¡Viva la Federación! El Juez de Paz y Comandante - TopicsExpress



          

¡Viva la Federación! El Juez de Paz y Comandante Accidental. Cura Vicario y ciudadanos que suscriben. Diciembre/839 Chascomús, Nov. 30 de 1839 Año 30 de la libertad, 24 de la Independencia y 10 de la Confederación Argentina. Respetuosamente manifiestan a S.E. la imperiosa necesidad de expulsar de este pueblo y su partido a los cabecillas promotores y secuaces que escandalosamente dieron y secundaron el grito de rebelión el día dos y tres del mes que concluye, tomaron armas y cometieron los más graves atentados contra la causa sagrada de la Confederación Argentina y contra la existencia y fama de su ilustre jefe y otros distinguidos patriotas federales, y piden su expulsión. Excmo. Señor El Juez de Paz y Comandante Accidental, el Cura Vicario y demás ciudadanos federales que suscribimos respetuosamente nos dirigimos a V.E.exponiendole sucintamente las razones de conveniencia pública para solicitar con el mayor empeño la expulsión de este pueblo y su partido, de los cabecillas y promotores y secuaces del horrendo crímen de traición y rebelión cometido en este pueblo en los días dos y tres del que concluye por salvajes unitarios, que habitando en esta jurisdicción y gozando de consideraciones e influjo en el resto de la población, han traicionado del modo más infame al Ilustre Jefe del Estado y al mismo tiempo, la confianza y condescendencia que les dispensaba el vecindario federal. Hace años, Excmo. Señor, que los vecinos federales de este pueblo han sufrido, sin cesar, todo género de vejaciones, insultos, calumnias y aún la más tenaz persecución, dirigida con disfraz y habilidad por esos jefes infames y traidores, que vestidos con la máscara lisonjera de federación, y rodeados de un orgulloso círculo de salvajes unitarios, que por una triste fatalidad se hallaban con influjo y poder para humillarnos, favorecidos por las buenas relaciones y por la distancia que los alejaba de la vista de la suprema autoridad. Todo este pueblo Excmo. Señor es un testigo irrecusable de o que dejamos enunciado. Las personas, los intereses y también la fama de los verdaderos patriotas federales ha sido la presa de preferencia sobre que se han ......de tiempo en tiempo aquellos salvajes para destruir con mas acierto los fundamentos del orden, las columnas de la suprema autoridad; para prepararse el camino a la usurpación del poder, cooperando con los corifeos de la anarquía para lograr la dominación de la patria que les vio nacer sobre las ruinas de sus fieles hijos. Esta mancha han seguido constantemente los cabecillas promotores y secuaces de la rebelión en este pueblo y que con descaro, con furor y atrevimiento ha acreditado por sus hechos a la vista de todos: Todos ellos con las armas en las manos han gritado la muerte del tirano Rosas, han asesinado y fusilado su retrato, han gritado también la muerte de distinguidos patriotas federales de este pueblo y maltratado a otros, han atentado y atropellado las casas e intereses de varios federales, y han dado repetidos gritos de execración contra la patriótica y justa administración de nuestro Ilustre Restaurador de las Leyes. Esto y mucho más han hecho a los ojos de este pueblo, se han manifestado a clara luz, y si no se les corrige con firmeza, si no se les aleja de la escena donde fraguaran de nuevo nuevas traiciones, quedaremos expuestos a su ferocidad y alevosía, y de trastorno en trastorno marcharía la Patria a su completa ruina. Solo la muerte podrá en ellos la esperanza de esclavizarnos. Poseídos de la más justa indignación y llenos de ira patriótica V.E. se dignará dispensar la enérgica manifestación de nuestros sentimientos, suplicando encarecidamente y con el mayor respeto, se digne atender con la más detenida consideración las razones que dejamos expuestas y la petición que con el mayor empeño le dirigimos, y es que los cabecillas promotores y secuaces, salvajes unitarios que en Chascomús dieron el grito de rebelión sean expulsados de su territorio al punto que les convenga, ó que