REVELACIONES Un día un primo algo mayor que yo me hizo saber, de - TopicsExpress



          

REVELACIONES Un día un primo algo mayor que yo me hizo saber, de una sola tacada, quienes eran los Reyes Magos y como venían los niños al mundo. ¡Fue todo un mazazo! -“Rubianco, ya le escribiste la carta a los Reyes Magos?”- me preguntó. Y yo le respondí: _”Sí. Voy a pedirles la espada de D Ártagnan, unos guantes de boxeo y un mecano” -“Que bobito eres, querío… Mira, te voy a contar la verdad, pero no le vayas a decir a nadie que yo te lo dije, eh… ¡Júrame que no vas a decir nada!... ¡Mira que como te chives te doy una tollina que te pongo la cara como un tomate!… Yo creo que ya es hora de que lo sepas:... ¡¡¡Los Reyes Magos son nuestros padres!!!” Esa primera revelación no me cogió tan, tan, de sorpresa. Yo ya había oído algo sobre viajes a Las Palmas para comprar “los reyes”… y, la verdad, no me cuadraba en absoluto que tuvieran que ir a comprar reyes, cuando se suponía que en unos días vendrían unos señores en camello desde Oriente, con las alforjas cargadas de juguetes y carbón, para repartirlas entre lso niños de Guía... Por cierto, a pesar de que era más malo que un dolor, a mí nunca me echaron de ese negro carbón de las fraguas de los herreros. ¡Ya decía yo!…¡Claro!... ¿Por eso nunca vi a los Reyes cuando se suponía que entraban por la ventana de mi habitación, a pesar de mantenerme en vigilia durante horas?... ¿Entonces, para qué carajo lo del zapato en la ventana, lo de la hierbita fresca y el agua para los camellos?… ¿no decían en la escuela que los camellos y dromedarios podían estar meses sin beber agua? Mi primo entonces, mirando por encima del hombro a izquierda y derecha, me dijo: -“Ahora te voy a contar algo más gordo” Estábamos en la escalinata del tabladillo donde tocaba la banda municipal del pueblo (nunca entendí, ni entiendo, por qué un triste día lo derribaron). Se acercó con cautela a una burra amarrada a la balaustrada de la plaza y con un palito, señalando a la vulva del animal me dijo: -“Por ahí salen los burritos pequeños… y con las mujeres pasa lo mismo. Así que déjate de boberías sobre cigüeñas que traen a los niños de París en su pico… ¿Tú te crees que un jodío pájaro va a venir volando desde tan lejos cargando con un chiquillo que pesa tres o cuatro kilos, eh?" Probablemente, ante mi mirada incrédula, mi primo decidió continuar ilustrándome, hasta matar, con su lógica aplastante, mi sorprendida inocencia, como seguro que a él alguien, algún triste día, también se la acabó matando: -“Mira, el burro va y se sube en la burra por detrás y le mete esa “cuca” enorme y negra que siempre lleva colgando… Yo lo vi abajo en el matadero, con los caballos de la remonta militar… entonces, después de unos meses nace un burrito y la burra lo deja mamar de sus ubres… Pues eso mismo pasa con los niños: para que tú nacieras, tu padre se puso encima de tu madre, hicieron "porquerías" y después de nueve meses tú saliste por ahí, por el ch---o de tu madre... y ella te dio de mamar de sus tetas” Aquel día me fui a mi casa solo mientras mis padres se entretenían en una de las interminables sesiones de baraja que se celebraban, todas las noches de Dios, entre protestas y risas, en casa de mi abuela. Faltaban sólo dos días para Reyes. Revolví a conciencia todas las habitaciones, hasta que, debajo del ropero del dormitorio de mis padres, me encontré los juguetes que me iban a traer “Sus Majestades, Los Reyes Magos de Oriente"... ¡LMQLP! Cuando llegaron mis viejos y me sorprendieron con los guantes calzados, espadeando delante de un espejo, mi padre se río y me dijo: -“Bueno,muchachón, ya iba siendo hora de que lo supieras” Mi madre, sin embargo, armó la de Dios es Cristo y quería que le dijera quien me lo había dicho. Pero yo no iba a delatar a mi primo y que este me diera una paliza, así que le conté que se lo había oído decir a unos muchachos mayores en el barranco. -“¡No sé de qué te ríes, Antonio… ahora el niño ya no tendrá ilusión por ver las cabalgatas... ni nada!”- gimoteaba mi madre-. Aquella noche mi padre volvió a pegarle a mi madre. La sentí quejarse quedamente, mientras el somier de su cama de "dos cuerpos" chirriaba con estrépito, luego se levantaron y se fueron al baño, uno detrás del otro, dándose bromas… como si tal cosa. ¡Que raros me parecían los mayores entonces!... De modo que primero él le pegaba, ella gemía, y después se iban bromeando hasta el baño... -"¡Mamáaaa, aguaaaa!" -"¿Cómo se piden las cosas, carajo?"- respondió airado mi viejo-. -"Por favor, mamá... ¿me traes un poco de agua?"... Yo quería ver si ella había llorado, pero llegaba muy sonriente y arrebolada, con un vaso de barro mediado de agua de la talla fresquita. Me ponía la mano en la frente para ver si tenía alguna décima, me daba un beso estruendoso... y se marchaba otra vez al martirio... ¡de lo más contenta! Poco a poco, prestando oído a lo que hablaban los mayores, fui atando cabos, hasta que un día comprendí que lo que hacían aquel par de gorrinos por la noche, era fabricarme un hermanito... como los propios burros, como los perros... ¡tal como me había asegurado mi primo!... ¡Chacho, que asco me dio! Además, también me dio mucha pena el comprender que no había llegado de París en el pico de una cigüeña, pero, todo tiene su lado positivo, como compensación ya mi tía Quica no me podría hacer rabiar, asegurándome que ella se había comido todos los dulces que venían dentro de la caja donde la zancuda me traía. La muy perversa me decía que, como mi madre no estaba en mi casa, ella fue la encargada de recibir el paquete y, que oyendo la novela de la radio, sin apenas darse cuenta, empezó a comer y a comer, y acabó con todos los polvorones, los milhojas, las garrapiñadas, los bombones y los caramelos que venían conmigo, para que yo me alimentara durante el largo viaje. ¡Yo la odiaba!... ¿Por qué carajo ella se comió el contenido de la caja donde yo llegué al mundo?... Encima me decía que como yo había llegado sin dientes, mientras me llegaban a salir, todo se hubiera llenado de moho... así que por eso se lo comió. Yo creo que nunca se lo perdoné… -Ojo, si quieren tener una buena relación con sus sobrinos no les digan ese tipo de cosas, miren que luego, aún llegando a saber que fue una broma inocente, esos sufrimientos, esas perretas, esas frustraciones, no se olvidan tan fácilmente-. Esas dos tristes revelaciones, en su momento me hicieron daño, pero me enseñaron también que a veces las mentiras pueden ser piadosas, ilusionantes y generosas; que pueden guardar, en el fondo, una hermosa y amorosa intención… Mucho peor fue cuando tú me revelaste, cruelmente, que “el amor eterno” apenas dura unos años.
Posted on: Mon, 05 Aug 2013 02:51:49 +0000

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