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*** g89 8/4 págs. 24-27 Parte 7: c. 1500 a. E.C. en adelante — El hinduismo: la religión de la tolerancia *** EL FUTURO DE LA RELIGIÓN EN VISTA DE SU PASADO Parte 7: c. 1500 a. E.C. en adelante — El hinduismo: la religión de la tolerancia “Todo hombre debería seguir su propia religión.”—Ramakrisna, reformador hindú del siglo XIX A LA tolerancia se la suele considerar una virtud. En cualquier caso, es un término muy apropiado para referirse a la gigantesca religión mundial conocida por el nombre de hinduismo. En 1985 se decía que el 13,5% de la población del mundo, unos 650 millones de personas, profesaban el hinduismo. Se ha dicho que el hinduismo es “una religión nacional compleja, con muchos cabos diferentes” y que es meramente “un término genérico para todas las religiones de la India”. The New Encyclopædia Britannica no aclara mucho el asunto, pues admite que “todo intento por definir de modo específico el hinduismo ha resultado insatisfactorio de un modo u otro, y más aún debido a que los mejores doctos indios del hinduismo, incluyendo a los propios hindúes, han enfatizado diferentes aspectos del conjunto”. Sea como fuere, el hinduismo es una religión antigua. Se originó en la cuenca del río Indo, que actualmente forma parte de Pakistán. Alrededor del año 1500 a. E.C. se trasladaron a esta zona los arios, un pueblo indoeuropeo. Este pueblo consideraba que ciertas obras eran conocimiento sagrado (veda), razón por la cual su religión, que tenía algunos elementos en común con la religión que practicaban los antepasados de los iraníes de hoy, llegó a ser conocida como vedismo. También existe la posibilidad de que esta religión tuviese influencias babilonias, como muestra la Encyclopædia of Religion and Ethics, que menciona “diversos rasgos en los que la cultura babilonia coincide con la cultura hindú primitiva”. Sobre estos elementos foráneos se elaboró la religión de los pobladores originales, y, con el transcurso de los años, como consecuencia de la influencia que ejercían otras religiones, se añadieron o quitaron diferentes creencias y prácticas. Por consiguiente, el hinduismo es el resultado de la continua fusión de numerosos elementos derivados de muchas fuentes. Enseñanzas y prácticas Los arios ayudaron a sentar las bases del sistema de castas hindú. Según se dice, las cuatro castas originales, que más tarde se multiplicaron hasta incluir varios miles de subdivisiones, surgieron de las diferentes partes del cuerpo de puruṣa, palabra sánscrita que significa “persona” o “un hombre”, y que se refiere al padre original de la humanidad. Los brahmanes, que supuestamente surgieron de su boca, eran los líderes religiosos; los chatrias, que surgieron de sus brazos, los líderes militares y políticos; los vaisias, que surgieron de sus muslos, eran granjeros, artesanos y comerciantes; y los sudras, que nacieron de sus pies, esclavos. Los “intocables” eran personas de castas inferiores que desempeñaban actividades que su religión consideraba inmundas. Aunque la India y Pakistán abolieron los aspectos más estrictos del sistema de castas hindú hace unos cuarenta años, todavía existen algunas características de este sistema. Durante algún tiempo, los sacrificios de animales desempeñaron un papel importante en la adoración de los hindúes, de modo que se requirió un sacerdocio para llevar a cabo las ceremonias necesarias. Los brahmanes se hicieron tan poderosos que una rama de la religión llegó a ser conocida como brahmanismo. “A los sacerdotes se les temía y honraba más que a los dioses —dice T. W. Organ—, porque podían destruir a sus enemigos con simplemente cambiar el ritual.” Como los ritos sacrificatorios se fueron haciendo más complejos, comenzó una tendencia que acentuaba el ascetismo, o mortificación de la carne. Una creencia básica era el samsara. Se expuso a más tardar en los Upanisads, el grupo de escritos hindúes que muy probablemente datan de la primera mitad del primer milenio antes de la era común. Estos escritos enseñaban que después de la muerte y de una estancia intermedia en el cielo o el infierno, las personas, según la ley del karma, renacen como humanos o animales en un nivel de vida superior o inferior al que habían tenido antes. El objetivo de la vida es alcanzar el moksha, la liberación del inexorable ciclo de nacer y renacer, al ser absorbido en el origen supremo del orden, llamado Brahma. El vedismo reconocía la existencia de muchos dioses, pero, según el libro Concepts of Indian Philosophy, sus adherentes no vieron esto adecuado, de modo que “lentamente progresaron hacia un concepto monoteísta del dios-cabeza. [...] Una vía de evolución hacia ese concepto consistió en agrupar a todos los dioses anteriores [...] [a fin de] producir un dios en el que se sintetizaran todos ellos”. Por lo tanto, Brahma llegó a ser un dios impersonal, sin atributos ni cualidades, pero personificado en diversas deidades. El deseo de alcanzar el moksha se basa en lo que el historiador Will Durant llama la “aversión a la vida [...] que corre de modo sombrío a través de todo el pensamiento hindú”. Esta actitud lóbrega y pesimista se ilustra bien en el Upanisad Maitri, donde se pregunta: “¿De qué sirve disfrutar de los deseos en este cuerpo, que se ve afligido por deseo, cólera, codicia, desilusión, temor, desaliento, envidia, separación de lo deseable, unión con lo indeseable, hambre, sed, senilidad, muerte, enfermedad, pesar y así por el estilo?”. Se ofrece una manera de evitar esta desgraciada situación en las puranas, una serie de textos que probablemente se compusieron durante los primeros siglos de la era común, y cuyo nombre significa “historias antiguas”; estos textos tuvieron una amplia distribución, y llegaron a ser conocidos como los escritos del hombre común. El Garuda Purana afirma: “La verdadera felicidad radica en la supresión de todas las emociones. [...] Donde hay afecto, hay desdicha. [...] Renuncia al afecto y serás feliz”. Lamentablemente, esta solución parece casi tan deprimente como la condición de infelicidad que se trata de aliviar. Antes de esto, el Bhagavad Gita, que significa “la Canción del Señor” y del que a veces se dice que es “el libro más importante que jamás se haya escrito en la India”, sugirió tres maneras de alcanzar la liberación. “La vía de los deberes” hacía hincapié en cumplir las obligaciones rituales y sociales; “la vía del conocimiento” abarcaba la práctica de la meditación y el yoga, y “la vía de la devoción” implicaba devoción a un dios personal. Al Bhagavad Gita se le ha asemejado al “Nuevo Testamento” de la cristiandad. La mayoría de los habitantes de la India se saben de memoria algunos de sus versos, y muchos salmodian diariamente ciertas porciones que han memorizado. En realidad, el Bhagavad Gita no es más que una pequeña parte de una epopeya hindú titulada Mahabharata, que con sus cien mil versos, seguramente es el poema más largo del mundo. Con la incorporación del Bhagavad Gita en el Mahabharata (probablemente en el siglo III a. E.C.), el hinduismo finalmente se convirtió en una religión distinta del vedismo y el brahmanismo. Reformas constantes Algo que ha caracterizado al budismo desde sus comienzos ha sido sus reformas constantes. Los principales reformadores del siglo VI a. E.C. fueron Siddhartha Gautama y Vardhamana Mahavira, los fundadores del budismo y el jainismo, respectivamente. Mahavira se consideraba a sí mismo el número veinticuatro en la línea de los jinas (conquistadores), en cuyas vidas se basa el jainismo. Esta religión difiere del hinduismo en que rechaza la idea de un creador, ya que enseña que el mundo siempre ha existido. Hace particular hincapié en la doctrina de la ahimsa. El proceder no violento que el líder indio del siglo XX Mohandas Gandhi siguió durante su lucha por la independencia de la India fue en realidad una aplicación en el campo político de esta doctrina religiosa. Según el jainismo, la creencia correcta, el conocimiento correcto y la conducta correcta, combinados con la práctica del yoga, conducen a la liberación. Al mismo tiempo, sostiene que, básicamente, todo es cuestión de punto de vista, con lo que descarta las normas absolutas del bien y del mal. Este rasgo pone de relieve la actitud tolerante del hinduismo, de donde surgió el jainismo. En el siglo XV, unos dos mil años después, surgió otro reformador. Se llamaba Nanak, e intentó formar una religión aceptable tanto a los hindúes como a los musulmanes. El resultado fue el sijismo, que proviene del término “sij”, derivado de un vocablo sánscrito cuyo significado es “discípulo”. Nanak fue el primero de una serie de diez gurús; en el año 1699 el décimo fundó una hermandad llamada la Khalsa (los puros). A fin de eliminar cualquier distinción de castas y enfatizar su papel como soldados de su fe, a los miembros de la Khalsa se les daba el apellido común Singh (León). Se les exigía que observasen las cinco k: no cortarse ni el cabello ni la barba (kesh); sujetarse el cabello con una peineta (kangha) y cubrírselo con un turbante; llevar unos calzones cortos (kachs), quizás debajo de unos pantalones largos; llevar un sable (kirpan) y un brazalete de acero (kara). Una vez acabada esta línea de diez gurús, el libro sagrado del sijismo, el Guru Granth Sahib, ocupó su lugar. Fue compilado en 1604 y revisado un siglo después. A finales del siglo XIX, un sacerdote de Calcuta llamado Ramakrisna trató de fusionar el hinduismo con lo que, según su opinión, era lo mejor del pensamiento