REFLEXIÓN DEL DÍA MIÉRCOLES 7 DE AGOSTO DE 2013. Nm 13,1-2.25; - TopicsExpress



          

REFLEXIÓN DEL DÍA MIÉRCOLES 7 DE AGOSTO DE 2013. Nm 13,1-2.25; 14,1.26-30.34-35 Sal. 105 Mt 15,21-28 ¡MUJER, QUÉ GRANDE ES TU FE! Mateo no sólo quiere probar el buen corazón de Jesús y su fuerza curativa, sino también el acierto de que la Iglesia en el momento en que escribe su evangelio se haya vuelto claramente hacia los paganos. Eso sí, anunciando primero a Israel el cumplimiento de las promesas, antes de pasar a los otros pueblos. Jesús no le pone la cosa fácil a la buena mujer. Primero, hace ver que no ha oído. Luego, le pone unas dificultades que parecen duras: lo de Israel y los paganos, o lo de los hijos y los perritos. Ella no parece interpretar tan negativas estas palabras y reacciona con humildad e insistencia. Hasta llegar a merecer la alabanza de Jesús: Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas. Mateo identifica la mujer como cananea porque quiere insistir en la apertura geográfica, social y de género que caracteriza el mensaje de Jesús. La Palabra de Dios es siempre incluyente. Estamos en presencia del amor de una “madre” que suplica por su hija. Ella sabe que Jesús la puede sanar, por esto se enfrenta sin temores a los discípulos que no aguantan sus gritos y a la poca acogida del mismo Jesús. La mujer se acerca, se postra y grita con toda humildad y fe: ¡Señor, ayúdame! A pesar de la carga social que la excluye como mujer, es capaz de replicar las palabras de Jesús. Como siempre, las necesidades fueron escuchadas y la fe fue el vehículo para la sanación. Esta vez es la mujer quien hace posible que el pan de la mesa y el que cae de ésta, se multiplique y alcance para todos los pueblos, incluso para los “perritos”, que era como llamaban coloquialmente los judíos a los paganos. La fe de esta mujer nos interpela a los que somos “de casa” y que, por eso mismo, a lo mejor estamos tan satisfechos y autosuficientes, que olvidamos la humildad en nuestra actitud ante Dios y los demás. Tal vez, la oración de tantas personas alejadas, que no saben rezar litúrgicamente, pero que la dicen desde la hondura de su ser, le es más agradable a Dios que nuestros cantos y plegarias, si son rutinarios y satisfechos. – La fe debe convocar a los cristianos a unir esfuerzos para sanar en el mundo las heridas que dejan la discriminación cultural, racial, religiosa, política y económica. La fe es el pan del amor, capaz de sanar los males del mundo. Para crecer como cristianos debemos tener los mismos sentimientos de Jesús y actuar con misericordia y compasión, aunque nos reconozcamos limitados.
Posted on: Wed, 07 Aug 2013 13:49:54 +0000

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