disponga V.E.; único remedio por que podrá verse este pueblo libre, en lo futuro, de las asechanzas y males que ha sufrido por abrigar en su seno esa inmunda plaga. Con la mayor confianza suplicamos la superior resolución de V.E., respecto de lo que pedimos. Dios guíe a V.E. muchos años. Excmo. Señor. Felipe Girado Juan Carlos Sandoval, Cura Vicario Lucas Balan Ramón Gorostizu Antonino Bullinos Jose A. Linesa Por D. Elías Girado, Alc.Greg.Espinosa Dionisio Roman Por el Tte. Alc.D.Juan Cruz, Greg.Espinosa Nicasio Arrascaete Por el Tte.Alc. José sosa, G. Espinosa Jose M. Castello Lucas Aristegui y siguen las firmas Por su triunfo en la batalla de Chascomús, D. Prudencio, obtuvo despachos de General de los Ejércitos de la Confederación Argentina. Cuando el Gral. Lavalle invade la provincia de Buenos Aires por San Pedro en 1840, el Gral. Ortiz de Rozas que se halla en Chascomús al frente de los Regimiento 5° y 6° de Caballería, toma el mando en Jefe de todas las fuerzas del Sur de la Provincia con los que se aproxima a Buenos Aires para ir en su defensa si la misma era atacada por el Ejército Libertador, mientras tanto, el Gral. Lavalle, en conocimiento que iba a encontrar numerosos enemigos en sus frentes y en sus flancos decide replegar sus fuerzas. Durante su vida errante de militar, su familia permanece en Buenos Aires, en la vieja casona de la calle del Perú, la misma era una gran casa de altos, con grandes rejas voladas, haciendo esquina con la calle de Cuyo, la que tenía una gran puerta de entrada por el nro.95 de la calle del Perú y otra por la calle de Cuyo nro.85, en su interior había varios patios, existiendo en uno de ellos un aljibe, con gran cantidad de plantas, jazmines, diamelas, madreselvas y santaritas que trepaban graciosamente por las paredes, era muy común en ese tiempo, que cuando llovía, las calles que eran de tierra se inundaran fácilmente, por lo que se convertían muchas de ellas en arroyos torrenciales, lo que permitía que los niños se divirtiesen jugando con los calzones chapaleando en el agua o en el barro. En la época Federal, se pagaba una contribución de serenos, como así también una por el alumbrado publico. Los serenos en los tiempos de D. Juan Manuel, vestían capote con caperuza y lanza corta sin regatón, llevaba cada uno un farol con el que recorrían su manzana anunciando el estado del tiempo, con sus cantilenas de “las doce han dado y nublado”, “las doce han sido y lloviendo”, “las once han dado y sereno”, en los suburbios donde los salteos abundaban, había serenos de caballería, después durante la guerra del Paraguay desaparecieron. El alumbrado público era escaso y malo, generalmente las esquinas, estaban ocupadas por negocios y pulperías, allí siempre había un farol, y por lo general era el pulpero el encargado de colocar el aceite o las velas, y limpiarlos. Los primeros faroles eran apenas un armazón de madera y para proteger la lumbre se colocaba papel, pues el vidrio escaseaba, se llamaban “Fogariles”, después de 1810 los faroles fueron alargados y estrechos, en su interior estaba la vela de sebo o de baño, que se encendía mediante una mecha, a medida que se consumía la vela, los pequeños vidrios de los faroles se opacaban por el humo, no esparciendo por consiguiente claridad alguna, generalmente se los prendía al toque de la oración, y a eso de las diez de la noche su luz ya estaba extinguida, por lo que las calles, siempre estaban en la sombra. En el mes de junio de 1844, fallece Catalina de Almada su esposa, Don Prudencio queda solo con sus hijos aún niños: Corina, León, Basilia, Prudencio, Catalina, Adela, Manuela y Agustina; los dos hijos mayores, Blas y Francisco, lo ayudan en la administración y manejos de sus campos, sus dos hijos menores Carlos y Domingo, morirían en la infancia. Al año siguiente en 1845 contrae nuevamente enlace con una bella joven de 15 años llamada Etelvina Romero, ese año su gobierno le ordena salir a campaña, orden que acata don Prudencio, fiel federal, parte con su familia a Chascomús, y allí se radica comprando varias propiedades. Su