Amigos, los invitamos a leer la note de hoy en Infobae: ¿QUE CLASE DE INMORTAL TE PENSAS QUE SOS? ¿Vieron “Wolverine”? Bueno, la película es medio plomazo. Nose si soy yo o qué, pero últimamente veo un montón de mensajes profundos en argumentos sonsos. Resulta que Wolverine es inmortal, lo cual es el antídoto de cualquier película de acción. Que el protagonista sea inmortal anula lo que pudiera tener de entretenido cualquier enfrentamiento. El tema es que Wolverine está algo confundido con su poder (la inmortalidad). Se pregunta respecto del sentido de ser testigo de la muerte de todos sus seres queridos. Es ahí cuando un chino millonario le propone transferirle su inmortalidad a él. En el momento de mayor tensión de la película, cuando Wolverine le está pasando su inmortalidad, el chino le dice algo así como, tu problema es que no te bancaste ser inmortal. Aunque se estén mordiendo las uñas -por respeto a la industria del cine- no les voy a contar como sigue esta escena. En “La muerte le sienta bien” (1.992) donde actúa Bruce Willis, sucede algo parecido. Hay una pócima para la inmortalidad y la única premisa que la bruja aconseja a los aspirantes de vida eterna es “cuida tu cuerpo”. Tomemos estas escenas como disparadores. Es común a todos los hombres alguna vez desear, o al menos, plantearse o la superación de la muerte. En esto, hay una forma epidérmica de entender la inmortalidad, que sería como la continuidad indefinida de nuestra experiencia terrenal. Y la otra, sería reconocer la continuidad post-mortem de otro modo de ser, no corpóreo, aún ignorando nociones respecto a cómo sería. No es difícil imaginar que si Usted buscara la inmortalidad aquí, no sería otra cosa que pretender perseverar en el infierno. Depositar un valor de trascendencia sobre el cuerpo es lo mismo que apostar todo a un número que nunca va a salir. El cuerpo se descompone. Esta ley básica de la física parece insólitamente renegada por algunos. La magnanimidad no siempre va acompañada de comprensión. En alusión a esto, podemos ver la intensidad de personas que (para bien o mal) cambiaron la historia y su férreo deseo de inmortalizarse se tradujo en cuidar el cuerpo al extremo, tanto así, que derivó en esfuerzos por preservar la carne muerta: el freezer de Walt Disney, el formol de Hugo Chávez, las momificaciones de antaño (los faraones egipcios) los embalsamamientos (Mao Zedong, Stalin, Lenin, Eva Peron). Esta forma elocuente de delirio, desnuda una cruda intención de inmortalidad epidérmica. Pero quizás, nosotros (con menos posibilidades económicas de mantener el cuerpo en condiciones perdurables) compartamos con todos ellos la misma afinidad, una subrepticia pretensión de inmortalidad epidérmica. Y a esto, podemos verlo reflejado en el interés de inmortalizarnos a través de otros cuerpos (la secuencia de nacimientos familiares, el cuerpo de una obra que hayamos realizado, el legado en una empresa, la herencia, etcétera, etcétera…). Les propongo este ejercicio. Supongamos, al menos como hipótesis, que nuestro deseo de ser terrenalmente inmortal (inmortalidad epidérmica –ver párrafo 6 oración 3) fuese lo que causa nuestra encarnación aquí y nuestras futuras o pasadas reencarnaciones. ¿Qué pasaría si en lugar de esto, deseáramos la verdadera inmortalidad? Si –tal como le cuestiona el chino a Wolverine- nos bancaríamos esa inmortalidad. Pero no respecto a seguir viviendo aquí de una “forma” u otra. No la inmortalidad de la separación, del conflicto de intereses, de cuerpos separados de otros. Una inmortalidad plena, sin cuerpos, sin espacio ni tiempo… ¿qué ocurriría si aceptamos ese destino como nuestro? ¿Te bancarías la Paz? ¿La felicidad eterna? Te invito a que cierres los ojos por un rato, la imagines y juegues a aceptarla. Quizás… ¿Quién sabe, no? Por Mariano Marquevich Psicólogo y novelista Trabaja en la investigación forense del delito. Contacto: [email protected] Twitter: @llavemaestraok lascosascomonoson.ar
Posted on: Tue, 06 Aug 2013 12:04:09 +0000
Trending Topics
Recently Viewed Topics
© 2015