RECORDANDO A JOHN HUSTON Por Waldemar Verdugo (*) Publicado - TopicsExpress



          

RECORDANDO A JOHN HUSTON Por Waldemar Verdugo (*) Publicado originalmente en VOGUE-México Fotos: Patricia Alizau (Staff-VOGUE) John Huston vestía todo de blanco, era alto y fuerte: tenía poco más de 70 años cuando lo conocí, y él mismo maniobró con precisión el timón de la pequeña embarcación que nos llevaba por aguas del Pacífico mexicano desde Puerto Vallarta hacia su hogar, que estaba en lo que parecía una isla en la zona conocida como Las Caletas, unos treinta minutos mar adentro. Huston vino por nosotros muy temprano al hotel en Vallarta, para trasladarnos en su jeep unas quince millas hacia el sur, hasta la aldea de pescadores de Boca Tomatlán, donde la carretera se aleja del mar y entra en las montañas, aquí hemos embarcado en su lanchón. Junto a un amigo que lo acompaña y Patricia Alizau, nuestra fotógrafo, somos todo el grupo. Desde el primer instante Huston trataba a los demás como si uno fuera amigo de toda la vida, se comportó con nosotros con la misma naturalidad que si nos conociéramos de siempre; era magnánimo, de lo más amable, era como un viejo león que no necesita probarle nada a nadie, ya en paz consigo mismo. Él comienza narrando por qué eligió este sitio alejado para vivir, aparentemente tan fuera del mundo: -El mundo siempre me ha encantado, pero después de llegar a cierta edad, decidí seguir un viejo consejo irlandés sobre intentar vivir cerca del mar, porque hace que las viejas heridas dejen de doler. El mar reanima el espíritu, hace más rápidas las pasiones de la mente y el cuerpo y, pese a lo fugaz de todo, uno aquí vive empapado de cierta tranquilidad en el alma. Vivo gozando de la grandiosidad de lo creado. -¿Es posible llegar aquí por tierra? -No hay camino, y por los senderos que hay en la selva, es necesario atravesar media hora de obstáculos para llegar al sitio poblado más cercano; éste es un lugar frente al mar y de espaldas a la selva, por esta razón se le ve como una isla. Está dentro de las fronteras de Bahía de Banderas. La golpean los huracanes hacia el norte y el sur. Han causado enormes destrucciones los huracanes en Mazatlán y Manzanillo, pero las montañas de alrededor desvían las fuertes tormentas de Las Caletas. Sí llegan las olas enormes pero nunca los grandes vientos. Aquí he rentado uno y medio acres a la comunidad de los indios Chacalas. Mi hogar es un refugio más que casa formal, ya que, a excepción de los almacenes, a nada rodea un muro; el paredón ocasional no tiene más función que la privacía. Contra el viento y las inclemencias estamos protegidos por tela de vela, como puedes ver." Waldemar Verdugo junto a Huston y su esposa Maricela (Foto: P.Alizau) El lugar hechizaba: era un pequeño pedazo de tierra verde y exótica brotando de las aguas. El entorno estaba cubierto con un sutil velo de reminiscencias mexicanas, aquí y allá enormes cántaros que recolectaban agua de lluvia, máscaras, alfarería, telares multicolores. Nos recibió Maricela, la joven esposa mexicana de Huston, y su pequeña hijita que, de inmediato corrió junto a él. Con algunos empleados conformaban todos los habitantes; le pregunté cómo transcurre aquí su tiempo: -Maricela es quien dirige todo, incluyéndome a mi. No existiría Las Caletas sin ella. La vida aquí se vive al aire libre. En la noche, criaturas salvajes bajan a inspeccionar los cambios que hemos hecho en sus dominios: coatís, zarigüeyas, ciervos, jabalíes, ocelotes, boas, aún hay algunos jaguares porque nos hemos encontrado sus huellas en las mañanas y hemos topado alguno ocasionalmente. Bandadas de pericos frenéticos llegan volando con la primera luz del día y llenan de voces los amaneceres. Ya con el sol la jungla se tranquiliza y comienza a hablar el mar: los pelícanos por encima de las olas, las gaviotas y otros pájaros marinos se lanzan a la bahía que está llena de sardinas y muchos otros peces. Hay una manta-raya que regularmente nos da un espectáculo a unas cincuenta yardas de la costa, siempre salta dos veces, la primera para llamar nuestra atención, después se lanza a tal altura del agua que es posible ver las pecas en su panza blanca... -¿Ha encontrado su Moby Dick? -¡Oh, sí! Ballenas grises jorobadas plagan las aguas frente a la costa, éste es el punto más al sur en que han estado por lo que llevamos un registro de sus apariciones. Aquí los inviernos son sumamente