casa, una colonial casona, tiene media manzana de frente, mientras que sus fondos llegan al fin de la cuadra, está ubicada frente a la plaza principal, tiene también en la zona varias estancias: La Segunda, La Adela, Santa Ana y otras un poco más alejadas. Ese mismo año (1845) marcha con sus regimientos como reserva, a la prov. de Santa Fe, en apoyo del Gobernador Echague. Y al año siguiente desde Chascomus se lo encuentra comandando las fuerzas del sur de la provincia de Buenos Aires. En sociedad con su amigo y socio Don. Juan Nepomuceno Fernández, fundan un saladero, su trabajo es muy duro, viaja constantemente a uno y otro lado, aunque se encuentra afincado ya en Chascomús El ocaso de la Federación lo encuentra en esta ciudad y después de los últimos cañonazos de Caseros, decide volver a Buenos Aires. El pueblo de Buenos Aires recibe con indiferencia el resultado de la batalla. Cuando el Gral. Urquiza, al frente del ejército aliado entra en la ciudad, no encuentra en la gente el entusiasmo que pensó, por el contrario, lo que le produjo un gran disgusto. Ese mismo día, las tropas brasileras, mientras desfilaban, fueron recibidas con silbidos, por los habitantes agolpados en las aceras y balcones para poder ver el desfile de la victoria. Debe de haber sido muy doloroso ver pasearse triunfante las banderas del Brasil por las calles de Buenos Aires, y seguramente más de un sobreviviente de Ituzaingo, habrá llorado al ver tamaña traición, no por casualidad ese mismo día se cumplían 25 años de la batalla de Ituzaingo. D. Prudencio no se piensa ir de Argentina. Su hermano Juan Manuel ya está en Inglaterra. A fines de marzo de 1852 recibe una carta del General Urquiza: “Viva la Confederación Argentina. El Gobernador y Capitán General de la Prov. de Entre Ríos, general en Jefe de los Ejércitos Aliados. Cuartel Gral. en Palermo de San Benito Al Gral. Prudencio Rozas. Habiendo recibido por diferentes conductos que algunos individuos, desconociendo sus deberes y faltando a la dignidad que se debe al Gobierno, y más que todo, abusando de la posición en que creen que los ha colocado el triunfo del ejercito aliado, han cometido con V.S. algunos desafueros, espero que se servirá decirme, quienes han sido, porque no puedo consentir que a la sombra de mi nombre quieran ejercer sus mezquinas animosidades, en contradicción con los principios solemnemente consignados en todos mis actos públicos y privados. Dios guarde a V.S. Justo José de Urquiza. El Gral.Ortiz de Rozas, el mismo día le contesta “Viva la Confederación Argentina El Gral. Prudencio Ortiz de Rozas. Bs.As. Marzo 27 de 1852. Al Excmo. Sr. Gobernador y Cap.Gral. de la Prov. de Entre Ríos, Gral. en jefe del ejercito Aliado. Brigadier D. Justo José de Urquiza. El infrascripto ha recibido con intima satisfacción la respetable nota de V.E. fecha de hoy..... Tan benévolas y distinguidas expresiones no han podido menos que tocar vivamente mi corazón y doy íntimamente reconocido las gracias a V.E. por un acto que me saca de la muy difícil posición en que me encontraba. Con efecto, diariamente he sido objeto de ataques y exigencias escandalosas que no encontraba otro medio de cortarlas que poniéndolas en el alto conocimiento de V.E. Pero V.E. ha venido a prevenir mis deseos en la digna nota que contesto, y ruego a V.E. permita a que dando una prueba mas de la moderación, que ha caracterizado todos los actos de mi vida, calle los nombres de los individuos que han abusado indignamente de la posición en que se creen que los ha colocado el triunfo de V.E. Unicamente me atrevo a suplicar a V.E. que en desagravio de los desafueros que se han cometido conmigo, se sirva permitirme publicar la distinguida nota de V.E. y su contestación. Dios guarde a V.E. muchos años. Prudencio Ortiz de Rozas. A fines de 1852, se sucede el Sitio de Hilario Lagos, don Prudencio no interviene en él, pero sí sus hijos, los que una vez terminado el sitio, son perseguidos. Sus sobrinos Alejandro Baldez Rozas y Franklin Bond Rozas, sus hijos León y Prudencio huyen al campo, son buscados, los