18 de agosto Santa Elena, emperatriz Por Francisco Roberto Groves - TopicsExpress



          

18 de agosto Santa Elena, emperatriz Por Francisco Roberto Groves Elena era una bella y virtuosa mujer de Bitinia que, a raíz de una tremenda injusticia perpetrada contra su persona, abrazó con fervor el cristianismo. Sin embargo, el Señor le había reservado un destino de grandeza que humildemente colocó al servicio de la Iglesia y de la civilización cristiana Vivía Elena en la pequeña aldea de Drepano (próxima a Nicomedia), en Bitinia1, tierra en la que había nacido alrededor del año 254 de nuestra era, ayudando a su padre en la atención de una posada, cuando llegó a la región para hacerse cargo de las tropas allí estacionadas Flavio Valerio Constancio Cloro, noble romano recientemente nombrado general por el emperador Maximiano. Una mañana Constancio se detuvo en la posada para almorzar, reparando en la bondad y belleza de la mujer que atendía las mesas y poco después se casó con ella. De esa unión nació un hijo que, con el correr de los años, sería llamado a ocupar el trono de Roma, recordado como uno de los más grandes soberanos de su tiempo. PAGANA PERO COMPASIVA Pese a que todavía era pagana, Elena sentía compasión por los cristianos, a quienes se perseguía de la forma más horrenda. —¿Qué han hecho? –le preguntaba a su esposo– Son honrados, trabajadores y sencillos. ¿Por qué los matan? Su esposo nunca le respondía y si lo hacía era para justificar la política imperante. El matrimonio vivía en Nassius (Dardania) cuando nació su hijo Constantino, el 27 de febrero del 274. El 1º de marzo del 293, Constancio Cloro fue llamado a Roma, agitada entonces por grandes cambios políticos y hacia allí partió sin saber lo que el destino le deparaba. GLORIA Y DOLOR Gobernaban entonces Diocleciano y Maximiano con el título de Augustos quienes decidieron nombrar a dos Césares para que co-gobernasen el imperio con ellos, designando el primero a Galerio y el segundo a Constancio2. Elena vio a su esposo en lo más alto del poder mundial, pero con la gloria llegó también el dolor. Maximiano había solicitado a Constancio que se casara con su hija Teodora, obligándolo a repudiar a Elena. Enceguecido por la ambición, el valeroso general no sólo abandonó a su esposa sino que, además, se llevó a su hijo, causándole con ello el más profundo dolor. Catorce años vivió la bondadosa dama sin ver a su vástago, sumida en la pena y la desesperación, sólo encontrando consuelo entre aquellos mártires por los que tanta compasión sintió siempre: los cristianos. Si antes de su conversión Elena era dada a la caridad, a la ayuda al prójimo, a la nobleza de espíritu y a la meditación, una vez que hubo conocido al Señor, esas virtudes se potenciaron a niveles increíbles. EMPERATRIZ DE ROMA Se hallaba Constancio Cloro en Britania, combatiendo a los pitios, cuando el 25 de julio del 306 cayó en una emboscada. Su hijo Constantino, que le acompañaba, continuó en campaña y, una vez finalizada, regresó a Roma, donde su primera decisión fue mandar llamar a su amada madre. Desde un comienzo, Elena comenzó a influenciar en su hijo. En el año 308 la guerra civil agitaba al imperio romano y tras sangrientas batallas, después de abatidos los emperadores Valerio, Maximino Daya y Licinio, quedaron dueños del poder Majencio3 y Constantino, quienes se enfrentaron primeramente en el valle del Po, donde el segundo resultó victorioso y por último en las puertas mismas de Roma, hacia donde Majencio retrocedió en desorden. El 27 de octubre del 312 se hallaba Constantino acampado cerca del puente Milvio cuando en sueños vio una Cruz en el Cielo, a la par que una voz celestial le decía: --“¡Con este signo triunfarás!”