... Abrió la puerta de su recamara y se contempló ante el frío espejo de un vetusto ropero, mientras se quitaba los últimos restos de maquillaje y eliminaba de su faz la eterna sonrisa, como si de una máscara se tratase, que le conferían una vida alternativa y deseada por muchos. En esos momentos se transformaba en lo que era realmente: alguien mediocre que necesitaba disfrazarse para sobresalir de los demás. Miró las fotos y artículos de periódicos que colgaban en las paredes vacías; todo era una fama adaptada. Siempre se había mostrado ante los compañeros como un galán, un ejemplo a seguir por todos por su afabilidad; pero no era cierto, todo lo que hacía y decía era un montaje calculado metódicamente. Esas fiestas donde se reunía, y sus minutos de gloria en las que solo buscaba prestigio; eran todas una farsa; todo eran sonrisas vanas mezcladas con miradas inquisitivas y recelosas por si acaso le quitaban el protagonismo. Todos los lugares a dónde iba se convertían en una carnavalada en honor a la hipocresía. ¿Los amigos y los compañeros? Nunca existieron, pues también eran expertos protagonistas de efímera gloria. Todo era un sistema de "cambio" ofrecía popularidad; los decadentes periodistas le daban en compensación noticia lisonjera. Ese material que tanto caos produjo, ya no es mas que una triste historia común en el mundo. Ahora sentía que fue un objeto utilizado, odiaba ese traje con el que actuaba todos los días, y que sólo se quito cuando lo obligaron, tuvo el remordimientos de todo lo que había hecho con él prestigio y honorabilidad de su casa y defraudar a sus representados, quienes habían confiado en el. Suspiró; ya todo daba igual, pensó para sí. Era el momento de unirse al vulgo, junto con todos aquellos que vistieron su traje de hipocresía. Cerró la puerta, y por una vez se liberó de su horrible carga.
Posted on: Sat, 17 Aug 2013 01:04:00 +0000