Volando puentes. El 24 de junio de 1876, por la noche, estando solo en su tienda de campaña, el coronel George A. Custer planificó cuidadosamente los movimientos que su regimiento, el 7º de Caballería de los Estados Unidos, debería ejecutar al día siguiente. Sin embargo, sus previsiones resultaron erróneas lo que le llevó a tomar decisiones equivocadas y eso significó la destrucción completa de tres de sus cinco escuadrones, su propia muerte y fuertes pérdidas para los otros dos escuadrones. De los efectivos directamente a sus órdenes en la batalla de Little Big Horn tan sólo hubo un superviviente, y se trataba de Comanche, el caballo que montaba el capitán Keogh, uno de los oficiales del regimiento.. Ayer, viernes 20 de septiembre, yo viví mi particular Little Big Horn. Nada salió según había previsto. Desde las 08:15 aproximadamente de la mañana, lo que empezó siendo un día de sueño se fue convirtiendo en una noche de pesadilla que se concretó curiosamente sobre la misma hora, pero de la tarde, cuando me ví obligado a tomar una iniciativa dolorosa pero necesaria: empecé a volar puentes, sembrar minas y electrificar alambradas para proteger mi dolorosa retirada por no decir huída. No caeré en el chauvinismo de llamar “ rectificación del frente ” a un abandono del teatro de operaciones para buscar refugio en los cuarteles de invierno de la soledad. Ciertamente, no cortaré todos los accesos, al menos de momento, pero sólo dejaré practicable el más duro, el más incómodo para ella. Todos debemos ser honestos con nosotos mismos y en un momento dado tenemos que demostrarnos respeto. De no hacerlo, las consecuencias pueden llegar a ser de tal gravedad que la situación pueda hacerse insostenible, afectando no sólo a nuestra estabilidad emocional ( la mía alarmantemente inestable ) e incluso, la psíquica. Me espera un largo, peligroso e incómodo camino. Sé que a veces equivocaré el rumbo, unas veces cegado por las lágrimas; otras, nublados mis ojos por el resentimiento; las más, desorientado por la tristeza; algunas, equivocado por astutos señuelos y crueles cantos de sirena … pero no tengo otra opción que emprender el viaje. Un viaje que presumo sin retorno. No os mentiré: estoy muy triste, desmoralizado, y sobre todo, abatido. El dolor, intenso, me oprime el pecho y la confusión galopa libre por mi mente. Mi esperanza se diluye como un terrón de azúcar en el lago Baikal y noto cómo la amargura va inundando mis vísceras sin que pueda de momento atajar su crecida. Estoy enfrentándome a cara de perro, a un nefasto sentimiento que trata de apoderarse de mí y que no es otro que el odio, pero no estoy dispuesto a cometer el error de dejarle poner sus huevos en mi corazón. No puedo permitirme semejante falta de respeto, sobre todo hacia mí mismo y de agradecimiento hacia quien me ha hecho fugazmente feliz y se merece lo mejor. Como comprenderéis, mi estado de ánimo es manifiestamente mejorable, así como inexistentes son mis ganas de hacer chistes o gracietas ni sobre mí ni sobre nadie o nada. Os agradezco vuestra comprensión y solidaridad y vuelvo a pediros que por favor no hagáis crítica negativa alguna sobre la solitaria dama de las dunas. Serían injustas hacia ella y dolorosas para mí y necesito desesperadamente que la calma vuelva al tormentoso océano en el que floto a la deriva en estos momentos. No soy un submarino en navegación silenciosa a cota periscópica en zafarrancho de combate, sino un simple corcho medio podrido abandonado a su suerte en la inmensidad del agitado Mar de la Tristeza. Sé que dejo muchos capítulos de esta historia sin relatar pero no me encuentro con ánimo para escribirlos. Tal vez algún día, cerrada la herida, sereno el espíritu ( o lo que me quede de él ) o incluso en circunstancias radicalmente diferentes ( la esperanza sólo se pierde un instante antes del último suspiro ) me ponga manos a la obra. Entre tanto, ¡ Que la Fuerza os acompañe !
Posted on: Sat, 21 Sep 2013 19:41:32 +0000