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Artículo de Juan Carlos Viloria para los periódicos de Vocento. «Wert, el fusible del Gobierno» En menos de una semana el ministro más vapuleado de los últimos tiempos, José Ignacio Wert, ha hecho un par de posados con el presidente del Gobierno hábilmente suscitados por el equipo de comunicación de Moncloa. La figura de Rajoy tan rácano habitualmente en su lenguaje gestual aparecía confortando al correoso pero tocado Ignacio Wert. Las luces de alarma se habían encendido 24 horas antes en presidencia cuando un portavoz de tres al cuarto de la Comisión Europea se había permitido la licencia de tachar de «basura» una nota del departamento que comanda el sociólogo metido a ministro. Era la última evidencia de que con Wert había barra libre. Hasta en Bruselas. Los encuentros forzados del presidente y el ministro en irrelevantes actos de presentación de libros en Madrid fueron un intento de rescatar al soldado Wert ‘in articulo mortis’. Demasiado tarde. El antiguo tertuliano, brillante comentarista y político ocasional había apurado los últimos sorbos de la amarga copa de su paso por el Gobierno y de su condición de ‘fusible’, esa figura que aparece en todos los gobiernos y que polariza la mayor parte de la energía negativa ya provenga de los medios informativos, de los funcionarios afectados, de los sindicatos o de la oposición. La diferencia del ministro Wert con otros ilustres fusibles del pasado como Fernando Morán con Felipe González o Cascos con Aznar es que al ingenuo ministro de Educación y Cultura lo han dejado solo, abandonado a su suerte, desde el minuto uno. Solo frente a los colectivos más poderosos -mediáticamente hablando- de la sociedad española: el lobby educativo y el de la cultura. Reformar la educación en España es más peliagudo que salir de la crisis y reducir el paro. En los centros escolares se libra una batalla feroz por el poder y el futuro. Es un segmento que ideológicamente se inclina de manera preferente hacia la izquierda, el laicismo, el igualitarismo y tiene un afán desmedido por controlar de forma autónoma sus mecanismos de promoción, selección y orientación de alumnos y profesores. Esa tarea hercúlea no puede dejarse en manos de un liberal ilustrado alejado de la política y sin un grupo de apoyo en el partido que sostiene al Gobierno. Así que si desde Moncloa lo dejaron a su suerte, desde Génova no ha tenido ni un minuto de calor. Y hay que reconocer que el ministro se ha comportado como un excelente parapeto de Rajoy al que ha librado de un gran desgaste. La subida del IVA cultural, otro de los temas más calientes de la legislatura se lo ha merendado también el amigo Wert. Tener enfrente actores de cine y teatro, libreros, autores de éxito, catedráticos y periodistas influyentes hace que no te siente bien el café de las mañanas. No sé cuanto tiempo aguantará en su sillón el ministro de educación pero al final de su trayectoria el presidente le deberá una.
Posted on: Tue, 19 Nov 2013 10:07:13 +0000

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