odios comienzan a crecer, su vida aquí no vale nada, corre peligro. En un momento se le prohibe salir de la ciudad, la suerte está echada, rápidamente comienza a vender algunas de sus propiedades: La casa de la calle San Martín, hotel de Provence, al Cura de la Merced, Dr. Perez, La casa de la calle Cuyo, a D.José María Laprida Otra casa en la misma calle a D. José Mejías Una casa en Chascomús a Mr. Josue Whit También vende un saladero a sr. Panton, y las siguientes estancias: La Segunda, en Chascomús a Ochoa e Ynsiarte Santa Ana, en Chascomús a Wilfrid Latham La Adela, en Chascomús al Sr. Bell y Com. Arroyo Chico a D. Nicolás Coronel Tandil-Leoufu en el Tandil, a D. José Yraola, una de las hijas de Yraola se casó con el joven D.Simón Pereyra, quien con los años fue un próspero y destacado hombre de negocios y rico estanciero. D.Simón Pereyra fue un hombre federal, amigo de D.Juan Manuel quien le tenia la mayor estima y confianza por su honestidad y caballerosidad, luego de Caseros D.Simón Pereyra fue uno de los que mantuvo fiel su amistad al antiguo restaurador. De su matrimonio con Ciriaca Yraola nace la familia Pereyra Yraola, heredando la estancia Tandileofu sus descendientes hasta el día de hoy. Y las Chacras de Quilmes a D. Isaac Coronel. 1853 es un año duro y de muchos cambios para la familia de D. Prudencio, el 4 de Septiembre se casa el segundo de sus hijos varones, llamado como su padre Prudencio, con la joven Juana de Gastelou, días después, el 18 del mismo mes, lo hace una de sus hijas, Catalina, con su primo hermano Lucio Victorio Mansilla, ya se sabe en la familia que partirán a Europa. Junto con su mujer Etelvina, sus hijos, entre ellos el hijito que junto con su esposa, adoptaran en Chascomús cuando murieron sus padres, de nombre José María Ortiz de Rozas, conocido en la familia como Pepito y a cuyo niño profesaban el mayor cariño y afecto como reza en el testamento de don Prudencio, acompañados por su amigo y administrador Fernando Oyuela, en la mañana del 20 de octubre, D. Prudencio junto con gran parte de su familia, consigue pasar la capitanía de puerto y viaja a Montevideo. Allí, en el mes de diciembre de 1853, se casa otra hija Adela, con otro primo hermano también, Alejandro Baldez Rozas, hijo de su hermana María Dominga, y su sobrino preferido, a raíz de ello le envía una carta a su hermana Noviembre 24, 1853 Mariquita Hermana. Anoche me hablaste sobre mi consentimiento para que tu hijo se enlazara con mi hija Adela por el sagrado vinculo del matrimonio, yo no tenia el animo tranquilo, pues las muchachas acostumbradas hacer con Etelvina lo que han querido, han querido hacerlo conmigo, tomando facultades que no tienen, y que tu hijo tubo parte entrándose a una finca privada, yo no abuso jamas de la confianza, y no me gusta que lo hagan conmigo, por fin esto se hizo sin meditación y esta ya terminado. Te conozco a vos y a tu buen esposo, y creo que tanto el cómo vos, tratarán a mi hija con todas las consideraciones posibles, te entrego hermana mía, una hija querida, por esto conocerás que estoy conforme en que se efectúe el matrimonio de Alejandro y Adela lo mas pronto posible. Es tu hermano amigo. Prudencio Ortiz de Rozas A principio de 1854 don Prudencio Ortiz de Rozas con su esposa Etelvina y sus hijos Basilia, Manuela, Agustina y Pepito, parten rumbo a Europa, ya no volverá más al Plata. En el mes de febrero se radica en Lisboa, Portugal, donde compra un palacio, lo amuebla, pero no le sienta lugar, por lo que decide viajar a España, donde llega a Cadiz, para luego pasar a principios del mes de abril, a la ciudad de Sevilla, en la dulce y florida capital de Andalucía es donde se radica. Desde allí le escribe a su sobrino y yerno Alejandro Beldez Rozas: Sevilla, Capital de Andalucía Plaza de la Contratación Nro.92 A 25 de Mayo de 1854 Sr. Alejandro Baldez Mi querido hijo. Tengo a la vista dos cartas tuyas de fechas 31 de abril y 1 del actual, antes las hubiera contestado, pero no me ha sido posible, hace poco mas de un mes que he fijado mi residencia en esta ciudad, pero