25 años de inoperancia Aplicar políticas sociales eficientes - TopicsExpress



          

25 años de inoperancia Aplicar políticas sociales eficientes puede exigir recursos, gastos y movilización de personal muy especializado. Pero no siempre es así. A veces basta con hacer las cosas bien. Las simples cosas que forman parte de una función para la cual alguien fue elegido. No siempre se necesitan inversiones extraordinarias y se supone que los expertos que forman parte del plantel estable de la organización pueden realizar ese trabajo. Una investigación académica, cuyos resultados se reseñaron en la pasada edición de Búsqueda, dio cuenta de cómo los sectores más pobres de Montevideo son los que más tiempo demoran en llegar desde su casa a sus trabajos o a los centros educativos. Algo tan simple como el funcionamiento del transporte público se convierte en un factor relevante de desigualdad social. Algo que buenos técnicos en la Intendencia deberían resolver con un adecuado estudio y fórmulas prácticas para lograr la necesaria eficacia en el transporte. Lo paradójico es que un gobierno municipal que hace casi 25 años dirige los destinos de la ciudad y cuya retórica de sensibilidad social respecto al cuidado de las clases populares forma parte de su discurso político, no ha podido o no ha querido resolver un problema tan fundamental como ese. Para colmo, estamos hablando de una de las funciones básicas de un gobierno municipal. El desastre del transporte urbano es crónico. Podrá argumentarse que el Frente Amplio heredó un serio problema cuando se hizo cargo del gobierno de Montevideo, lo cual es verdad. Pero eso fue hace 23 años y medio: pasaron cinco períodos de gestiones frentistas. Tuvieron un largo cuarto de siglo para pensar, aplicar y celebrar mejoras sustanciales en ese tema. El estudio, preparado por un profesor e investigador de la Universidad Católica, Diego Hernández, contiene un relevamiento minucioso (basta imaginárselo cronómetro en mano) acerca de cuánto le lleva a un pasajero llegar desde ciertos lugares a su destino. Por obvio, el resultado no deja de ser sorprendente y cruel. Una vez más, los perjudicados son los sectores más desfavorecidos. Lo que el estudio dice es que a las personas más pobres les toma un promedio de 39 minutos llegar a su lugar de trabajo y que un 49% de los individuos que integran esa franja social depende del transporte colectivo urbano de pasajeros. La gente con mayor poder adquisitivo demora 28 minutos y un 64% usa su propio automóvil. Que tal vez tampoco lo usaría si el transporte fuera más eficiente. El problema se mantiene para quienes deben viajar a su lugar de estudios. Y se agrava a medida que la oferta es menor. O sea, toma más tiempo llegar a un liceo que a una escuela y más tiempo aún llegar a un liceo de segundo ciclo o a un institución de la UTU. Según la investigación, a los más pobres les toma 26 minutos acceder a un liceo con bachillerato, mientras que a los de mejor poder adquisitivo les lleva 13 minutos. También podrá decirse que los barrios menos favorecidos están muy lejos de donde se prestan los servicios más requeridos y eso explica la prolongación del viaje. Pero Montevideo tiene un diseño radial y sus puntos más lejanos nunca están a más de 16 kilómetros del Centro. Y, conviene aclararlo, a esa distancia hay barrios muy marginados y barrios de buen nivel. Por lo tanto, la distancia no es la razón, ni siquiera la excusa. Simplemente, el servicio es malo. La pregunta es por qué esto es así, por qué nadie se puso a trabajar sobre ello y más tratándose de un gobierno que alardea sobre su sensibilidad social. Es obvio que en este tema, no la tiene. Las políticas sociales tienden a buscar la mejor calidad de vida para los que tienen más necesidades. Algunos gobiernos prefieren volcar sus recursos en el reparto de dádivas. Por cierto, las políticas asistencialistas son importantes ante una situación crítica, de genuina emergencia. Pero no pueden perdurar en el tiempo; se supone que superado ese momento duro, las soluciones definitivas vendrán por otro lado. Especialmente en la generación de nuevos empleos que permitan salir de la marginalidad. Hay otras maneras de hacer políticas sociales. Que haya buenas escuelas y buenos liceos en los barrios más necesitados (hoy un tema de candente debate). Que estén a distancias accesibles. Que haya policlínicas eficientes en los barrios más alejados. Que los servicios de agua corriente, saneamiento y electricidad lleguen a los rincones más recónditos. Que las calles estén pavimentadas y las aceras hechas aun en medio de los caseríos más humildes. Que el transporte funcione. Para eso están los gobiernos y, en particular, los municipales. No son políticas que mejoren directamente el nivel de ingreso de la gente, pero al potenciar su calidad de vida, de alguna manera tiene un impacto positivo sobre ese ingreso. El tiempo perdido en un ómnibus donde se viaja mal e incómodo, donde nunca se sabe a qué hora pasa, es crucial para cualquier persona; más para los que tienen menores ingresos. Si las personas pueden cumplir con su trabajo, sin perder ese tiempo, podrán aspirar a uno mejor, aunque sea más lejos. Perderán menos tiempo (y horas laborales) si llegan más rápido a los lugares donde deben ver médicos, realizar trámites y resolver otros problemas. Toda prestación de servicios, pero en especial la del transporte urbano de pasajeros, llega a niveles muy altos de desconsideración hacia los demás, de desprecio al tiempo de los otros. Son situaciones que lindan en la crueldad. El gobierno departamental y el partido que lo apoya, el Frente Amplio, harían bien en dejar la retórica social de lado e ir "a las cosas" (dijera José Ortega y Gasset). Mejorar el transporte y hacerlo más rápido, es sentarse a trabajar. No requiere más que eso; tampoco menos que eso. Los técnicos tendrían que estudiar bien las rutas, rediseñar las paradas, mejorar las combinaciones, hacer públicos los horarios en cada parada (eso ahorra mucho tiempo a los pasajeros) y hacer cumplir las normas de convivencia y civilidad durante el viaje, algo que hoy es la causa de una permanente agresividad dentro de los ómnibus. Claro que si los técnicos fueron incapaces de diseñar un fluido y moderno "corredor" en la avenida Garzón (afectando de modo flagrante a pobladores de zonas que no son las más pudientes de Montevideo), ¿por qué habría que esperar algo mejor? Los gobernantes montevideanos llevan casi un cuarto de siglo predicando políticas sociales y, cuando deben enfrentarse a soluciones bien simples y concretarlas, no tienen idea sobre cómo hacerlo. De ese modo perjudican, una y otra vez, a quienes dicen beneficiar.
Posted on: Sat, 27 Jul 2013 17:10:13 +0000

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