claros, casi no llueve durante nueve meses. En primavera los verdes de la selva se han convertido en tonos olivo; a fines de julio comienzan a reunirse las nubes, se hacen espesas y bajan hasta llegar a la mitad de las montañas; entonces la atmósfera se hace más y más pesada y en un instante se abren los cielos y caen lluvias torrenciales. Inmediatamente hay explosiones de color en toda la selva. En la noche vas a ver una exhibición eléctrica en el mar, vas a ver iluminado el horizonte como si hubiera un gran duelo de artillería entre dos mundos. Este sitio es realmente mágico y a la vez muy concreto. El primer día en el refugio de Huston se fue en un instante, estuvimos casi siempre conversando sentados por allí en una roca, en la playa, siguiendo la ruta de un animalito hasta la entrada a la selva; la presencia de Huston se imponía de inmediato, aún con sólo sus ojos avizores que descubrían la presencia de criaturas que sólo él conocía; también sabía ser imprevisto: al atardecer, Patricia había montado su set en un rincón de la enorme sala, cuando se apareció Huston trayendo al cuello una enorme boa que tenía domesticada y vivía libre: así pidió ser fotografiado. Luego de un buen rato el reptil enorme se deslizó de su cuello, y ante la impavidez de Huston, dio una vuelta por la habitación; a mí nunca me observó; se dirigió hacia Patricia, que no tuvo miedo, pero a un metro de ella desistió y se perdió por el patio, hacia la selva, su reino natural. Ya de noche, en verdad, estalló el cielo en colores únicos que parecían existir en constante transmutación, rayando nuestro espacio inmediato las luciérnagas que no dejaban de jugar sorprendiendo su haz de luz al aire y las cosas. Huston se veía feliz. Ava Gardner y Richard Burton en La noche de la Iguana -No tengo la menor idea de cómo llegué a este momento de mi vida –nos dijo-, pero me hace feliz haber llegado precisamente aquí. He perdido la huella de mis años. He vivido muchas vidas y me inclino a tener envidia al hombre que vive una sola vida, con una mujer, un trabajo, un país... bajo un solo Dios; quizás esa no sea una existencia emocionante, pero al menos cuando llega a mi edad sabe cómo ha llegado. Yo no sé. Solo cuento los nombres de aquellos que se han ido y de aquellos que aún están: los cuento como un pirata cuenta su botín al final de un largo viaje. Creo que sí soy fuerte aún. Mi vida ha estado compuesta de episodios azarosos, tangenciales, disparatados... cinco esposas, muchas relaciones, algunas más memorables que unos matrimonios, la cacería, las apuestas, los "purasangre", pintar, coleccionar, boxear, escribir, dirigir, actuar. No veo ninguna continuidad en mis films, no hay una relación entre una de mis películas y la siguiente. Por lo demás tampoco puedo encontrar un hilo conductor entre mis matrimonios: ninguna de mis esposas ha sido ni remotamente parecida a alguna de las otras, y seguramente ninguna fue como mi madre; fueron una bella mezcla que para mí se resume en Maricela. Mi vida ha sido una bella conjunción que finalmente me trajo junto al mar. Esta zona está unida a mi vida entera. La primera vez que vine, hace treinta años, era una aldea de pescadores con unos dos mil habitantes. No había más que una carretera por la que no se podía pasar de ninguna manera en tiempo de lluvias. Venía en mi avión pequeño y teníamos que espantar a las vacas del lugar de aterrizaje. Había un solo taxi y un hotel: El Paraíso, que atendía a marinos y gentes de paso. Nunca dejé de volver. Aquí cerca los llevaré a conocer la playa de Mismaloya, donde filmé La noche de la iguana de Tennessee Williams... A partir de ese film hay más turistas que iguanas. La noche de la iguana es la historia del reverendo Lawrence Shannon, un clérigo episcopal recluido en su iglesia debido a un escándalo en que estaba involucrada una jovencita, que al fin le obliga a dejar su trabajo religioso, y lo reduce a servir de guía a un grupo de maestros de escuela en un viaje barato a México. -¿Por qué se incluye esta cinta en el cine-negro? -Quizás se ha dicho que pertenece al cine-negro porque se trata de la historia de un hombre deshecho que está al borde de la desesperación. Aunque uno nunca hace un film pensando en que pueda ser clasificado de alguna manera específica. Tennessee Williams pertenece a esa corriente de escritores que produjo el Sur de USA, el llamado "gótico sureño", ese estilo tan particular que orilla