no se pueden quebrantar las reglas. Por las noches, soñaba con - TopicsExpress



          

no se pueden quebrantar las reglas. Por las noches, soñaba con Claudia. Una vez despertó a las cuatro de la madrugada; fue a la ventana y miró hacia el parque, haciendo esfuerzos por ver más alia de las difusas luces de las ventanas inferiores. Afuera había una niña, una pequeña figura bajo los árboles, en abrigo rojo y caperuza, una niña mirando hacia donde estaba ella. Jesse bajó las escaleras corriendo, sólo para encontrarse sola y desamparada en la vacía y húmeda hierba, con el frío de la aurora al llegar. En primavera la mandaron a Nueva Delhi. Su trabajo consistiría en documentar evidencias de reencarnación, informes sobre niños de la India que recordaban sus vidas anteriores. Había habido una obra muy prometedora en aquel campo, realizada por un tal doctor lan Stevenson. Y Jesse iba a emprender un estudio independiente, por cuenta de la Talamasca, que produjese resultados igualmente fructíferos. Dos miembros más antiguos de la orden se encontraron con ella en Nueva Delhi. La hicieron sentirse como en su casa en la vieja mansión británica que habitaban. Poco a poco, aprendió a amar su nuevo trabajo; después de las empresas iniciales y de las pequeñas incomodidades, aprendió también a amar a la India. Y ocurrió algo más, algo más bien insignificante, pero que pareció un buen augurio. En un bolsillo de su vieja maleta (la que le había regalado Maharet hacía años), había encontrado el brazalete de plata de Mael. Sí, qué feliz se había sentido. Pero no olvidaba lo sucedido. Había noches en que recordaba con toda nitidez la imagen de Claudia, que se levantaba y encendía todas las luces de la habitación. Otras veces creía ver a su alrededor, en las calles de la ciudad, extraños seres de cara blanca muy parecidos a los personajes de Confesiones de un Vampiro. Se sentía observada. Como no podía contar a Maharet nada de su atormentada aventura, sus cartas se tornaron más apresuradas y más superficiales. No obstante, Maharet seguía tan fiel como siempre. Cuando miembros de la familia iban a Delhi, pasaban a visitar a Jesse. Se esforzaban para que no se sintiese extraña a la familia. Le enviaban participaciones de boda, de nacimiento, esquelas. La invitaban a que los visitase durante las vacaciones. Matthew y María le escribían desde América, suplicándole que volviese pronto a casa. La echaban de menos. Jesse pasó cuatro años felices en la India. Documentó más de trescientos casos de individuos que contenían sorprendente evidencia de reencarnación. Trabajó con algunos de los mejores investigadores en el ocultismo que nunca había conocido. Y halló que su trabajo le proporcionaba continuas recompensas. Muy diferente a la persecución de fantasmas que había realizado en sus primeros años. En el otoño de su quinto año, cedió por fin a los ruegos de Matthew y Maria. Iría a Estados Unidos por una visita de cuatro semanas. Estaban rebosantes de alegría. Para Jesse, el reencuentro significó más de lo que había pensado. Le encantó volver a encontrarse en su antiguo piso de Nueva York. Adoró las cenas a altas horas de la noche con
Posted on: Sat, 10 Aug 2013 00:59:38 +0000

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