Terrores Nocturnos Se acercaba la noche y con ella los peores - TopicsExpress



          

Terrores Nocturnos Se acercaba la noche y con ella los peores fantasmas de Lucía. Sabía, por la rutina familiar, que en un rato comenzarían los preparativos para la cena y que luego llegaría inexorablemente la hora de acostarse y de que su mamá se fuera al hospital en el que trabajaba como enfermera desde hacía cinco años. ¡Cinco años que representaban doscientas sesenta semanas y mil ochocientas veinticinco noches en las que lo único que hacía era escuchar los ruidos de la casa rogar para que la puerta de su dormitorio no se abriera. Tenía miedo de cerrar los ojos, dormirse y despertar sobresaltada en mitad de sus sueños. No podía olvidar la noche en que todo había comenzado. su madre había conseguido trabajo en el hospital un mes antes. Ella y su hermanito quedaban al cuidado del marido de su mamá. Se habían casado dos años antes, y luego había nacido Joaquín, la luz de sus ojos. En ese entonces ella tenía solo siete añitos y aún pensaba que su vida no podía ser mejor. Sus días en ese entonces transcurrían entre la escuela del pueblo, su casa, el club donde practicaba patín y la casa de sus abuelos maternos que la atendían y cuidaban como si fuera una princesita. Pero esa felicidad pronto quedaría trunca, su mamá decidió acompañar a Sergio, su marido, a la ciudad por un nuevo trabajo. Lucía pidió quedarse con sus abuelos pero su madre no lo permitió. Esa decisión marcó el comienzo de su odisea... Laura, la madre de Lucía, tuvo que salir a trabajar y los niños quedaban al cuidado de Sergio. Una noche su padrastro entró a la habitación, se sentó en la cama y comenzó a acariciarle el cabello y a decirle cuanto la quería y lo mucho que deseaba demostrárselo. sin que ella entendiera bien de qué se trataba pronto sintió como esa mano que debía cuidarla se desplazaba por su pequeño cuerpo y hurgaba en sus partes más íntimas. nada pudo hacer, excepto escucharlo jadear mientras ella se quedaba muy quietita rogando que Sergio se fuera bien rápido. Antes de irse, se encargó de asegurarle que nadie iba a creerle si contaba lo sucedido y que ella sería responsable de lo que pudiera sucederle a Joaquín. Esa noche lloró en silencio. Un silencio que la acompañó durante cinco años, soportando una intimidad con ese monstruo que había ido en aumento en frecuencia y en intensidad. No logró tener amigos, no logró disfrutar de los juegos en los recreos ni de los días de escuela. No había nada que la entusiasmara, solo cuidar enfermizamente de Joaquín. Había odiado cuando su cuerpo comenzó a cambiar dejando al descubierto esas curvas que denotaban su condición femenina, pues eso parecía haber causado que el infierno nocturno fuese más asiduo. ¿Qué podía hacer excepto esperar que algo o alguien acabara con ese espanto? Ese día, mientras Laura se encontraba atareada en la cocina, Lucía se dirigió a la mesa de luz de su madre y sacó del cajón esas pastillas que le habían prohibido tocar y que mantenían lejos del acceso del más pequeño de la familia. Tomó a Joaquín de la mano y juntos se encaminaron al dormitorio de Lucía.La niña cerró su puerta y la trabó con una silla tal como había visto en la película del día anterior pues en esa casa no existían las llaves. Sentó a joaquín en su cama y coenzó a convidarlo con esas pastillas como si fueran confites, mientras ella también las tragaba ansiosamente; se ayudaron con jugo porque el sabor era bastante desagradable. Cuando acabaron, acostó a Joaquín a su lado y lo envolvió con sus bracitos maternalmente. Mientras un profundo sueño la invadía solo pudo pensar que ya no tendría miedo de que alguien la despertara por las noches o de que lastimara a su hermanito. Por fin podría dormir en paz. Cristina Zulueta Resoluc. 1576/03
Posted on: Wed, 20 Nov 2013 15:30:50 +0000

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