a los cinco días un caballo me apretó una pierna y llevo mas de un mes de padecer, pero gracias a Dios ya voy mejor. Estuvimos en Lisboa, pero no me acomodaba a la calidad del terreno, y determinamos pasar a Cádiz, en donde estuvimos cerca de un mes, hoy pienso permanecer en esta Capital. Los sentimiento que me manifiestas son propios de un corazón bien justo, y mis votos al cielo siempre serán por tu felicidad y la de mi querida Adela. Me dices que te envíe la cuenta de los gastos que hice en Montevideo, yo no tengo cuenta ninguna que mandarte, pues lo que se gastó fue en obsequio de mi muy querida hija, ojalá hubiera podido hacer mas por ella y por ti. A Adela que tenga esta por suya y mi hermana, tu digna madre que la saludo con cariño. Adiós hijo mío y cuenta con el afecto sincero de tu padre. Prudencio Ortiz de Rozas. Compra varias propiedades, una de ellas la más importante, es el Palacio de San Vicente o de Monsalud, una típica casa-palacio Sevillana, construida a principios del siglo XVII por los Marqueses de Villamarín, dicho palacio está ubicado sobre la calle San Vicente, frente a la Iglesia del mismo nombre. Compra varias propiedades más y dos huertas. nuevamente le escribe a su yerno Alejandro Baldez: Sevilla, julio 30 de 1855 Al Sr. Alejandro Baldez. Mi querido hijo. Contesto tu carta creo que fue de octubre del año anterior, a la cual no he tenido contestación, y creo que no la habrás recibido, en ella te decía que yo no te había dispensado consideraciones ninguna, sino que había hecho mi deber, tanto por vos como por una hija querida. Con cuanta satisfacción supimos Etelvina y yo que nuestra Adela había tenido mellizos, y no tuvimos poco sentimiento cuando supimos que los había perdido, es preciso paciencia y conformidad en los trabajos de la vida. Qué gusto hubiéramos tenido en ser padrinos de los desgraciados mellizos. En mi poder tu apreciable carta del 4 de abril, por ella tuvimos noticia de otra fatal desgracia que tuvieron con la irreparable pérdida de tu buen padre, los compadezco, pero no hay mas remedio que conformarse con la voluntad del ser supremo. A mi querida Adela y a tu madre, que tengan ésta por suyas, y que tanto ellas como vos, cuenten con el afecto de tu padre. Prudencio Ortiz de Rozas Don Prudencio mantiene en Sevilla una vida social muy importante. Su vida cambia radicalmente, ya no se encuentra en Buenos Aires, ni en Chascomús donde la pampa es casi infinita, aquí en el palacio tiene varias doncellas, cocineras, sirvientes y cochero con librea, ya no están los viejos amigos de la federación, sus amistades entre otras, son los Duque de Alba, Eugenia de Montijo, el Duque de Montpensier. Su hija Manuela se compromete con el Marqués de la Concordia. Casi diariamente los jóvenes pretendientes les cantan serenatas, a los pies de las ventanas del Palacio de San Vicente, en las perfumadas noches sevillanas. Es invitado a las fiestas reales, viaja a Madrid, a París, allí conoce a Napoleón III con quién traba amistad. Estando en Sevilla se declara una epidemia de cólera en la que muere gran cantidad de gente. Su hija Basilia le cuenta en carta a sus hermanos en Buenos Aires ”el cólera se ha presentado aquí de un modo espantoso, pero felizmente no ha durado más que un mes, el primer día murieron 500 personas de 1500 atacados y 30 personas de la alta aristocracia, era una cosa horrorosa, en menos de cuatro horas morían, sin alcanzar los auxilios de la religión, por las calles no se veían más que camillas recogiendo los atacados en la calle, cajas de muertos y los padres llevando el santo óleo. En menos de un día salió toda la gente acomodada y me han asegurado que más de 30.000 personas ya se han ido de la ciudad. La vida en Sevilla es de mucho sufrimiento y tristeza, hay menos amistades, la bella capital de Andalucía es linda y encantadora pero Buenos Aires está lejos y en ella ha quedado parte de la familia, a los que ya el Gral. no volverá a ver más. En la noche del 1° de junio de 1857, y tras una penosa enfermedad, muere cristianamente, en el Palacio de San