. Recordando las enseñanzas de su madre, mandó pintar cruces en las corazas de sus legiones y al frente de ellas partió en la madrugada del día 28 en busca de su rival. La batalla fue sangrienta y al verse perdido, Majencio se arrojó a las aguas del Tiber donde pereció ahogado. Con Roma en su poder, Constantino fue proclamado único emperador, convirtiéndose, por consiguiente, en amo del mundo. A su madre le dio los títulos de augusta y emperatriz, acuñando monedas con su efigie y otorgándole plenos poderes que le permitieron utilizar los fondos públicos para obras de bien. Pero a Elena no le interesaban los títulos. A ella le urgía otra cosa y logró, a fuerza de insistir, que su hijo firmara en el año 313 el célebre edicto de Milán, por medio del cual no sólo dispuso oficialmente que cesaran las persecuciones contra los cristianos sino que, además, restituyó a la Iglesia (no a los particulares) todos sus bienes, ya sea templos, escuelas y propiedades confiscadas, sentando precedente para que el emperador Teodosio instaurase la verdadera fe como religión oficial del Estado, en el año 380. HALLAZGO DE LA SANTA CRUZ Con 77 años de edad, la emperatriz marchó a Tierra Santa en busca de la santa Cruz. Según refieren numerosos historiadores romanos, después de efectuar profundas excavaciones en el monte Calvario4, fueron encontradas tres cruces, sin ninguna duda, la Cruz de Cristo y la de los dos ladrones que murieron con él. Pero como no se sabía a ciencia cierta cuál de las tres era la de Jesús, llevaron a una mujer agonizante a la que pusieron en contacto con la primera. La enferma empeoró considerablemente, lo mismo al tocar la segunda, pero al hacerlo con la tercera, recuperó instantáneamente la salud. Según cuenta la Tradición, al ocurrir el prodigio, Elena y sus damas de compañía cayeron de rodillas y agradecieron al Cielo el hallazgo5. Santa Elena, junto al obispo Macario de Jerusalén y centenares de devotos, llevaron la Cruz en procesión por las calles y al hacerlo, se cruzaron en el camino con una viuda que llevaba a enterrar a su hijo. Le acercaron la santa reliquia y éste resucitó. Aquellos hechos asombraron a Oriente y las conversiones se sucedieron de a miles. Ordenó la emperatriz dividir la Cruz en tres partes: una quedó en Jerusalén, en poder del obispo Macario, para la Iglesia en Tierra Santa; la segunda fue enviada a Bizancio6 y la tercera a Roma, para ser depositada en la basílica que tiempo después se llamó de la santa Cruz de Jerusalén. UNA VIDA DE SANTIDAD Según refiere san Ambrosio, pese a su elevada posición social, siempre vistió santa Elena de manera sencilla, ayudando a los menesterosos económica y espiritualmente. Con los dineros que le proveyó su hijo construyó hospitales y posadas destinados a los humildes y a quienes peregrinaban a los lugares santos. En Palestina se quedó varios años viviendo en oración y haciendo caridad, cuidando enfermos, atendiendo esclavos, liberando cautivos y protegiendo huérfanos. Su ejemplo y guía siempre fue la santa Madre de Dios. AL ENCUENTRO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO A los 80 años de edad emprendió Elena el regreso a Roma pero al llegar a Tréveris, se detuvo, agotada y enferma. Murió en el año 329, rodeada por sus seres amados, entre quienes destacaban Constantino, su nuera7 y sus nietos, todos futuros emperadores. Sus restos, trasladados a Roma, fueron depositados en la capilla que lleva su nombre, donde miles de fieles acuden a venerarla. La santa Iglesia católica conmemora su aniversario los 18 de agosto de cada año. Esposa