Rafael Nadal JOSÉ MARÍA CARRASCAL Su ejemplo como ciudadano es - TopicsExpress



          

Rafael Nadal JOSÉ MARÍA CARRASCAL Su ejemplo como ciudadano es mayor que como deportista. Que ya es decir EL suceso político más importante de la semana ocurrió en Nueva York, y no fue que Nadal ganase, tras una grave lesión que le tuvo siete meses varado, el Open USA en un partido memorable con el número uno del mundo, que nos alivió del varapalo de Buenos Aires. El suceso político más importante fue su respuesta a la oferta de la Federación de volver a Madrid en avión privado, pese a no ser tan descabellado como parece, pues aquí le esperaba la Copa Davis, siempre una incógnita. «No fue su respuesta. El país no está para esos gastos». Y regresó como un pasajero más. No es la primera vez que traigo a Nadal a mis columnas, y no para cantar sus gestas deportivas, que van camino de convertirle en el mejor atleta español de la historia, sino para alabar su actitud como ciudadano. Fiel a sí mismo, nos ha vuelto a dar una lección de ciudadanía, y el momento no podía ser más oportuno. El mayor problema de España hoy ¿o el de siempre? no es la crisis económica, la más grave de los últimos tiempos, y me atrevería a decir que ni siquiera lo es el desafío separatista catalán, que parece llevar al choque frontal. Pero ambos problemas tendrían solución si entre los españoles prevaleciese ese espíritu que animó a Rafael Nadal a rechazar la oferta que le hacían: pensar en el país antes que en sí mismo. Hoy, lo que predomina entre nosotros es el individualismo más ramplón, el pensar sólo en «¿Qué hay de lo mío?» o, todo lo más, en el pequeño círculo en nuestro entorno, sea familiar, de partido o región, y al resto «que le den morcilla». Así no hay forma de sacar adelante un país, ni una nación ni un Estado. Así, se los destruye. ¿Cómo hemos llegado a esta situación? Pues por una connivencia suicida entre un pueblo aunque llamarle «pueblo» resulte exagerado, pues en España existen hoy diversos pueblos y, si me apuran, 46 millones, uno por habitante y una clase política que, incumpliendo el precepto democrático de separar los poderes, los acaparó, para gobernar para sí misma. Fue como juntarse el hambre y las ganas de comer: los españoles exigiendo derechos, pero no deberes, y sus políticos dándoselos, para poder llevarse la mayor parte del botín. ¿Qué honradez podía pedirse al pueblo con este ejemplo? Era la pescadilla que se mordía la cola, la irresponsabilidad como política nacional. O la fórmula segura del desastre. Hasta que la realidad nos advirtió que estábamos en bancarrota. Moral y económica. Basta ver la crónica judicial y política. Mientras Rafael Nadal, con esfuerzo, sacrificios, voluntad, trabajo diario y altura de miras vencía todas las dificultades que tenía delante y alcanzaba las metas que se había propuesto. ¿Por qué nos limitamos a aplaudirle en vez de a imitarle? La respuesta es de cajón: porque aplaudirle lo hace cualquiera, pero imitarle, sólo los verdaderos patriotas. Dicho de otra forma: es más fácil imitar a nuestros políticos que imitar a Rafael Nadal.
Posted on: Sun, 15 Sep 2013 06:47:49 +0000

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