Botticelli compartían el apoyo de Medicis y la Iglesia Católica. Bach tenia varios patrones, el mas notable era el duque de Weimar. Podría continuar, pero ya me los puedo imaginar diciendo claro, este estúpido quiere que vuelva el patronazgo. En realidad, el patronazgo nunca dejó de existir. Solo cambió su apariencia. Marc Andreessen fue beneficiario del patronazgo del National Center for Supercomputer Applications cuando inventó el navegador Mosaic. CERN fue patrón de Tim Berners-Lee cuando creó la World Wide Web. Darpa fue benefactor de Vint Cerf; IBM, de Benoit Mandelbrot. ¡Ajá!, dirán ustedes, pero IBM es una corporación. Ganó dinero por la propiedad intelectual que Mandelbrot creó. Puede ser, pero también ganamos todos. Si bien IBM podría patentar el aire y el agua si se lo permitiéramos, nunca intento patentar la geometría fractal. Son las relaciones, además del servicio, lo que financia a los trabajadores del conocimiento. Los doctores están protegidos económicamente por la relación con sus pacientes, los arquitectos con sus clientes, los ejecutivos con sus accionistas. Si reemplazamos relación por propiedad, empezaremos a entender por qué una economía de información digitalizada puede funcionar bien en ausencia de una ley de propiedad intelectual. El ciberespacio es un terreno virtual, y las relaciones son su geología. La conveniencia es otro factor importante por tener en cuenta para la futura compensación de la creación. La razón por la que el vídeo no destruyó el cine es porque es mucho mas conveniente alquilar videos que copiar uno. El software es fácil de copiar, claro, pero entonces, ¿por qué la piratería no empobreció a Bill Gates? Porque muchas veces, resulta mas conveniente entrar en una relación con Microsoft para alcanzar un uso óptimo de sus productos. Es mucho mas fácil obtener soporte técnico cuando tenemos un numero de serie real para llamar. Y ese numero de serie no es una cosa, es un contrato. Es un símbolo de la relación. Piensen en la manera en que las conveniencias digitales emergentes van a darles más poder a los músicos, fotógrafos, cineastas y escritores cuando podamos hacer clic en un icono, y depositar una cibermoneda en la cuenta del artista para bajar sus canciones, imágenes, películas o capítulos. Y sin la barbárica inconveniencia impuesta por la industria del entretenimiento. La interactividad es también importantísima para el futuro de la creación. Las actuaciones en vivo son una forma de interacción. La razón por la que los fans de los Deads iban a los conciertos en lugar de escuchar los casetes gratis era que querían interactuar con la banda en el mundo real. Y cuantas mas personas sabían como sonaban los conciertos, mas querían estar en ellos. Yo disfruto de un beneficio similar en mi actividad actual. Me pagan razonablemente bien por escribir, a pesar de que subo todo mi trabajo a la Red antes de que sea publicado. Pero me pagan mucho más por hablar, y aún más por trabajos de consultoría, ya que mi valor real yace en algo que nadie me puede robar: mi punto de vista. Un único y apasionado punto de vista tiene mucho mas valor en una conversación que la transmisión de palabras en un solo sentido. Además, cuanto más aparezcan mis palabras en la Red, mas puedo cobrar por una interacción simétrica. Por último, está el rol de la ética (ya los escucho protestar). Pero véanlo de esta manera: en la actualidad, se observa una tendencia marcada por parte de la sociedad toda por recompensar el valor creativo cuando no resulta muy inconveniente hacerlo. Como lijo recientemente Courtney Love en un brillante golpe a la industria musical: Yo soy una mesera. Vivo de las propinas. Tiene razón. La gente quiere pagarle porque disfruta su trabajo. De hecho, los meseros viven gracias a las propinas que pagan los clientes, y se esfuerzan por prestar un buen servicio a pesar de que no tienen la obligación de hacerlo. Los clientes dan propinas porque es lo que corresponde. Creo que, en la ausencia de leyes, la ética va a jugar un papel fundamental en la Red. En un ambiente de extrema conectividad, donde la mayor parte de lo que hacemos y decimos es guardado, preservado y fácilmente descubierto, el comportamiento ético deja de ser una virtud propia y pasa a convertirse en una presión social. Además, mientras más conectados estamos, más evidente es que estamos todos juntos en esto. Si no pagamos por la luz de la creación, la luz se apaga. Si nadie paga, nos quedamos a oscuras. En la red, las ideas se convierten en prácticas de negocios. Pensemos en Internet como en un ecosistema. Es un gran bosque tropical de formas de vida llamadas ideas, que, como los organismos, requieren de otros organismos para existir. Imaginen el desafío que representaría escribir una canción sin nunca haber escuchado una. Como en la biología, lo que ha vivido antes se convierte en el componente de lo que vivirá despues. Por lo que, cuando tu adquieres - o, viéndolo de otra manera, robas - una idea que primero tomó forma en mi cabeza, por ejemplo, permanece de todas formas en el lugar donde se originó, y de ninguna manera pierde su valor si se comparte. Al contrario, mi idea se vuelve más valiosa, ya que en el espacio de información que existe entre tu interpretación y la mía, nuevas especies de ideas pueden crecer. Cuantos más espacios existan, mas fértil será la ecología de la mente. También es posible imaginar que un enorme sistema nervioso electrónico puede producir nuevos modelos de riqueza creativa, cuyo valor residiría no en el artefacto - estático y muerto -, sino en el arte, el proceso que lo llevó a la vida. Por ejemplo, a mí me hubiese encantado estar presente en el momento en que los Beatles crearon sus canciones. Mas aun, participar en ese proceso. Parte del motivo por el que los fans de The Greatful Dead estaban tan entusiasmados con los conciertos en vivo se debía a que, de una forma extraña y misteriosa, se sentían partícipes de ellos. Es decir, podían presenciar la intimidad del proceso creativo que lleva una canción en estado larval a su forma completa, y participar del mismo. Es muy atractivo pensar en toda la libertad que habrá para los verdaderos creativos cuando los verdaderos cínicos estén fuera del juego. Una vez que renunciemos a considerar nuestras ideas como una forma de propiedad, la industria del entretenimiento no tendrá nada mas para robarnos. ¿Quién es el nuevo jefe? Lo siento, ya no hay ninguno. De esta manera, podemos entrar en una conveniente e interactiva relación con la audiencia que, dada su naturaleza humana, estará mucho mas inclinada éticamente a pagarnos que los avaros de la industria. ¿Qué mejor incentivo para crear que ese? Ya ganamos la revolución. No queda nada más, excepto el juicio. Mientras eso se resuelve, es hora de empezar a construir nuevos modelos económicos que reemplacen a los anteriores. No sabemos exactamente como van a ser, pero sabemos que tenemos la gran responsabilidad de ser mejores antecesores: lo que ganamos ahora determinará la productividad y la libertad de 20 generaciones de artistas que todavía no nacieron. Por eso, es preciso que dejemos de especular respecto a la fecha de largada de la nueva economía de ideas. Ya llegó. Ahora viene la parte difícil, que es también la mas divertida: hacer que funcione. John Perry Barlow Cofundador de Electronic Frontier Foundation (eff.org)
Posted on: Sat, 16 Nov 2013 14:03:29 +0000

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