Se abren ojos de deidades indígenas OPINIÓN GERÓNIMO PÉREZ - TopicsExpress



          

Se abren ojos de deidades indígenas OPINIÓN GERÓNIMO PÉREZ RESCANIERE ¿Por qué ibas a saber que él había nacido? ¿Por qué ibas a saber de las ventas de dulces abrillantados? ¿Por qué acerca de un muchacho flaco que estudiaba en un liceo de Barinas donde ni siquiera era líder? Imposible fijar la atención en uno que se ponía a contrapuntear en las fiestas del llano. Estabas ocupado con las películas con guión de Cabrujas o mirando feo a los camaradas que se acomodaban con Carlos Andrés Pérez, o acomodándote mientras él ponía a sus soldados a escuchar a Alí Primera o a cantar sus letras en las marchas: No basta rezar y dejando de ser pendejo ya la esperanza se hará verdad. Imposible adivinarlo en un mundo donde un uniforme significaba un escolta de Carlos Andrés Pérez o un instructor de los fiscales de tránsito, o un yerno de Rafael Caldera, si era catire y general. Ridículo pensar que alguien leía libros de historia en viejas bibliotecas de viejos cuarteles y se llenaba la cabeza de cargas de caballería, de disquisiciones sobre la Patria, de cartas a través de las cuales un genio tocó al mundo, de análisis sobre el verdadero sentido de la entrevista de Guayaquil. Imposible, estando el pato Donald tan presente en las pantallas de la televisión. Normalmente, los jóvenes que pasan horas en una biblioteca no saben cantar, este cantaba, Simón Bolívar parado en la tercera base. LOS ÁRBOLES LOS PELOS DEL CUERPO Luis Herrera era un gordo soltador de dichos: “Tarde piaste pajarito”, “morrocoy no sube palo”. Pero había un morrocoy subiendo un palo, cruzando con otros tenientes las muñecas con cortes de venas bajo el samán donde Bolívar acampó con cientos de hombres y no se le mojaron. Una vena es como una cueva, bajo los zapatos de lujo de los ministros y de Pedro Tinoco se está cavando una cueva inmensa en cuya oscuridad de agua se abren los ojos de deidades indígenas, también los del Libertador. Todo es luz adentro de la cueva. Hacia la Sierra Nevada de Perijá corrían los caballos del coche de Bolívar cuando debió detenerse en la quinta de San Pedro Alejandrino, se abría una avenida nueva en su laberinto y la tomó. En esa quinta está ahora el Altar de la Patria, hecho de esculturas de mármol. En su parte inferior está la Patria colombiana, simbolizada en una hermosa mujer, en posición sentada, protegiendo con su espalda una pequeña puerta tras la cual está la urna que guarda el corazón y las entrañas del Libertador, dejadas en Santa Marta cuando fueron exhumados sus restos para ser trasladados a Caracas. Esa puerta simboliza a Colombia como la entrada del continente suramericano por el río Magdalena, pero también es las columnas del templo masónico, la puerta al ámbito. El Libertador buscaba otra cosa situada a algunos kilómetros más allá, la Sierra Nevada, la montaña de los mamas. Los mamas son gordos, caminan en la niebla. Sus arúspices no ven el mundo hasta que cumplen 18 años. Entonces son sacados de la choza y observan el amanecer. Tienen otra puerta, también abierta hacia el ámbito. Puerta gorda, sin forma. Dicen haber venido al mundo por ella, ser superiores y ser inferior el mundo de las máquinas. Dicen que su sierra es el cuerpo, los sombreros blancos que usan los picos con nieve, las lagunas heladas son el corazón; los ríos y las quebradas las venas, la tierra los músculos, los árboles los pelos del cuerpo. Él también los buscó, el 17 de diciembre siempre fue día de asistir a reunión secreta con ellos. Le dijeron su muerte: “La cueva es oscura, pura luz, por ella entrarás”. AL MESÍAS VENDEDOR DE DULCES Pero el ministro que se lanzó como pájaro buchón al horno del Banco Central lleno de billetes desincorporados no sabe que existe esa cueva. Creyó que era una piscina, besaba las pacas viejas, clamaba “Son muy bellas, valen demasiado, no se pueden quemar”. Se las llevó a su casa. Venezuela estaba destruida y no lo sabía, lo supo un viernes que llamaron Negro. Regresó Carlos Andrés Pérez, el principal endeudador, electo en libérrimos comicios. Pedro Tinoco le mandó a pedir asesoría a Domingo Cavallo porque aquí se aplicarían las medidas que aplicaba Menen en Argentina. Las aplicó. Parece que fueron tres mil los muertos del Caracazo pero quién carajo podía saber que moría el catire Acosta Carles, que este tenía un discípulo al que llamaba Carajito. La CIA debió intuirlo, deducirlo, calcular su aparición. Su anulación se preveía en un proyecto para disolver los ejércitos latinoamericanos elaborados por un señor de apellido italiano y era una previsión sensata porque se iba a saquear los países. Pero no lograron matar al mesías vendedor de dulces. Después si, se “bloqueó un presupuesto,” como llaman ellos a un dinero destinado a matar a un hombre. Una vena es una cueva, o a lo mejor es el desemboque de una cueva de donde brota una carretera a las cuatro de la madrugada, por la que circulan tanques en fila, camiones. Lo demás es el entrompe del tanque en la reja palacial, los tiros, la mañana llena de locutores, el hombre que dice “Por ahora”. “Nada de lo hecho hasta ahora se asemeja a lo que habéis hecho, y para que alguno pueda imitaros será preciso que haya un mundo por libertar”, fueron las palabras con que el doctor José Domingo Choquehuanca, descendiente de los incas y amo en Azángaro, saludó al Libertador. Bolívar oía el mensaje desde lo alto de su caballo, parado escucharía él la prosa con que los mamas lo iban a saludar.
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 09:43:56 +0000

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