Agradecimiento a cargo de Santiago Caballero, en nombre de la Hermandad, al concluir la misa de la III Peregrinación a Caazapá de los devotos del P. Julio. Domingo 27.10.13 Dignos Ministros del Altar. Hermanos, Hermanas: Muchas gracias a la ciudad de Caazapá, a todos y cada uno de las y los caazapeños. Nos sentimos muy bien con todos ustedes en la común devoción al Siervo de Dios, Padre Julio César Duarte Ortellado. Para todos nosotros es un alto honor pisar esta tierra caazapeña, caminar por sus calles, recorrer sus casas, tal cual como lo hiciera nuestro futuro santo. Al repetir estos recorridos, sentimos la inmensa emoción de andar tras los pasos de un sacerdote ejemplar, entregado a Dios y a todos sus hermanos, sobre todo a los más pobres, a los más humildes. Con el Padre Julio César Duarte Ortellado, Siervo de Dios y muy pronto el segundo santo paraguayo, esta tierra bendita de Caazapá es nuevamente un espacio privilegiado de nuestra historia, de la historia de nuestra patria, de nuestra cultura, de nuestra fe cristiana. Efectivamente, Caazapá nace de las manos de Fray Luis Bolaños, el franciscano creador de la grafía de nuestra querida lengua guaraní y fundador de las Reducciones Guaraníticas, sistema evangelizador y civilizador potenciado por los padres jesuitas y de profunda proyección en nuestra historia. Los paranaes de esta zona llamaban al fraile, Pa’i Tukú; Pa’i porque lo consideraban un Chamán y Tukú por la capucha de su sotana. Con ellos fundó la Reducción de San José de Caazapá pues tanto su entrega a ellos como incluso sus prodigios le llevaron a los nativos a la admiración hacia su persona, hacia la adhesión a la fe cristiana. El prodigio del agua salvadora en medio de una terrible sequía fue el signo divino que coronó la conversión de los nativos y que hasta hoy admiramos: el Ycuá Bolaños. Esta tierra caazapeña también acogió la sangre de uno de los primeros mártires en nuestra tierra : la de Fray Juan Bernardo Cólman; fue hijo de un inglés y de una india. La causa de su canonización se inició ya en el siglo XIX, pero, lastimosamente se interrumpió cuando la Guerra Grande asoló , devastó, arrasó el Paraguay. A esta materia pendiente para todos los paraguayos y para los hombres y mujeres de fe, se une la causa que nos trajo aquí, a Caazapá: la del Padre Julio César Duarte Ortellado, Siervo de Dios. Nos asiste la profunda convicción del Pueblo de Dios que peregrina en el Paraguay y cuya figura, cuya imagen, hemos imitado hoy los devotos de Ybycuí, Mbuyapey, Quyquyhó, Carapeguá, Paraguarí, Ciudad del Este, Asunción y un grupo de sus parientes, encabezados por las tías Tota y Vielva, sus entusiasmos nos animan siempre. Peregrinamos con la devoción al Padre Julio porque así nos lo indican nuestros obispos, que por unanimidad apoyaron la causa de su canonización.En esta línea, monseñor Joaquín Robledo, obispo de Carapeguá emitió una resolución por la que se rezará en todas las misas dominicales fiestas de precepto una oración por la pronta beatificación y canonización del Padre Julio. Esperamos que todos los obispos emitan, muy pronto, resoluciones similares. Peregrinamos con la fe sencilla de los ancianos y ancianas que conocieron al padre Julio y afirman con profunda convicción que en él vieron, escucharon a un hombre de Dios. En sus liturgias, en sus oraciones, en las confesiones, en el trabajo de construir templos, capillas, hospitales, caminos y escuelas, vieron al sacerdote entregado, sacrificado, sobrio, que por amor a Dios y a sus semejantes comía poco, vestía sin ninguna ostentación, compartía su comida y todas sus pertenencias con los necesitados. No puedo dejar de mencionar aquí algunas ideas del Papa Francisco expuestas en una reciente entrevista. Dijo el Papa : “Sentir con la Iglesia para mí quiere decir estar en este pueblo…” “Sucede como con María: si se quiere saber quién es, se lo debe preguntar a los teólogos; si se quiere saber cómo se la ama, hay que preguntar al pueblo…” Y permitan-me extender estas ideas a la causa que nos motiva y que nos trae aquí a Caazapá como peregrinos: el pueblo nos dice, con la claridad del amanecer más límpido, que Julio César es un santo; que su testimonio de vida entregada a Dios y a sus hermanos, de su vida sobria, sencilla, comprometida en la búsqueda de una sociedad más justa, más fraternal, lo hace merecedor de la gloria de los altares y que su ejemplo es más que nunca necesario en los tiempos que vivimos hoy en el Paraguay. Esta Tercera Peregrinación de los devotos del Padre Julio a Caazapá nos motiva y nos fortalece para apurar la causa de su canonización. Y, ¿por qué me atrevo a llamarla Tercera Peregrinación? La primera acompañó sus restos mortales desde Ybycuí hasta su Caazapá natal. Fue una demostración multitudinaria de amor, de gratitud, pero de profundo dolor al perder, físicamente, a un hombre de Dios. Una participante de esta peregrinación, la tía Hilda, me contaba ayer con profunda emoción: “El cielo se asoció a nuestras lágrimas con una pertinaz lluvia”. La segunda, fue cuando unos devotos de Ybycuí llegaron hasta aquí para desandar el camino anterior: volver los restos mortales a Ybycuí, al templo por él levantado y el centro de una tarea evangelizadora y de desarrollo extendido a Mbuyapey y Quyquhó. La Tercera es la nuestra, y la realizamos en recordación del aniversario de su Ordenación Sacerdotal, en Roma, en el altar de San Pedro, y de su primera misa solemne oficiada, aquí en Caazapá, rodeado de su papá, de su mamá, de sus hermanos, de sus parientes, amigos y compueblanos. Esta Tercera Peregrinación, donde caminamos unidos como hermanos, nos compromete y nos anima. Que desde hoy, todos, de todos los pueblos se levante hacia Dios, Nuestro Padre, la oración fervorosa, a tiempo y a destiempo, para que muy pronto el Siervo de Dios, Padre Julio César Duarte Ortellado sea proclamado santo, el segundo santo paraguayo. En nombre de la Hermandad, muchas gracias. Ore pyaité guivé: aguyjé, aguyjé, aguyjé.
Posted on: Mon, 28 Oct 2013 22:28:08 +0000
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