ACÁ LES COMPARTO ALGO MÍO, MENOS "GATUNO"... jeje - El secreto - TopicsExpress



          

ACÁ LES COMPARTO ALGO MÍO, MENOS "GATUNO"... jeje - El secreto de la auténtica felicidad - “A eso de la medianoche, Pablo y Silas se pusieron a orar y a cantar himnos a Dios, y los otros presos los escuchaban”. Hechos 16:25 Admito que uno de los retos más difíciles que he tenido que enfrentar es el de poder cantar durante los períodos tristes. En estos momentos, cuando la aflicción irrumpe en el alma y se paralizan mis emociones, si hay algo que no deseo es cantar. Las penas, tarde o temprano nos llegan a todos. La decisión de oponer resistencia o abandonar, de salir al encuentro o renunciar, de soportar o rendirse, nos pone frente a frente con la capacidad que posee cada uno de nosotros para sobrellevar la fatalidad. Aquellos que han atravesado caminos de angustia y dolor, conocen muy bien estas vivencias, pues han sido confrontados con la dura tarea de prevalecer sobre el abatimiento y la desolación. ¿Cantar cuando deberíamos estar llorando? ¿Entonar una canción cuando en realidad lo que deseamos es gritar desesperadamente? ¡Debe tratarse de un error! Esta es una invitación simple, pero parece una locura. Sin embargo, ha sido la invitación que a lo largo de los siglos Dios ha realizado a miles de creyentes de todas las latitudes en todo el mundo: “¡Canta, OH, buen cristiano, dulce será cantar!... ¡Canta en las noches tristes, canta en el sol y en luz, que el mal así resistes, canta de Jesús!” Con esta simple invitación el Señor ha enseñado a sus hijos en todo tiempo y lugar, que cuando lo alabamos algo sucede. Estoy de acuerdo de que se trata de una verdad muy conocida. Es cierto, no escribimos ni descubrimos nada nuevo. He pedido al Señor, por eso, que Él mismo nos haga redescubrir la efectividad de este principio que Pablo vivió en esa fría cárcel de Filipos. En la vida de Pablo, la ciudad de Filipos, estaba ligada indefectiblemente al tormento que significa la privación de la libertad. Asimismo, en los recuerdos del apóstol, posiblemente esta ciudad y los creyentes que allí vivían estaban vinculados al gozo que produce la adoración en medio de circunstancias difíciles. Revivamos el episodio sucedido en la cárcel de Filipos (Hechos 16:11-40). Pablo había llegado allí, después de que a través de una visión un varón macedonio le rogara que fuera a aquella ciudad. Luego de algunos días, durante los cuales estuvieron predicando, él y Silas fueron arrojados injustamente a la cárcel. La acusación: estaban alborotando la ciudad. Unos hombres, dueños de una muchacha que había sido liberada de un espíritu de adivinación, al sentirse perjudicados por no tener ahora lo que les hacía ganar dinero, los acusaron además ante las autoridades de la ciudad, de estar enseñando costumbres ilícitas. Avergonzados y azotados públicamente; la cárcel sería el destino final que tragaría a Pablo y a Silas en el calabozo más profundo, ese que está reservado para los delincuentes más peligrosos. Tal degradación fue rematada con el cepo, donde les sujetaron los pies. Pablo conocía de cerca la adversidad que, como siempre, aparecía unida a la soledad. Fue en la soledad de esa sucia prisión donde ellos levantaron una oración. ¡Cuesta pensar cuánto les debe haber costado sobreponerse a semejante humillación! El dolor en el cuerpo debido a los muchos azotes agudizaban los sentimientos de bochorno e indignidad. De repente, en el medio de la noche, el resto de los presos comenzó a escuchar un extraño sonido: canciones que provenían del corazón mismo de la celda. Eran himnos que exaltaban el nombre de Dios. Sin tiempo para pensar en semejante acto de locura, sobrevino casi de inmediato un terremoto de tal magnitud que hasta los cimientos mismos de aquella cárcel se sacudieron. Y lo más insólito es que, como consecuencia del sismo, las puertas del recinto se abrieron. Es como si alguna mano gigante e invisible hubiera agarrado aquella prisión para sacudirla con el único motivo de abrirla. Pablo fue testigo del poder de Dios y de cómo Él pudo romper las cadenas que lo ataban y abrir las puertas del presidio. Pero antes de ver ese milagro, el gozo estuvo presente durante el tiempo de padecimiento por medio de la adoración. En esta época, nos confinan cárceles absurdas. Casi sin querer quedamos atrapados por la angustia o la ansiedad. La depresión es la más cruel de las celdas del alma que ha recluido a miles en nuestro siglo. Fobias, temores de toda índole ocupan la lista que no parece tener fin. La culpa y la falta de perdón son cadenas muy sutiles. ¿Cuál es tu cárcel? ¿Qué mantiene tu alma encerrada? Es tiempo de ser libres. Dios tiene poder para librarnos y quebrar cadenas que nos atan y puertas que nos oprimen. Aquí, sin embargo, es necesario diferenciar entre lo que significa la música y el canto como medios para disciplinar nuestra alma en momentos difíciles, y el hecho de que las canciones se puedan llegar a convertir en un fin en sí mismas. Haremos bien en recordar que son sólo medios de adoración. Que la adoración, que damos por medio de los instrumentos y del canto, la dirigimos al Señor. De modo que en todo momento Jesús debe ser el único objeto de nuestra alabanza. Penosamente, hay quienes se han extraviado y en el intento de dar gloria al Creador, sin darse cuenta, se han limitado a ser adoradores de la música o de una bella canción. Otros, desatinadamente terminaron dándole gloria y honor a un instrumento musical y cuando, de algún modo, éste se les privó, dejaron de asistir a la iglesia. ¿Son adoradores de Dios o adoradores de la adoración? Ministros del altar, ¡que Dios nos libre de una devoción tan inadecuada e infructuosa! ¡Canta! ¡Sí! Porque Su Gozo vendrá mientras le adoremos a Él. Marita Lo Duca
Posted on: Sat, 24 Aug 2013 04:37:09 +0000

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