abnegada, madre ejemplar, cristiana perfecta, Elena encarnó en su persona las cualidades de la Madre de Dios, de ahí su paso a los altares, donde ha ganado un sitial de honor. Constantino recibiría el Bautismo unos años después, en el 331, cuando padecía la enfermedad que lo conduciría a la muerte. ORACIÓN Iª Amabilísimo Redentor de mi alma, Jesús de mi corazón: que desde el Cielo bajaste a la Tierra, a buscar y hallar la santísima Cruz en que padeciste tantas y tantas penas, para que por ellas gozáramos eterna gloria; te ruego por los misterios altísimos de tu santísima Cruz y por la preciosísima Sangre que por mí en ella derramaste, me concedas todos los bienes que produjo aquel árbol de vida, para el bien, provecho y remedio de nuestras almas y por este medio pueda merecer, como te lo ruego, por todos los misterios de la santa Cruz, vivir sin ofenderte y morir en tu gracia, para ir a gozar al cielo los frutos de tu santísima Cruz. ¡Oh mi Dios, mi Salvador y Glorificador!, pues fuiste tan liberal y bienhechor en aquel Madero santo, que derramaste toda tu preciosa Sangre para mi remedio, derrama sobre mi alma, a la hora de mi muerte, una gota para que muera en tu gracia y asistiéndome entonces nuestra protectora y abogada santa Elena, con su intercesión, nos alcances lo que te pedimos en esta oración, y fuere más conveniente a tu mayor honra, gloria y provecho de nuestras almas, con cuyo patrocinio esperamos buscar con fervor y hallar con provecho la hora de nuestra muerte, los frutos preciosos con que nos convida tu Cruz, para morir en tu gracia y gozarte siempre en la bienaventuranza. Amén. ORACIÓN IIª Santa Elena, tú que al abrir tu mente y corazón a la luz del Evangelio y al encontrar el madero de la Cruz te convertiste en modelo de todas las virtudes cristianas, ayúdanos a romper las ataduras del pecado y volver a los brazos de Dios nuestro Padre. Tú hallaste el tesoro que nos habla el Evangelio, pues hallaste la Cruz de Cristo. Haz que también nosotros hallemos ese tesoro: Cristo viviente en nosotros. Que Él nos llene de paz, de justicia y de amor, en medio de nuestras tribulaciones y que un día nos encontremos todos en el Reino de los Cielos. Amén. Padrenuestro, Avemaria y Gloria. ORACIÓN IIIª Gloriosa santa Elena, admiramos tu vida excelsa. Dios quiso que naciera de ti aquel gran hombre que llevó al imperio romano la fe de Cristo y que un día hallaras la Madera grandiosa de la Cruz en que murió Jesús. Obténnos de Jesús fortaleza en nuestra fe y un amor grande a la Cruz. Que ninguna contradicción nos aparte de Jesús. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén. NOTAS A LOS NÚMEROS VOLADOS 1- Región del Asia menor (actual Turquía), junto al mar Negro conquistada por los romanos al mando de Lúculo entre el 74 y el 73 a.C. Sin ningún fundamento, los ingleses han pretendido imponer la versión de que la santa nació en Britania. 2- Etapa conocida como la Tetrarquía. 3- Hijo de Maximiano y suegro de Galerio. 4- Había allí un templo pagano dedicado a la diosa Venus edificado por el emperador Adriano. 5- Santa Elena fue llamada la “arqueóloga” de los Santos Lugares. 6- Antigua colonia griega, fue designada capital del Imperio Romano de Oriente y poco después rebautizada con el nombre de Constantinopla. Es la actual Estambul. 7- Constantino el Grande contrajo matrimonio con la hermana de Majencio y de esa unión nacieron los futuros emperadores Constantino IIº, Constancio IIº y Constante. FUENTE De Wohl, Louis. “El árbol viviente. Historia de la emperatriz santa Elena”; Ediciones Palabra S. A.
Posted on: Sun, 18 Aug 2013 05:18:10 +0000

Recently Viewed Topics




© 2015