al horror tratando temas acerca de mentes retorcidas en situaciones límite; un tema inagotable, en que se presenta al mundo con una imagen aparentemente ordenada, a primera vista muy equilibrada, los personajes parecen gente común, del diario, y luego cuando una capa es removida se comienza a ver el mar agitado que existe bajo la superficie; los temas del gótico sureño tratan acerca de las relaciones que se dan entre personas que están enfermas, mentalmente enfermas... Le pregunté a Huston a qué se debía que en sus propios personajes, los que más ha tocado en su cine, obedecen a este patrón de seres atormentados que nunca logran lo que se proponen o se resignan a una vida dolorosa. Y dijo: -Porque no necesariamente todos logran lo que se proponen. Lo que de ninguna manera significa que el no conseguir algo deba hacernos infelices, porque se puede ser perfectamente feliz en persecución de lo inconseguible. Ahora, la zona donde filmamos La noche de la Iguana, ese paso lo veo como una ciudad fantasma; sólo el viejo hotel que sirvió de set principal sirve de habitación para el cuidador mexicano y su familia, lo demás son cascarones que quedaron del sueño de Wulff de construir en el sitio un complejo turístico lleno de puntos caros y esas cosas. Hoy es fantasmagórico. A veces viene algún turista, pero la mayor parte del tiempo el lugar está solo y callado... excepto el anciano ocasional que pasa entre Las Caletas y Puerto Vallarta; nadie más parece preocuparse del sitio. A ese viejo le gustaría verlo definitivamente destruido, sin siquiera los cascarones, que lo regresaran definitivamente a las iguanas. Por supuesto, ese viejo soy yo. "María Luisa Bombal nos enseñó la magia de la realidad" Bogart, Bacall y Edward G.Robinson, el elenco para House of Mist Huston era amante de la literatura y se enorgullecía de saber llevar grandes obras a la pantalla sin desvirtuar lo que dice el escritor. De hecho, en su filmografía hay dos líneas bien definidas: en una se agrupan sus cintas comerciales (en que ha combinado perfectamente los intereses de los productores con su talento), y la otra agrupa sus adaptaciones de obras de la literatura mundial, de donde ha tomado la distancia para ver con ironía al mundo. En USA se dice que sus retratos de extranjeros no tienen igual. Y se le ubica como el cineasta por excelencia de lo que Gertrude Stein bautizó como la Generación Perdida. Su guión para The killers (Los asesinos, 1946) fue el único film de Hemingway que le gustó a Hemingway. Huston moldea, si se puede decir así, la materia literaria para convertirla en materia cinematográfica. Ha colaborado con Truman Capote, Tennessee Williams, William Age, Ray Bradbury, Christopher Fry, Ian Fleming, Romain Gary, Stephen Crane, Sartre... y ha adaptado para el cine varios clásicos: Moby Dick de Herman Melville; El hombre que sería rey de Rudyard Kipling... su último trabajo fue uno de los cuentos que componen Dublineses de James Joyce: The dead (Desde ahora y para siempre, 1987). Por la noche, Huston nos invitó a ver cine en su bien provista sala de proyección, que en verdad es sólo un lugar dominado por una pantalla en el sitio más oscuro del amplio salón; él mismo manipuló la proyectora, y a nuestra solicitud vimos el primer trabajo suyo como director de cine, que fue con su propio guión para El halcón maltés, que adapta de una novela policial de Dashiell Hammet, convirtiendo en estrella a Humphrey Bogart y a él mismo abriéndole, literalmente, las puertas de Hollywood. En un momento, me dijo: -¿Sabes que la corrección de la traducción de El halcón maltés la hizo la escritora chilena María Luisa Bombal, que fue muy amiga mía? La versión en español de mis primeras películas tiene su sello; también corrigió In this our life, que adapté de una novela de Ellen Glasgow, donde iban Bette Davis y Olivia de Havilland; y Across the Pacific, donde iba también Bogart y Mary Astor. También tiene su mano Huracán de pasiones (Key Largo, 1948), que hice tomada de la obra teatral de Maxwell Anderson... iban Bogart, Lauren Bacall, Edward G. Robinson, Lionel Barrymore; el mismo equipo con el que quisimos filmar House of Mist, basada en la novela de María Luisa, con quien trabajamos el guión entonces. De ella también es la traducción de los diálogos al español de The Stranger, que dirigió Orson Welles, cuyo guión escribí basado en una historia de Víctor Trivas y Decla Dunning... No conozco