Querida Luna Capítulo V Querida Mía: Una noche más vuelo a - TopicsExpress



          

Querida Luna Capítulo V Querida Mía: Una noche más vuelo a tu lado con mi imaginación. Acúname en tu manto plateado que hoy necesito tu abrazo. Lo que te contaré aún duele al recordarlo y sin embargo no puedo borrarlo de mi mente. A pesar del tiempo que ha pasado su recuerdo sigue vivo; aún quema la llama de la memoria en el corazón; aún me volvería loco por ella. No, no, no receles amada mía; no ocurrirá. Salí del portal de su casa azorado y regresé a la mía. Aquella noche no dormí apenas. Ni el calor ni el recuerdo eran propicios para permitírmelo. No podía apartar de mi cabeza su cara dulce; mis labios, tocados de una perenne sonrisa se entreabrían para susurrar, quedo, despacio, su nombre: Rosa decía; Rosa repetía; Rosa colmaba. No me cansaba de escucharlo Y repasaba mentalmente todos los detalles de su rostro. El alba me sorprendió medio desnudo en la cama; con la sábana ensortijada, sudoroso, muriendo de deseo y maldiciendo mi estúpido ego por haber huido de su lado. Casi no pude desayunar. Tenía prisa ese día por llegar a la oficina, por verla de nuevo. Cuando entré en el edificio casi no vi a nadie. Subí las escaleras y me senté en mi mesa. Era pronto, apenas habían ido llegando los demás empleados. Mi cara, sonriente, era incapaz de disimular la impaciencia, la alegría. Junto a mi mesa se encontraba la de Alberto, un atento joven que desde el primer día se prodigaba en comentarios simpáticos y no vacilaba en echar una mano. Un buen tipo; sí, podría decirse que era un buen compañero. Era observador y ese día mi poco usual disposición no pasó desapercibida a su percepción. -¡Estamos contentos hoy!- prorrumpió. Le miré de reojo y me recosté sobre la silla. -Sí, hoy hace un día estupendo; me he levantado bien- -Ya...¿y esas ojeras?- Inquirió. No había caído en ello, pero sin duda una noche en vela debía de notarse en la cara. -¿Hubo fiesta anoche?- Preguntó con sorna. -¡Ni hablar, no de esa fiesta!. Hubo noche de bochorno- Alberto continuó con la charla, un parloteo insustancial; tampoco presté mucha atención. No estaba mi mente para ello. Sólo estaba esperando que apareciera Rosa. Su entrada fue, de todo, menos lo que esperaba. Se dirigió a su mesa con un escueto buenos días, casi sin mirar. Se sentó y activó su ordenador. Colocó papeles y comenzó a trabajar sin apenas dirigirme la mirada. No me di cuenta de que Alberto me escrutaba con la mirada mientras yo asistía, atónito, a la que suponía una maniobra de venganza por dejarla la noche anterior o de forzado desinterés para devolverme la pelota. -¿Te gusta eh?- noté que me decía mi compañero en voz baja. Volví la vista hacia él y le dije: -¿Y a quien no?- -Ven, vamos a tomar un café antes de que se dé cuenta que bebes los vientos por ella de esta forma y le dé un ataque de risa- Me respondió. Algo confuso accedí y salimos por la puerta hasta una estancia adjunta en la que se había habilitado una pequeña sala de descanso. Alberto sacó dos cafés de la máquina automática y me tendió uno. -Tu también le gustas. Desde que has llegado aquí lo he notado- Me estaba empezando a irritar con su perspicacia y sus dotes de observación. No sabía si se trataba del honesto compañero o del pérfido rival que tantea el terreno. No contesté, acerqué la taza a mis labios y tomé un sorbo de un café amargo y malo donde los haya. Le miré sin pretender mostrar emoción alguna. -¿Qué te hace pensar que albergo alguna intención hacia ella?- Pregunté. -Mira perdona, no quiero ser entrometido, sólo quise ser un buen compañero. Creo que eres correspondido y sólo te lo digo. Nada más- -Lo siento, no quise parecer brusco. ¿Se me nota tanto?- Pregunté de nuevo. -No para todos. No creo que el resto de la oficina sospeche nada. ¿Pero a qué tanto misterio?- Siguió. -Lo cierto es que yo tampoco alcanzo a comprender. Ella y yo ya hemos hablado pero parece que prefiere guardar el secreto- -¡Ah amigo! La cosa cambia. Yo pensaba que iba a abrirte los ojos y resulta que vas varios pasos por delante. Pues nada hombre; espero que os vaya muy bien. Y tranquilo que nada diré. ¡Es vuestro asunto! Seguimos hablando sin ninguna trascendencia y al cabo de un rato regresamos a la sala de trabajo. Rosa se mantenía ensimismada en sus papeles, así que acercándome le hablé: -Buenos días Rosa- -Buenos días Manuel ¿Que tal estás?- Respondió gentil. -Bien gracias- Proseguí, pero ella volvió la cara hacia su ordenador como dando la conversación por terminada. Sentí como si cien agujas me taladraran el corazón. ¿Me estaba devolviendo el juego de la noche anterior? ¿Había cambiado de opinión y me mandaba a paseo? ¡Dios que lejos estaba de la realidad! No dije nada volví a mi mesa e intenté mantenerme ocupado el resto del día. Salí a comer sin acercarme a su lado y sin intentar mirarla. Si era un juego de poder había que jugar hasta el final y no gana quien teme perder. ¡Iluso! Pero que tarde es ya. Lo siento querida mía; una vez más me he ido por las ramas pero tenemos tantas noches, tanto tiempo para recordar. Hasta mañana. Te quiero. Adiós... querida Luna.
Posted on: Sat, 20 Jul 2013 20:07:22 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015