Andry tenía 13 años y desde hace días planeó ir a disfrutar de los espectáculos de la Feria de la Chinita, pero más que ver a los grupos musicales, quería saborear ese amanecer gaitero del cual tantas veces había escuchado. Era esa primera experiencia que los muchachos en Maracaibo anhelan tener. Vivir ese momento hasta que raye el sol e interpretado como el preámbulo para ser unos hombrecitos, tener libertades y ser más independiente. Pero Andry Fontalvo, no tenía el visto bueno de su madre, Anny Karina Tejera Fuenmayor, para abandonar la casa. Sin embargo no abortó el plan. El sábado por la mañana lo vieron por primera vez lavando ropa en su casa del barrio 14 de Noviembre, en la parroquia Raúl Leoni. Allí se levantó junto a su madre, abuela y José Luís González, su padre de crianza, uno de los tres que tenía el jovencito. Su progenitor biológico jamás lo conoció y nunca vio de él. Gustavo Fontalvo, un medallista en los juegos bolivarianos del año 93 en la disciplina de Taekwondo, fue su otro padre y quien lo presentó, pero quien lo crío desde los dos años fue José Luis González, un hombre de unos 58 años, al parecer abuelastro. A este último, Anny le recriminaba llorando frente a la morgue porque no evitó que se fuera a la Feria. Pero ella misma en medio del dolor reconocía que su hijo Andry, el segundo de tres hermanos, era un muchacho muy atrevido y desobediente. Por eso nadie le quitó la idea de ir al complejo ferial en Grano de Oro y no se ruborizó cuando sus primos le echaban broma al verlo restregando con jabón una franela roja y un bluyín desteñido. Era su “pinta” para enferiarse y quería lucir bien. Resignado porque presentía que Andry, quien aparentaba tener más de 13 años por su espigado y robusto cuerpo, se marcharía sin el consentimiento de sus protectores, José Luis decidió acompañarlo. El jovencito sólo sabía de fiestas, tertulias con amigos hasta altas horas de la noche. Tenía todo el tiempo para ello pues se negó a continuar sus estudios y comenzar el bachillerato. “Yo lo inscribí pero nunca fue a clase. Mi hijo era muy desobediente…se le alzaba hasta su abuela”, comentaba entre gritos y llanto Anny Karina. Sin embargo describió a su muchacho como un jovencito sano, refiriéndose a que no cometía faltas graves ni delitos. La noche de ayer, a eso de las 9:30, Andry salió con José Luis. No tardaron mucho en llegar hasta cerca de la tarima donde se presentaba el gran espectáculo. “Él (Andry) estaba a mi lado cuando la estructura de un andamio comenzó a moverse rápidamente. Me cayeron unos tubos encima y me derribaron. Cuando me levante no lo vi…no supe de él. Comenzamos a buscarlo desde las doce de la noche porque no aparecía. A su madre le avisaron a las 5:30 de la mañana que no lo conseguíamos pero desgraciadamente pasada las seis de la mañana lo vimos tirado en una bandeja en la morgue forense. Estaba muerto y pensábamos que estaba con vida pero perdido”, dijo José Luis en conversación con NAD. Un tubo del andamio que unos 15 mil kilos que sostenía el sonido y una pantalla gigante no aguantó el peso de unas cuarenta personas que lo treparon bajo la “vista ciega” de las autoridades municipales. Por ello la estructura cedió y uno de los tubos le causó una gran herida a Andry Fontalvo en el cuello quitándole la vida en el acto. La misma mala suerte la corrió una adolescente de 16 años, Wendy Mary Briceño Rojas. Fueron en total dos menores que sucumbieron al desplome del armazón de hierro cuando un grupo de jóvenes comenzaron a moverse a lo que salieron al escenario los conocidos Chino y Nacho. Pero después de la desgracia, no fueron los artistas sino las autoridades de la alcaldía quienes dijeron, la tan conocida frase “El show debe continuar”. En efecto, la rumba siguió, tal como lo asegurara el Secretario de Seguridad y Orden Público de la Gobernación del Zulia, Jairo Ramírez, quien habilitó todo los servicios de emergencia para atender a los más de cincuenta heridos que arrojó esa tragedia.
Posted on: Tue, 19 Nov 2013 04:18:21 +0000