Al margen del resultado momentaneo, transitorio y casual ocurrido - TopicsExpress



          

Al margen del resultado momentaneo, transitorio y casual ocurrido en las ultimas legislativas Pampeanas, en bueno y muy oportuno observar el panorama actual de la Argentina, pero observar desde lo más profundo, no solamente por lo que quieran hacer creer a la sociedad los medios oficiales, llamese prensas oral, televisiva, escrita o los clasicos militontos que inmersos en el fanatismo tratan de llevar esa imagen erronea a la sociedad desinformada. Pero no es tan difícil de entender, simple y yanamente, PERDIERON. La primera vez que escuché a alguien justificar una derrota electoral fue en 1983, en la primera elección a la vuelta de la dictadura. En las agrupaciones estudiantiles por aquel entonces, se discutía con pasión. Los militantes de la Juventud Univeritaria Peronista se reivindicaban como "de izquierda". El resto de los militantes les reprochaban que apoyaran a Italo Luder y Herminio Iglesias y ellos explicaban que debían estar donde estaba el pueblo. Bueno: resulta que Raúl Alfonsín había ganado por paliza. Y ese martes, al pie de la escalera de la sede de la calle Independencia, el dirigente más carismático de la JUP mostraba recortes arrugados de diarios para explicar que en las zonas obreras del conurbano el peronismo seguía siendo dominante. Era un militante, idealista, que estaba dolorido porque las cosas no eran como él las esperaba. En ese sentido, mucho más noble que muchos dirigentes y analistas hoy que les mienten a los militantes como si tal cosa. Perdieron. Eso ocurrió ayer. Se podrán discutir las causas. Pero el pueblo les votó en contra. En estos años, se instaló en un sector de la Argentina la idea --se ve hoy, un poco absurda-- de que el pueblo tiene mayoritariamente una identidad asumida de una vez y para siempre, como si la realidad no fuera dinámica. En ese sentido, muchas personas creyeron que el voto del 2011 sería eterno y que todo lo que se dijera sobre un cambio de humor social, era gorila. Y que todo aquel que contara que algo estaba cambiando se convertía inmediatamente en alguien de la "opo" o de la "corpo". Era una verdad revelada. El kirchnerismo es genial, nunca hubo nada igual. Cristina es la más bella, la más inteligente, la más patriota, y entonces todo está predestinado a durar para siempre. Es una concepción que prescinde de la historia. Carlos Menem arrasó en 1995 y fue derrotado en 1997. Fernando de la Rua llegó al poder en 1999 y recibió un tremendo voto castigo dos años después. CFK ganó en el 2007 por mucha diferencia y fue rechazada dos años después. ¿Había alguna razón para pensar que esto duraría para siempre más allá de la mirada autocomplaciente y endogámica del Gobierno? Quizá por eso, para empezar, perdieron. Porque pensaron que nunca podían perder. Hay, en este proceso de autoconvencimiento, muchos responsables. En estas horas, están agarrándose de dos tablas de salvación. Ambas, por ejemplo, se pueden ver en la nota de Horacio Verbitsky de hoy, o en las tapas de todos los diarios alineados con el Gobierno. Son operaciones para la militancia, para que no decaiga el ánimo, como si los militantes no pensaran por sí mismos. La primera tabla de salvación argumenta que se trató de una elección parlamentaria y que en ese tipo de elección el voto siempre es más disperso. Es falso. Quiero decir: están mintiendo. Y lo saben. Desde 1983 para acá, los gobiernos ganaron elecciones de medio término en 1985, 1991, 1993 y 2005. Las perdieron en 1987, 1997, 2001 y 2009. O sea, no se puede establecer una regla. Cuando la gente quiere apoyar a un Gobierno, lo hace, aun en elecciones de medio término. El segundo argumento sostiene que el FPV mantiene la cantidad de bancas en la Cámara de Diputados. Es cierto el dato. Pero se debe a una victoria anterior, no a la derrota de ayer. El oficialismo no llegó al 30 por ciento de los votos en todo el país. En la historia política argentina, es muy difícil encontrar el caso de una fuerza nacional que lograr tan pocos votos Ni siquiera les pasó a otros Gobiernos cuando le iba mal. Son números casi negativos. Sostenerse de la cantidad de bancas que les quedan es una pavada. El encuestador Artemio Lopez --otro de los encargados de que no decaiga el ánimo-- hace pocas semanas hizo dos pronósticos. Dijo, por un lado, que el