3. LA SALVAGUARDA DE LA CREACIÓN La - TopicsExpress



          

3. LA SALVAGUARDA DE LA CREACIÓN La Conferencia de la Familia Franciscana en ocasión de Pentecostés 2005 nos envió la carta “Instrumentos de Paz”[9], de la cual hemos extraído los siguientes textos: Con las manos libres para abrazar y servir a los leprosos (cf. Test 1-3), Francisco y sus hermanos no necesitaban obtener instrumento alguno de defensa o arma, para proteger de los demás cuanto poseían (cf. TC 35). Libre de toda pretensión y de toda reivindicación, la primera generación franciscana no veía en el otro un concurrente ni un enemigo, sino en un modo simple, reconocía en cada uno, un hermano y una hermana en Jesucristo. Trabajando (cf. 1R 7, 1-9), viviendo entre los pobres y los excluidos (cf. 1R 9, 2), rechazando el dinero (1R 8, 1-12), nueva y brutal forma del capitalismo de entonces, Francisco y los suyos atestiguaban proféticamente la posibilidad de un modo diverso para vivir juntos, y de una sociedad civil y eclesial iluminada por el Evangelio de Jesús (Instrumentos de Paz 3). El difícil camino de la paz Después del “siglo oscuro” de guerras feroces, de dictaduras brutales, de grave e injusta disparidad social entre el norte y el sur del mundo, y de la guerra fría, el inicio del nuevo milenio se había llenado de esperanza y también de entusiasmo por un tiempo más pacífico y más justo. Pero ya los primeros años de este nuevo siglo nos han demostrado la fragilidad de la convivencia de la humanidad y se han abierto nuevas grietas, que amenazan la paz mundial y la reconstrucción del justo equilibrio entre las naciones. […] Por último, las despiadadas reglas de un mercado que, en aras de la libertad, subordina el valor de la vida al económico, privilegiando a pocos y marginando a muchos, frecuentemente condena a un futuro sin esperanza, sobre todo a los más débiles: mujeres, niños, ancianos y enfermos. […] A veces parece que las semillas de la paz fuesen sofocadas por los intereses del poder político y económico, por las estructuras de injusticia y pecado personal. […] En el espíritu franciscano, ante todas estas situaciones, no podemos permanecer pasivos o solamente espectadores conmovidos, sino que debemos sentirnos llamados a seguir las huellas de Jesucristo, que ha venido «para anunciar a los pobres un gozoso mensaje, para proclamar a los prisioneros la liberación y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y predicar un año de gracia del Señor» (Lc 4,18) (Instrumentos de Paz 6). Actualmente miles de personas mueren en el mundo producto de malas prácticas de empresas transnacionales, cuyo fin primordial es la obtención de jugosas ganancias. Como franciscanos debemos rechazar todas aquellas actividades que destruyan nuestro planeta y que solamente sirven para generar riqueza a unos pocos, que con su ambición sin medida ponen en peligro a toda la humanidad. ¿Cómo promover la salvaguarda de la creación en medio de un mundo en conflicto? En el Capítulo General OFS celebrado en noviembre del 2008, nuestra recordada ex Ministra General, hermana Emanuela de Nunzio, profundizando sobre el sentido de pertenencia a la Orden, nos recordaba: Con motivo de las preocupantes condiciones de nuestro planeta, se está desarrollando en relación a los problemas ecológicos una nueva sensibilidad: se impone la exigencia de luchar por entregar a las futuras generaciones un planeta verdaderamente habitable, en la perspectiva ofrecida por el Creador. Surgen nuevos valores, nuevos sueños, nuevos comportamientos asumidos por un creciente número de personas y de comunidades. Un principio fundante es el de la salvaguarda de la creación, principio que compromete a todos y cada uno. Es evidente que a todo esfuerzo planetario, cada País, e incluso cada persona, deben contribuir según sus posibilidades. Como franciscanos, además de reforzar nuestro compromiso personal de un estilo de vida sobrio (Regla 11 y CC.GG. 15.3), estamos también llamados a construir, junto a quienes trabajan en la mies del Reino, un mundo globalizado dentro del cual todos puedan entrar, donde exista veneración por la creación, amor entre todos y relaciones justas que, al menos, permitan a todos una vida digna. Así pues, tomarse en serio el cuidado de la creación significa comprometerse en distintos campos de acción, cada uno interrelacionado con los otros: desde la eliminación de las armas nucleares hasta una inversión del rumbo en lo que se refiere a los estilos de vida, desde una regeneración del poder político/económico/militar hasta la adopción de la no violencia como modo de vivir la relación con la creación y con todas las creaturas[10]. El desafío para nosotros los franciscanos y franciscanas es desarrollar esa otra forma de relacionarse con la naturaleza y entre las naciones. Se oye el llamado a “todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para contribuir con la construcción de un mundo más humano y justo”. Debemos erradicar la violencia social y ambiental del capitalismo y de otros sistemas y regímenes totalitarios que están dañando el medio ambiente. Para esto debemos restablecer los sistemas de producción que están basados en el bienestar común y el respeto a la creación. Los saberes ancestrales, la biodiversidad y su uso sustentable son temas de gran actualidad y deberían estar presentes en todos los diseños de política ambiental y de desarrollo sostenible. Éstos están vistos como un patrimonio natural y cultural, pero todavía no tienen la fuerza necesaria para ser parte del motor de las economías nacionales, por falta de políticas públicas que identifiquen la cadena productiva para productos y servicios que provienen de la biodiversidad de los territorios indígenas. Sólo se necesita estar conscientes y comprometerse con los grupos que ya están trabajando en ello.
Posted on: Fri, 21 Jun 2013 20:46:45 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015