45 Un doctor de la ley le dice entonces: Maestro, diciendo tales - TopicsExpress



          

45 Un doctor de la ley le dice entonces: Maestro, diciendo tales cosas, nos ofendes también a nosotros. 46 Pero que echáis sobre los hombres cargas casi imposibles de llevar, pero vosotros no las tocáis ni siquiera con uno de vuestros dedos! 47 ¡Ay de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas, a quienes mataron vuestros padres! 48 Con ello, vosotros sois testigos y solidarios de las acciones de vuestros padres, porque ellos los mataron, pero vosotros les edificáis sepulcros. 49 Por eso dijo también la sabiduría de Dios: Yo les voy a enviar profetas y apóstoles, de los cuales matarán a unos y perseguirán a otros, 50 para que se pida cuenta a esta generación de la sangre de todos los profetas que ha sido derramada desde la creación del mundo: 51 desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, asesinado entre el altar y el santuario. Sí, os digo que se pedirá cuenta a esta generación. 52 ¡Ay de vosotros, doctores de la ley, porque os llevasteis la llave del saber. Vosotros no entrasteis, y a los que estaban para entrar se lo impedisteis (Los versículos 53 y 54 no son textualmente seguros). Los fariseos son los discípulos sumisos y crédulos de los doctores de la ley. Lo que estos enseñan lo ponen ellos en práctica en la vida. Los reproches contra los fariseos recaen también sobre los doctores de la ley. Estos se equiparan a los profetas y exigen que se los oiga como a estos, como a Moisés, como a la ley misma. «Están sentados en la cátedra de Moisés» (Mt 23,2). El doctor de la ley llama Maestro a Jesús, pero al mismo tiempo le reprocha que ofende a los doctores de la ley, que blasfema contra Dios cuando los critica. La intangible santidad de la ley le hace increíble que Jesús le ataque. Al igual que contra los fariseos, también contra los doctores de la ley se formulan tres conminaciones. De la ley que Dios había dado para el bien y para la salvación de los hombres, hacen ellos una carga insoportable mediante su doctrina y exposición de la ley y mediante la cerca que ponen alrededor de la misma, pero ellos mismos saben muy bien esquivar las obligaciones mediante interpretaciones sutiles. A los profetas, que por razón de la palabra de Dios fueron asesinados por sus abuelos, les erigen monumentos, con los que quieren expresar que ellos no tienen nada que ver con aquellos hechos pasados, pero al mismo tiempo quieren matar al mayor de los maestros y de los profetas, a Jesús. Se arrogan el derecho exclusivo de explicar la Escritura y la voluntad de Dios, y de esta manera llevar al conocimiento de Dios y consiguientemente a la vida eterna, pero al mismo tiempo repudian a Jesús e impiden que otros lo reconozcan y así, mediante su mensaje y su obra, alcancen el conocimiento y la vida eterna. Las conminaciones que afectan a los doctores de la ley tienen su razón más profunda en el repudio de Jesús. Él puede decir de sí mismo: «Mi yugo es llevadero, y mi carga ligera» (Mt 11,29). Él es el profeta de Dios, que compendia y sobrepasa la palabra de todos los profetas. Él tiene la llave del conocimiento, porque él da el conocimiento. «Nadie conoce quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo quiere revelárselo» (10,22). La culpa más grave que pesa sobre ellos es que ellos mismos no reconocen a Jesús y además impiden al pueblo reconocerlo. Es grande la responsabilidad de los que ostentan la autoridad de Dios. El segundo de los tres reproches ofrece una breve historia de las suertes de los que anunciaron la palabra de Dios. Los profetas la anunciaron y fueron asesinados. En la época de Jesús erigen los doctores de la ley monumentos a los profetas asesinados. Los sepulcros de Amós y Habacuc eran meta de peregrinación en los días de Jesús. Aparentemente son indicio de hasta qué punto por aquellos días se apreciaba la palabra de Dios y a los que la habían anunciado. ¿Pero qué sucedía en realidad? Jesús es más que profeta, y precisamente los que erigen monumentos a los profetas maquinan contra la vida de Jesús. Vosotros sois testigos de las acciones de vuestros padres, pero vosotros edificáis... Los doctores de la ley son testigos de cómo ahora se presenta un profeta de Dios, pero lo repudian y así se muestran solidarios de los asesinos de los profetas. Y sin embargo erigen monumentos... Quien no reconoce a Jesús como Mesías no puede comprender la revelación de Dios y la historia de la salvación. ¿Cómo es posible que sean repudiados los pregoneros de la palabra de Dios, que sea repudiado Jesús, el más grande de todos los profetas? La Escritura no investiga las razones psicológicas de los hombres, sino que se contenta con indicar la más profunda razón teológica: la sabia permisión de Dios. Lo predijo la sabiduría de Dios: la Sagrada Escritura. Como aconteció a los profetas del pasado, así está aconteciendo también a Jesús, y así acontecerá a los apóstoles enviados por Jesús. El hombre se rebela contra las exigencias de Dios. La historia de las revelaciones de Dios desde el principio hasta el fin da testimonio de que los hombres de Dios son entregados a la muerte. Al comienzo de la Biblia está la figura de Abel (Gén 1), que fue asesinado por su hermano, al final de la Biblia, que según el canon véterotestamentario se cierra con el libro de las Crónicas, está el asesinato de Zacarías (2Cró 24,20s). Los manejos de los homicidas de los hombres de Dios van creciendo en impiedad y en brutalidad. Abel fue abatido en pleno campo, Zacarías entre el altar de los holocaustos y el templo, en un lugar de asilo. El punto culminante de esta historia de la resistencia contra la palabra de Dios será la muerte violenta de Jesús, que le aguarda al término de su viaje a Jerusalén. La historia de Israel termina con la destrucción de Jerusalén. Esta catástrofe es explicada como castigo por el violento repudio de la palabra de Dios. Se pedirá cuenta de la sangre de todos los profetas. La historia del mundo es la historia de la palabra de Dios entre los hombres. Todos los desmanes de los doctores de la ley tienen su raíz aquí: en que no pusieron como centro de todo la palabra de Dios, sino su propia sabiduría.
Posted on: Sun, 28 Jul 2013 21:19:09 +0000

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