. 01:41 am Los programas sociales y la hipocresía electoral Lastimosamente, el enfoque actual de la mayoría de los programas sociales es ganar elecciones, así como mantener y crecer los aparatos burocráticos y las redes clientelistas de los partidos políticos. Por Rodrigo Molina Rochac Cuando una realidad incomoda se vuelve común, los seres humanos tenemos una sorprendente capacidad de cegarnos a ella. Nuestro subconsciente resulta muy selectivo sobre la realidad que nos proyecta, pero a veces esas verdades ocultas logran escabullirse de tales barreras para pegarnos un par de cachetadas emocionales. Claro, fácilmente volvemos a guardar esos temas en el fondo del baúl y olvidarnos de ellos. Antes de llamar hipócrita al gobierno, es importante examinarnos también nosotros mismos. Ante nada, aquellos que estudiamos y opinamos sobre temas políticos y económicos, criticando fuertemente a aquellos que gobiernan por sus deslices o abusos, tenemos que mantener el cuidado de no caer en los mismos juegos convenientes de aquellos que criticamos. Es fácil despegar en retóricas y olvidarnos de las realidades que queremos cambiar. Es necesario de vez en cuando volver a aterrizar a lo más puntual, a lo más sencillo, a lo más humano. Así es que ayer, algo tan común en nuestra sociedad, algo que tristemente se ha vuelto parte del paisaje, me volvió a conmover y me causó reflexionar. Una anciana y un niño, sentados en la calle, pidiendo limosna. Hemos aprendido a dejar de ver el sufrimiento en las caras de estas personas cuyo destino los ha dejado aislados del mundo en el que vivimos nosotros. El gobierno se jacta de los cientos de millones de dólares que han dirigido a sus programas sociales, pero el sufrimiento en la cara de esta anciana y este niño, y la vista diaria de tanta gente en la calle sin posibilidad alguna de volverse miembros productivos de la sociedad por la profundidad de la desgracia en la que han caído, me hace cuestionar la forma en que estos programas sociales están dirigidos. El primer enfoque de cualquier programa social debería ser el apoyar a aquellas personas que por sus circunstancias extremas no tienen la posibilidad de, por su cuenta, volverse miembros productivos de la sociedad y salir adelante. El destino muchas veces castiga injustamente a personas que de otra forma quisieran poder trabajar y sacar adelante a sus familias. Hay un nivel de pobreza cuya precariedad deja fuera del alcance de dichas personas las herramientas necesarias para volverse parte efectiva del tejido productivo de la sociedad y así lograr superarse. Por eso, para ser efectivos, los programas sociales deben ser focalizados, temporales y dirigidos a la superación del individuo necesitado. Lastimosamente, el enfoque actual de la mayoría de los programas “sociales” es ganar elecciones, así como mantener y crecer los aparatos burocráticos y las redes clientelistas de los partidos políticos. Contrario a los criterios expresados anteriormente, estos programas sostienen los niveles de pobreza, y en vez de promover la superación del individuo necesitado, fomentan y perpetúan la dependencia y la pobreza. La triste realidad es que al político y al gobernante le conviene la pobreza de su pueblo. Les conviene su ignorancia, su miedo y su dependencia. En vez de ayudar al necesitado, los programas políticos que promueven aseguran la sostenibilidad de la pobreza. Más allá de preferencias ideológicas, es necesario poner un ojo crítico a la efectividad del gasto de los dineros públicos. El poder corrompe, y manejar dineros públicos abre la tentación de orientarlos a propósitos diferentes a los que se suponen ser usados. Es bien fácil esconder propósitos oscuros con buena publicidad. Por eso los ciudadanos tenemos la obligación de no dejarnos llevar por mensajes publicitarios, y asegurarnos que nuestros gobernantes manejen sus funciones con los objetivos correctos y de la forma más honesta y trasparente posible. En mi opinión, en la actualidad no es el caso. *Columnista de
Posted on: Fri, 20 Sep 2013 13:22:09 +0000
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