continua.... Recuerdo momentos cruciales, lo digo aquí y nada - TopicsExpress



          

continua.... Recuerdo momentos cruciales, lo digo aquí y nada más que una partecita: cuando la URSS se derrumbó y se quedó sola mucha gente, entre ellas nosotros, los revolucionarios cubanos. Pero nosotros sabíamos lo que debíamos hacer y lo que teníamos que hacer, cuáles eran nuestras opciones. Estaban los demás movimientos revolucionarios en muchas partes librando su lucha. No voy a decir cuáles, no voy a decir quiénes; pero se trataba de movimientos revolucionarios muy serios, nos preguntaron si negociaban o no ante aquella situación desesperada, si continuaban luchando o no, o si negociaban con las fuerzas opuestas buscando una paz, cuando uno sabía a qué conducía aquella paz. Yo les decía: “Ustedes no nos pueden pedir opinión a nosotros, son ustedes los que irían a luchar, son ustedes los que irían a morir, no somos nosotros. Nosotros sabemos qué haremos y qué estamos dispuestos a hacer; pero eso solo lo pueden decidir ustedes.” Ahí estaba la más extrema manifestación de respeto a los demás movimientos y no el intento de imponer sobre la base de nuestros conocimientos y experiencias y el enorme respeto que sentían por nuestra Revolución para saber el peso de nuestros puntos de vista. En ese momento no podíamos pensar en las ventajas o desventajas para Cuba de las decisiones que tomaran: “Decidan ustedes”, y así cada uno de ellos, en momentos decisivos, decidió su línea. Nosotros somos un pequeño país aquí en el Caribe, a 90 millas del imperio y a unas pulgadas de su base ilegal, mil veces más débil que lo que era la URSS en la época de su pacto con Hitler, o cuando estaba dando órdenes a los líderes de los partidos comunistas. En la época de la República de Weimar, que surgió en Alemania después de la Primera Guerra Mundial, la increíble crisis económica desatada como consecuencia del Pacto de Versalles impuesto a aquel país por Inglaterra, Francia y Estados Unidos, por un lado fortalecía al movimiento revolucionario y por otro a las fuerzas nacionalistas más reaccionarias. Hitler triunfa electoralmente frente a los partidos burgueses liberales y frente a las fuerzas comunistas combativas y revolucionarias; pero pudo más en esa situación el resentimiento terrible del pueblo alemán por las condiciones leoninas establecidas por los vencedores. Y así es como llega Hitler al poder. Este, en un libro que escribió, había declarado desenfadadamente su propósito de buscar espacio vital en el territorio de la URSS para la raza alemana, a costa de los rusos, a su juicio raza inferior. Todo eso estaba escrito, y el movimiento comunista se educó en ideas y conceptos muy claros contra el nazifascismo. En nuestro país, después de tantos revolucionarios caídos, siendo los comunistas los más conscientes, los mejores militantes, la gente más honrada, el partido marxista-leninista fue conducido, sin embargo, a aquella alianza con Batista, que tanto reprimió a los estudiantes y al pueblo en general. Los jóvenes eran muy reacios a su poder; los obreros, que veían sus intereses defendidos continuamente por los dirigentes comunistas, eran firmes y leales al Partido; pero en la juventud y en amplios sectores populares había mucho rechazo justificado a Batista. Pienso que la experiencia del primer Estado socialista, Estado que debió arreglarse y nunca destruirse, ha sido muy amarga. No crean que no hemos pensado muchas veces en ese fenómeno increíble mediante el cual una de las más poderosas potencias del mundo, que había logrado equiparar su fuerza con la otra superpotencia, un país que pagó con la vida de más de 20 millones de ciudadanos la lucha contra el fascismo, un país que aplastó al fascismo, se derrumbara como se derrumbó. ¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? Podía añadirles una pregunta de inmediato. ¿Creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse? (Exclamaciones de: “¡No!”) ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Lo pensaron en profundidad? ¿Conocían todas estas desigualdades de las que estoy hablando? ¿Conocían ciertos hábitos generalizados? ¿Conocían que algunos ganaban en el mes cuarenta o cincuenta veces lo que gana uno de esos médicos que está allá en las montañas de Guatemala, miembro del contingente “Henry Reeve”? Puede estar en otros lugares distantes de Africa, o estar a miles de metros de altura, en las cordilleras del Himalaya salvando vidas y gana el 5%, el 10%, de lo que gana un ladronzuelo de estos que vende gasolina a los nuevos ricos, que desvía recursos de los puertos en camiones y por toneladas, que roba en las tiendas en divisa, que roba en un hotel cinco estrellas, a lo mejor cambiando la botellita de ron por una que se buscó, la pone en lugar de la otra y recauda todas las divisas con las que vendió los tragos que pueden salir de una botella de un ron, más o menos bueno. ¿Cuántas formas de robo hay en este país? ¿Por qué en los estados de opinión leo todos los días que muchos preguntan cuándo van los muchachos para las tiendas en divisa, cuándo van para las farmacias, cuándo van para aquí y para allá? Se han llenado de admiración y simpatía esos jóvenes trabajadores sociales de origen muy humilde, y muy bien preparados. Miré aquellos rostros, como puedo mirar estos, y los rostros dicen más que cualquier artículo, dicen más que cualquier libro, dicen más que cualquier cliché. Ustedes conocen muy bien que desde que esta civilización existe, desde que la propiedad privada existe, surgió también la diferencia de clases y que el mundo ha conocido solo la sociedad de clases, lo demás es prehistórico. ¿Y cómo puedo saber que ustedes proceden de sectores humildes? Ninguno de ustedes llegó a la universidad porque fuera hijo de un propietario de importantes extensiones de tierra. Aquí estamos nosotros, me han hecho el honor de situarme aquí. ¿Quién de ustedes tiene por padre a alguien que posea 1 000 hectáreas, o que domine sobre 10 000 hectáreas? No le voy a preguntar a cada uno de ustedes, a mí me basta verlos, si acaso es hijo de algún profesional, algunos de capas medias. Ustedes aplaudieron muy bien porque yo sé de dónde ustedes vienen, y ustedes saben que hoy no hay quién corte caña. ¿Y quiénes la cortaban? También se puede explicar por qué no cortamos caña hoy, no hay quien la corte y las pesadas máquinas destruyen los cañaverales. Los abusos del mundo desarrollado y los subsidios condujeron a precios del azúcar que eran, en ese mercado mundial, el precio del basurero del azúcar, mientras que en Europa pagaban dos o tres veces más a sus agricultores. Cuando la URSS nos pagaba nuestro azúcar a 27 ó 28 centavos y la pagaba con petróleo, le costaba menos el azúcar pagada con petróleo que el azúcar de remolacha producida casi artesanalmente en los campos de la URSS, un país en el que la economía crecía extensivamente, no intensivamente y, por tanto, nunca alcanzaba la fuerza de trabajo, la remolacha azucarera ocupaba a mucha gente. Pero vamos llegando —yo he llegado, y hace mucho tiempo— a plantearnos esta pregunta, frente a ese superpoderoso imperio que nos acecha, nos amenaza, tiene planes de transición y planes militares de acción, en determinado momento histórico. Ellos están esperando un fenómeno natural y absolutamente lógico, que es el fallecimiento de alguien. En este caso me han hecho el considerable honor de pensar en mí. Será una confesión de lo que no han podido hacer durante mucho tiempo. Si yo fuera un vanidoso, podía estar orgulloso de que aquellos tipejos digan que tienen que esperar a que yo muera, y ese es el momento. Esperar que muera, y todos los días inventan algo, que si Castro tiene esto, que si tiene lo otro, si tal o más cual enfermedad. Lo último que inventaron es que tiene Parkinson. Sí, yo me di una fortísima caída, y todavía estoy rehabilitándome de este brazo (Señala), y va mejorando. Agradezco muchísimo las circunstancias en que me rompí el brazo, porque me obligó a más disciplina todavía, a más trabajo, a dedicar más tiempo, a dedicar casi las 24 horas del día a mi trabajo, si las venía dedicando durante todo el tiempo del período especial, ahora dedico cada segundo y lucho más que nunca, además, me siento, por suerte, mejor que nunca, porque estoy más disciplinado y hago más ejercicios (Aplausos). continuará...
Posted on: Tue, 13 Aug 2013 16:11:42 +0000

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