religioso occidental. Razonaba que así como el agua tiene diferentes nombres en diferentes idiomas, del mismo modo “Sat-chit-ananda, la dicha eterna e inteligente, es invocada por algunos como Dios, por algunos como Alá, por algunos como Jehová, por algunos como Hari y por otros como Brahma”. Tal “como uno puede subir al tejado de una casa mediante una escalera de mano, una caña de bambú, una escalinata o una cuerda, así hay diversas maneras y medios para acercarse a Dios. [...] Los diversos credos no son más que diferentes sendas para llegar al Todopoderoso”. Esta actitud tolerante concede mucho margen dentro de la adoración hindú. Permite que algunas sectas dirijan su adoración principalmente a Brahma (brahmanismo); otras, a Visnú (visnuismo), y aún otras, a Siva (sivaísmo). Permite que el hinduismo popular, el saktismo y el tantrismo prediquen el hinduismo a su manera. En el tantrismo, por ejemplo, se incluyen prácticas tribuales y populares, y se hace hincapié en la adoración de diosas, las cuales aparecieron en los comienzos de la historia del hinduismo. Los indios hablan de su país como la “Madre India”, y es representado por una diosa llamada Bharat Ma. ¿Es buena o mala la tolerancia? “El hinduismo siempre ha demostrado su capacidad de absorber nuevas enseñanzas —escribe Geoffrey Parrinder, teólogo británico y catedrático de religión comparada—. Este sincretismo, o fusión, de religiones, es quizás el rasgo más común de la enseñanza hindú de la actualidad.” Por lo visto, hay muchas personas que concuerdan con esta filosofía hindú de tolerancia y que dicen, más o menos: “Sirve a Dios como tú creas que está bien”. No obstante, Parrinder señala que “al igualar todas las creencias”, existe el “peligro de dejar de distinguir entre el bien y el mal”. ¿Y no se hace cada vez más obvio que la religión tanto puede ser mala como buena? ¿Existe alguna ventaja en introducir en nuestra religión aspectos de una religión mala? Hoy día muchas personas se sienten decepcionadas por su religión. Así se sentía un hindú de la casta de los chatrias, los dirigentes, que vivió hace unos dos mil quinientos años. Como el hinduismo no podía responder sus preguntas, buscó la iluminación. En el próximo artículo, “Una iluminación que prometía liberación”, se nos explicarán más detalles. [Nota a pie de página] En 1985 vivían unos 3.300.300 jainíes en cinco diferentes países y unos 16.000.000 de sijs en diecinueve diferentes países. [Recuadro en la página 25] Posiblemente se haya preguntado ¿Cómo explican los hindúes el “samsara”? El Bhagavad Gita dice: “Igual que un hombre desecha prendas de vestir gastadas y toma otras nuevas, el que mora en el cuerpo desecha cuerpos gastados y entra en otros que son nuevos”. El Garuda Purana explica que “son las obras que haya hecho el propio yo en una existencia anterior las que determinan la naturaleza de su organismo en la próxima [...]. Un hombre recibe en la vida lo que está destinado a recibir, y ni siquiera un dios puede cambiarlo”. Como ilustración, The Markandeya Purana cita las siguientes palabras de una persona: “Nací como brahmán, chatria, vaisia y sudra, también como bestia, gusano, ciervo y ave”. ¿Consideran los hindúes que las vacas son sagradas? Tanto el Rig-Veda como el Avesta mencionan que las vacas son “seres a los que no hay que dar muerte”, si bien parece que esto se basa en la ahimsa más bien que en la creencia en la reencarnación. Sin embargo, The Markandeya Purana pone de relieve la seriedad de no obedecer esta ley, pues dice que “el que mata a una vaca va al infierno por tres nacimientos sucesivos”. ¿Cómo ven los hindúes el río Ganges? “Los santos, que son purificados mediante bañarse en las aguas de este río y cuya mente es devota a Kesava [Visnú], obtienen la liberación definitiva. Al oír del río sagrado, desearlo, verlo, tocarlo, bañarse en él o cantarle himnos, este purifica de día en día a todos los seres. Y a los que, aun viviendo a una distancia de cien yoyanas [1.400 kilómetros], exclaman ‘Ganga y Ganga’, les son perdonados los pecados que cometieron durante las tres existencias anteriores.” (The Vishnu Purana.) ¿Quiénes son los Hare Krisna? Son miembros de la Asociación Internacional para la Conciencia de Krisna, un grupo misional del hinduismo devoto. Su fundador, el difunto A. C. Bhaktivedanta Swami Prabhupada, llevó su mensaje a Estados Unidos en el año 1965. Esta ideología conserva ciertos elementos del ascetismo hindú, gira en torno a la adoración del dios Krisna y da mucha importancia al acto de salmodiar el mantra “Hare Krisna”. Bhaktivedanta consideraba que con solo recitar el nombre de Dios era suficiente para la salvación.
Posted on: Fri, 27 Sep 2013 15:24:43 +0000

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