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Artículo publicado hoy 26/8 en diario PUNTAL A 150 años de su aparición, el 23 de agosto de 1863 EL RANQUELINO, PRIMER PERIÓDICO RIOCUARTENSE* Entre militares mal llevados y corruptelas varias, un libelo irrumpe en el desierto Escriben: Omar A. Isaguirre – Carlos Mayol Laferrére Bajo el título “El Ranquelino. Periódico Critico y Burlesco en Reaccion” apareció en 1863, cual es el antecedente más remoto de periodismo riocuartense. Ha transcurrido un siglo y medio del suceso. A esa condición precursora, se le añade que tuvo una vida tan corta como novelesca, en razón de los fácticos motivos que lo inspiraron. A falta de una imprenta en la Villa de la Concepción, surgió este pequeño periódico manuscrito de autor anónimo, en tiempos donde la frontera surcordobesa vivía nerviosa a causa de los malones reitrados, movimientos de tropas, la distancia y olvido de los gobiernos, entre otras penurias que atormentaban a la población. El sorprendente informativo, con caligrafía uniforme de trazos legibles, bastante mala ortografía, regular sintaxis y filosos epítetos, asumió el público compromiso de aparecer los jueves y domingos, para ocuparse con preferencia de resaltar “los abusos que comete la autoridad cibil” en clara alusión a la actividad administrativa del presidente de la Municipalidad de entonces, el comerciante y súbdito español don Francisco Martínez, destinatario inequívoco de la mayoría de los denuestos; además de formular serios cuestionamientos sociales y graves cargos sobre: la mendicidad y prostitución públicas, huérfanos sin asilo, venta de caballos mostrencos y la dudosa adjudicación del mercado, entre otras flagrantes inequedades. Su deseo de “respetar y hacer respetar las garantías del ciudadano que tan olbidadas están en este círculo”, hacía necesario “decir berdades muy amargas”. Claramente, se trató de un severo enfrentamiento entre señores municipales y jóvenes oficiales de la guarnición militar (Regimiento Nº 7 de Caballería de Línea), dando lugar al libelo cuyo nº 1 vio luz el domingo 23 de agosto de 1863. Un prospecto (o volante) previo sirvió de anuncio, por aquello de que “el que avisa no traiciona”; dejando en claro la implícita complacencia de algún oficial superior, de vista gorda. Para entonces “la villa era un hervidero de habladurías” ante las corruptelas publicadas, que distribuía el mozuelo Juan Ceballos (¡devenido en primer “canillita”!). Inmediatamente, la autoridad judicial actuó amenazante: “El Juez de Alzada sustituto del Departamento = Habiendo aparecido un escrito titulado “El Ranquelino”, sin que en él se dé al público una persona que como Editor responsable garanta sus escritos, y que sin tal requisito es un libelo o pasquín: Ordena á los escritores: = Que desde el número próximo expresen cual sea la persona que señalan como Editor responsable de sus escritos, la cual debe ser conocida como vecina o residente de esta Población, bajo la pena, si así no lo hicieren, de ser reputados como libelistas y castigados con las que el dro señala pa. estos delitos = Publíquese por bando y archívese = Río 4º. Agosto 24 de 1863. Manuel José Irusta” Lejos de amedrentar a los escribas, la respuesta al bando vino, astutamente, a través de un tal “Don Ambrosio Dla Noche”, lector quien -por divertido- no pudo ser más caótico a la hora de querer apaciguar los enconos entre las partes, pues aseveraba: “… El q. leía el bando era un biejo muy tembleque, q. estaba entre sanjuan y mendosa como llamamos nosotros los bolicheros á los borrachos. En fin lo q. decía el bando te lo diré, decía que lo redatores del “ranquelino” eran libelistas, porq. Le desíamos á la Sra. munisipalidad q. ocupaba a hombres saltiadores en los destinos públicos, como ser en el Jusgado de 1ª. Ynstancia…” Semejantes actos de abuso de la oficialidad contra la autoridad civil, obligó a la acusación -sumario policial local mediante- contra los autores sospechosos; cargo fue asumido a medias por éstos, amparados por la indiferente e irresoluta intervención del gobierno de Córdoba. Papeles iban y venían, acompañados con cada nueva edición de “El Ranquelino” sin que el diferendo se resolviera. La indagatoria posterior determinó que el teniente Ángel Gregorio Zavalía había sido la cabeza intelectual del impío periódico, con sus “cuatro amigos” de armas; teniente Román Ibazeta, ayudante Emilio del Gaje y el comandante de la Guardia Nacional, Casimiro de Olazabal fueron quienes acordaron la redacción de semejante piedra del escándalo. Dadas las anormales circustancias, quedan dudas si corresponde el reconocimiento de los improvisados “periodistas” como tales; aunque, en cualquier caso, ellos fueron los primeros. Desde la umbría redacción y las pacientes copias -pluma en mano- de cada ejemplar, “El Ranquelino” no se guardó nada. Aprostrofó a diestra y siniestra a las autoridades municipales que apenas ensayaron alguna defensa frente a las evidencias enrostradas. Sólo el cambio de autoridades y alguna reconvención le puso fin a la empresa mediática, no exenta de tirria vengativa: “¡¡¡A la calle con él!!! Lo q. no sirbe es torba; decía uno hablando del Presidente de la munisipalidad, y nosotros q. lo oyamos, preguntamos y desimos tambien, ¿Es posible q. los besinos del Río 4º. hayan de emplear en los destinos públicos á un estranjero, habiendo tanto Jóven capas de desempeñarlo, con mas exatitud y constancia q. el q. lo desempeña, viendo almismo tiempo q. este nada hase en beneficio publico, y solo sí en probecho de sí mismo?” A los fines de nuestra historia, las fechas: 23 de agosto, 27 de agosto y 3 de setiembre de 1863, coinciden con cada uno de los tres manuscritos conocidos, en la certeza que no hubieron más. Tampoco las denuncias formuladas tuvieron correlato en el estrado judicial, por lo tanto: ¡Aquí no ha pasado nada…!. La carrera de “El Ranquelino” fue brevísima, pero seguramente sirvió para que la entonces “Villa del Río 4º” supiera del valor inestimable de contar con un verdadero diario impreso. Pero, faltaba una década todavía para leer: “La Voz de Río Cuarto”. Un trabajo precursor de la historiadora Norma Riquelme de Lobo, hizo público los facsimilares de “El Ranquelino”, con una presentación de su cosecha. Luego, en “Historia de Río Cuarto”, Barrionuevo Imposti transcribió los textos completos de los polémicos manuscritos, cuyos únicos ejemplares existentes se guardan en el Archivo Histórico de Córdoba, dentro del expediente de la causa. *Del libro: “Historia de los diarios de Río Cuarto 1875-2010. Ciento treinta y cinco años de noticias” (en prensa)
Posted on: Tue, 27 Aug 2013 01:12:12 +0000

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