los trabajos recientes de los escritores latinoamericanos. Por supuesto que conozco, y bastante, en general lo que se ha hecho hasta la década de 1960, en que mi propio trabajo consume todo mi tiempo. Del cine europeo puedo decir lo mismo, creo que en esos años se cortan mis recuerdos. Leo de todo, por supuesto guiones en un porcentaje mayor, sin dudas. De los escritores latinoamericanos, de los que yo he conocido, porque no todo está traducido y sólo leo en inglés, me interesan mucho los cuentos de Borges, y me parece que García Márquez ha significado un gran resurgimiento en la vitalidad literaria; pienso que Cien años de soledad es lo más importante que he leído en la última década; creo que El otoño del Patriarca quedaría muy bien en cine. También me agrada Manuel Puig. Conozco la poesía de Neruda, pero no soy especialmente afecto a leer poesía, no en verdad. A mí me conmueve la narración, eso sí que me conmueve. Hace muchos años cuando conocí a María Luisa Bombal, en Los Angeles, donde ella llegó contratada por los Estudios, me conmovió su obra; cuando nos presentaron me recordó de inmediato a Anita Loss, otra célebre escritora de Hollywood, que fue también mi amiga, aunque María Luisa era bastante más alta. Ella nos enseñó la magia de la realidad cuando se integró a Hollywood. -¿Qué se decía de ella entonces? Portada original de la novela de Bombal (1947) y una nueva edición de 1995 -En esa época llegaron muchos escritores extranjeros a trabajar en los Estudios, por la necesidad enorme de contar con buenos traductores, que además tenían que ser creativos, y ella se ubicó de inmediato. Todos la tratamos. En aquel tiempo la escritora más famosa que existía era otra chilena: Gabriela Mistral, que vivía en California, y de alguna manera la emparentamos con María Luisa. Se decía que ella era la pionera en una nueva forma de narrar que mezclaba lo onírico con la realidad, lo que se dio en llamar Realismo mágico. Yo me interesé de inmediato en leerla. Tenía su oficina en el área de los escritores, en Paramount, que para todos era una zona sagrada, especialmente para los directores, que cruzábamos hasta allá siempre sin saber con qué nos podíamos encontrar. María Luisa, que comenzaba a entrar en la madurez de su vida, y era muy inteligente, tenía especial éxito entre los escritores jóvenes que rondaban los estudios, intentando encontrar una plaza, los que sólo podían entrar al área si iban a visitar a alguien específico, y sabían que ella siempre los recibía. Así es que siempre tenía su oficina con visitantes; podía escribir rodeada de gentes. Se le había encomendado revisar el idioma en varias cintas que se estaban traduciendo al español, cuando se impuso el uso que hasta ahora se mantiene, porque antes se hacía una versión de la película en inglés y luego otra en español, que fue lo usual en los inicios del sonido, lo que subía enormemente los costos. ¿Sabes que ella corrigió la primera traducción que hicimos para filmar El tesoro de Sierra Madre, la novela de Bruno Traven? Era muy amiga de Dolores del Río, que también era mi amiga. -¿Entonces se decidió llevar a la pantalla "House of Mist"? María Luisa Bombal (Foto: Memoriachilena.cl) -Casi de inmediato; iba a producirla Paramount. Cuando los estudios le pagaron el guión, en una fuerte cantidad para la época, creo que unas siete veces de lo que pagamos a Jean Paul Sartre por el guión de Freud; María Luisa hizo una fiesta en su casa y fuimos todos, allí estaban sus amigos, Dolores (del Río), Helen Hayes, Lauren Bacall, Bogart... recuerdo que era muy requerida por Jack Kerouac, William Burroughs y Gregory Corso, escritores que luego dieron un nombre a la beat generation, que daban culto a la espontaneidad; pienso que María Luisa les dejó eso a los escritores del Hollywood de la época, esa espontaneidad que flota a todo lo largo de House of Mist. Esa casa se la habían cedido los estudios como parte del contrato, pero luego María Luisa la compró, y volvía cada cierto tiempo; algunas veces estuve con ella, su esposo y su hija; eran una familia feliz. María Luisa tenía muy buen humor, y secretamente siempre tuvimos el deseo de filmar House of Mist. Pero no llegamos a hacerlo. Eran tiempos nada de fáciles los de entonces en Hollywood. Se olía en el viento la proximidad de la "caza de brujas" que brotaba.
Posted on: Thu, 29 Aug 2013 04:09:28 +0000

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