Una de las visitas que hice al Desierto despertó dentro de mi - TopicsExpress



          

Una de las visitas que hice al Desierto despertó dentro de mi una singular admiración y amor por las cactáceas. Organismos que han tomado formas hermosamente espectaculares, además de haberse adaptado y sobrevivido a climas extremos que van desde la escasez de agua, aplastante Sol y apabullante frío. Cuerpos de espíritu guerrero que se adaptan, sobreviven y sacan ventaja de las adversidades. En la primera oportunidad que tuve cultivé y cuide un pequeño jardín, en donde coloqué biznagas, plantas crasas, agaváceas, liliáceas y otros tipos de especies. Agregué tantas variedades como cupieron, en su mayoría chicas. Lentamente comenzaron a crecer. Los pinchazos y las espinas enterradas no significaban nada ante la magnitud de verlos florecer. Me sentía orgullosa. Así fue como las pequeñas se convirtieron en medianas y las medianas en grandes. No paso mucho tiempo para caer en cuanta de mi primer error: éstos se desarrollaban muy cercanos unos de otros, se sobreponían y poco a poco el jardín comenzó a desbordarse. Necesitaba podadas constantes y deshierbe, mantenimiento para conservarlo armonioso. Tierra que no me pertenece, dominio de mi familia, así que cuando me fui de ese lugar, me sentí bien de haber dejado algo que yo percibía como bello, un jardín desértico que hice con amor. Mi segundo error: un regalo simbólico que dejé a los míos. Mi jardín que nunca fue mío, de belleza imperfecta. Hace un par de años lo soñé desbastado; un panteón de cactus. Desperté atónita. Hoy lo mandaron destruir... con él una parte de mi, Inconscientes nunca sabrán cuánto. Cuando llegué sólo encontré esto.
Posted on: Sat, 21 Sep 2013 20:30:32 +0000

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