Ayer muchos conmemoraron en el recuerdo el episodio que comenzó a enlutar la democracia latinoamericana, gestándose la caída del gobierno de Salvador Allende. Porque mal que les pese, era un gobierno democráticamente electo que asumiera el 24 de octubre de 1970 como tal y conforme lo preveía la misma Constitución chilena. Pero la extrema soberbia y ambición de un Nixon, republicano él, coartó toda posibilidad para que aquel gobierno soberano y democráticamente electo conforme a la voluntad del pueblo chileno llegara a su término. No importa el color que tuviera ni la ideología que profesara. Aquello fue una brutal como ilegítima injerencia en los asuntos internos de otra nación soberana, para procurar defender los intereses de poderosas multinacionales del rubro energético y de comunicaciones. La documentación acumulada prueba la conspiración que luego resultó en la llegada al poder del dictador General Augusto Pinochet, de cuya mano se cuenta el asesinato infame del entonces comandante en Jefe leal a Allende, el Gral. Schneider. El resto ya lo sabemos, los años de oscurantismo y represión que sacudieron a Sudamérica e hicieron derrocar la democracia en autoritarismo no sólo en Chile, también en Paraguay, Argentina, Bolivia, Uruguay y Brasil. Años que deberíamos sepultar en el olvido y nunca más evocar, en la convicción de no volver a incurrir en los crasos errores del pasado por suerte cada vez más lejano.
Posted on: Fri, 13 Sep 2013 03:28:43 +0000
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