caudal nacional del FPV no bajaría del 40 por ciento. Se equivocó por casi quince puntos. Sin aliados, apenas supera el 26 por ciento. Y sostuvo en la provincia de Buenos Aires, el FPV tenía un piso del 37 por ciento. "El 32 de Nestor Kirchner del 2009, los 5 de Sabatella más lo que agregue una mejor situación económica", argumentaba. Bueno. Es el mismo que, cuando se produjeron las explosiones populares del 2012, explicaba que era solo parte del 46 por ciento que votó en contra y disperso en el 2011 pero que en nada afectaba a la base del FPV. Ahora se sabe: esa base se redujo a la mitad. Era todo verso, como es verso decir hoy que mantienen la primera minoría, que son la primera fuerza en el Congreso, que tienen muchos diputados. Perdieron. Las derrotas no son eternas, como tampoco lo son las victorias. No alcanzó la foto tramposa con el papá, las obvias apelaciones a la enfermedad de Insaurralde, el aumento de las jubilaciones y de la asignación por hijo, la utilización de la imagen de Nestor Kirchner en las boletas, la curiosa operación de la última semana alrededor del asalto a Massa, la devolución del impuesto a las ganancias retenido en la primera cuota del aguinaldo, todas esas herramientas que el oficialismo usó con descaro en la campaña. Perdieron. Ustedes lo saben: dejen de engañar a los pibes. Y cuando un Gobierno pierde es por una razón básica: porque gobernó mal en el período que se juzga. CFK compara todo el tiempo con el 2003. Avisenle que queda lejos. Que ya pasó una década. Y que las referencias son más cercana. Por ejemplo, si se compara el 2013 con el 2007, ¿cómo estamos? Que la Argentina haya vivido una crisis en el 2002, no quiere decir necesariamente que la sociedad se conforme con esto que vivimos ahora. Y es una suerte que la vocación de cambio no se detenga o no ceda ante la extorsión del 2001. Como tuvimos aquella crisis, parece que hay que bancarse el apriete, las medidas ridículas --que son muchas--, a patota Moreno diciendo que Massa es un boludo, la corrupción nunca explicada, la ayuda social eterna que refleja los límites tremendos del modelo, las reacciones destempladas frente a las tragedias donde mueren los otros, los paseos a presos condenados diez minutos antes por haber quemado viva a su mujer, los pactos horribles con Irán, la campaña absurda del 7D, los viajes estrambóticos, la reforma oscurantista del Poder Judicial o medidas económicas inentendibles como el "mirar para cuidar" o los bonos cedan, que parecen diseñados por principiantes que juegan con la vida de los demás. Perdieron. Las derrotas no son eternas, como tampoco lo son las victorias. Pero perdieron. En medio de tantas explicaciones, una de las que aparecen una y otra vez apuntan al rol de los medios en la elección. Ayer, por ejemplo, lo deslizó la Presidente. Es un elemento recurrente. Muy gorila, por cierto. Sostiene que hay un montón de gente, el pueblo, la mersada, la gilada, que es pasible de ser manipulada por los medios de comunciación y una vanguardia iluminada que sabe decodificar ese mensaje. Es decir: millones de personas que laburan y viven lo que les pasa alrededor, miran una hora de TN por día y quedan hipnotizadas. Entonces, votan a Cobos, Massa o Carrió. En cambio, en la cúspide del poder están los que saben. Los que no se dejan encandilar por Magnetto. Los que estudian las cartas abiertas. Y entonces, pueden explicar de qué va la cosa. Es un argumentoe tremendamente irrespetuoso hacia las grandes mayorías y, otra vez, hacia la historia. Hay una famosa frase de Perón al respecto. Pero Carlos Menem en 1995 también brindó porque "le ganamos a los medios". Y ni que hablar lo que ocurrió en el 2011. Cuando los kirchneristas le echan la culpa a los medios de sus derrotas, dan una imagen demasiado quejosa y autcomplaciente. Perdieron. Así de simple. Podrán revertir la situación. O no. Se verá. Dependerá de su talento y de cosas que no se pueden manejar. Pero perdieron. En democracia, eso quiere decir que el pueblo --al que tanto citan y en forma paralela desprecian-- los castigó ayer como los premió hace dos años. Nada dramático. Pasa en las democracias. La gente elige. No importa el aparato, ni la guita, ni nada. Las cosas cambian. Y el que gobierna mal, pierde. Es sano que sea así.
Posted on: Wed, 14 Aug 2013 17:20:00 +0000

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