Vicente, rodeado de sus seres queridos, el Gral. Prudencio Ortiz de Rozas de tisis laringea, su hija Basilia en carta a sus hermanas nos cuenta: Corina querida de mi alma, Catalina y Adela de mi vida, esta triste carta, me parte el corazón el enviarla, nuestro padre ha muerto como un buen cristiano, acordándose de todos nosotros y dándoles desde aquí su bendición ¡pobrecito! Cuánto ha sufrido, que enfermedad tan terrible Hay Corina que horrorosos momentos! Pero ya no puedo continuar, estoy muy enferma y las fuerzas me faltan. Tu, Alejandro mío que tan consecuente has sido siempre con tu pobre prima, a ti te encargo que consueles en mi nombre a mis pobres hermanas, adiós, tuya de corazón. Tu Basilia.” “Etelvina me encargó para vosotras mil cosas, es increíble como ella asistido a papá, no se ha separado un momento del lado de su cama hasta que expiró. Tu no puedes imaginarte los buenos de todos los señores que aquí nos han acompañado como si fueran de la familia; al otro día de morir papá se le hizo el entierro, todo lo mejor que se le ha podido hacer, ha estado brillante, lindísimo, todos los nobles han enviado sus carruajes para el acompañamiento. Además de 30 que nosotros alquilamos. Basilia La misma Basilia le escribe otra a su hermano León, contándolo también la muerte de su querido padre León, hermano querido mío. Que momentos León, que horror, nuestro pobrecito padre hace dos días ya dejo de existir, que desesperación Dios mío, el se ha acordado de todos Uds. al morir, a cada momento te nombraba, Etelvina, que se ha portado con el como la mejor esposa, no lo ha abandonado hasta que expiró, pobresito de mi alma León, hay, que horror. Vente sin demoras. Adiós León de mi alma. Basilia Al día siguiente de morir se efectuó una misa de cuerpo presente, en la Iglesia de San Vicente, frente a su palacio, la dieron 65 sacerdotes, 19 monaguillos, 8 músicos y 6 cantores, y tuvo un entierro cantado hasta la puerta de la Macarena, camino al Cementerio de San Fernando, en donde fue enterrado ese día. Su cuerpo fue exhumado y vuelto a enterrar en otra tumba en 1869 y en el año 1872 su familia decide traerlo a Buenos Aires, donde descansa junto a sus padres, su hermano Juan Manuel y tantos otros en el viejo cementerio del Norte o de la Recoleta. Años después de su muerte, en septiembre de 1859, su familia vende el Palacio de San Vicente y demás propiedades. Su hija Basilia un año antes (1858), caminando por la calle de las Sierpes en Sevilla, conoce y se enamora del joven General húngaro Juan F. Czetz, con el cual un año después se casa, retornando luego ambos a Buenos Aires con un hijo nacido en Lisboa. Su viuda y las hijas menores Manuela y Agustina, juntamente con León también vuelven. El que queda con su padre en Sevilla, es su amado hijo Pepito, el niño que adoptara don Prudencio en Chascomús, según cuenta la historia y que murió pequeño, después que su padre.. La vida del exilio fue dura y triste para toda la familia. Vuelta la misma Buenos Aires, comenzó el reencuentro con todos los seres queridos, allá lejos, en Europa, quedaba el Gral. Y su pequeño hijo. Su viuda doña Etelvina Romero volvió a casarse con el Dr. Miguel García Fernández en 1873. Sus hijos formaron sus propias familias. Blas se casó con Jacinta de Insaurralde, con sucesión León, falleció soltero víctima de la fiebre amarilla en 1871 Prudencio se casó con Juana de Gastelou, con sucesión Corina, se casó con José Higinio Solveyra, sin sucesión Adela, que se casó con su primo hermano Alejandro Valdez y Rozas Basilia, se casó con el Gral. Húngaro Juan F. Czetz, con sucesión Catalina, se casó con su primo hermano el Gral. Lucio Victorio Mansilla., con sucesión Manuela, se casó dos veces, en su primera juventud con Alejandro Martínez Nieto, fallecido este se desposo nuevamente con el Coronel Austríaco Guillermo Hoffmeister fallecido en 1871 con la fiebre amarilla, no dejando ninguna sucesión Agustina, se casó con Francisco Pereyra, con sucesión. .
Posted on: Wed, 03 Jul 2013 23:50:31 +0000

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