237 TEMER PARA NO PECAR “Y Moisés respondió al pueblo: No - TopicsExpress



          

237 TEMER PARA NO PECAR “Y Moisés respondió al pueblo: No temáis, porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moisés se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios” (Éxodo 20: 20, 21). La escena era terrorífica: Sinaí estaba en llamas, cubierto por la densa oscuridad y las tinieblas de la tempestad. Se oía el estruendo y los relámpagos, el sonido de la bocina, “y la voz que hablaba la cual, los que la oyeron rogaron que no se les hablase más”. El monte humeaba y la tierra fue sacudida por el terremoto, “y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron lejos” (Ex. 20:18 y Heb. 12:19). “Tan terrible era lo que se veía que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando” (Heb. 12:21). Así es cómo Dios se presentó a su pueblo cuando bajó al monte acompañado por millares de millares de ángeles para dar la Ley. Se podría haber presentado en gloriosa luz, con un coro de ángeles cantando alabanzas con un arco iris detrás alumbrando un reluciente cielo, todo para atraer a su pueblo. ¿Por qué se presentó con terror espantoso? Moisés lo explica: “para que su temor este delante de vosotros, para que no pequéis”. El temor de Dios es para guardarnos de pecar. Es imprescindible. Dios se reveló a su pueblo como el Dios de ira y juicio, porque, amándoles, no quería tener que destruirles por su pecado. El temor a Dios era su mayor protección. Estaba entregando la Ley y la consecuencia de quebrantarla es muerte. Dios no deseaba su muerte, sino su santidad. Aunque les repelía, estaba dispuesto a presentarles el lado justo de su carácter por amor a ellos, para guardarles del pecado que les destruiría. Dios no se pone una cara simpática para que la gente crea en él. Les ama demasiado para hacerlo. Corre el riesgo de ser rechazado por amor a su bien eterno. A menudo en nuestra evangelización presentamos a un Dios de amor para que la gente le acepte, no el Dios de justicia, ofendido, con ira hacía el pecado. Así no hay necesidad de arrepentimiento. Si no hay nada que temer, no necesitamos la salvación. Notemos que Hebreos enseña que el Dios del Antiguo Testamento es el mismo que el Dios del Nuevo. No ha cambiado (Heb. 13:8). Escuchemos el aviso que nos viene del autor de Hebreos: “Mirad que no desechéis al que habla, porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. Nuestro Dios es fuego consumidor” (Heb. 12:25, 29). El temor de Dios es nuestra salvaguarda: nos guarda de pecar y, más aun, de apartarnos del camino de salvación hacia la perdición eterna. ¡Cuánto nos hace falta hoy día!
Posted on: Sat, 24 Aug 2013 06:52:52 +0000

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