Ayer vi y escuché a la dupla Carrió - Solanas en TN con la ley de medios recién constitucionalizada. La diputada Carrió denunció un Pacto entre la presidenta del poder ejecutivo y el presidente del poder judicial. Breve dilación: ¿que síndrome le aplicaría el Dr. Nelson Catro a la mencionada diputada si ejerciera el ejecutivo con semejante ego y sus ribetes mesiánicos? Bien, según mi humilde entender, si ese pacto existió y que según la exposición de Carrió se leería como un apriete de la presidenta, entonces habría que aclarar en qué consistiría ese apriete. Pues bien, al votarse la llamada ley de democratización de la justicia, se dispuso que el manejo de la caja de la Suprema Corte pase a manos del Consejo de la Majistratura, es decir, se le cortaba el chorro, dicho vulgarmente. Si eso ocurrió tal como lo denuncia Carrió me permito felicitar a la presidenta por esa jugada política. Porque eso también es hacer política. Eso es usufructuar el poder de gobierno, tanto el funcional como el simbólico. Eso es jugar al ajedrez de la política. Es pararse en el siguiente lugar: Muy bien, hay una ley paralizada por el poder mediático. Una ley ejemplar en términos de concenso dentro y fuera del Congreso, su ámbito natural. Aquí no hay un negociado espúreo, se trata de democratizar los medios y ponerle un límite a la monopolización absolutamente nociva y peligrosa para toda la Nación. El Poder Judicial y la Corte a la cabeza pretende ejercer el poder de gobierno solapadamente jugando sus cartas según intereses sombríos. Eso de tener la última palabra sobre todo. Mi jugada será cambiar golpes con ese poder que pretende convertirse en juez y parte. Entonces sacamos una ley de democratización de la justicia que incluye ese lugar tan sensible... el manejo del dinero. Se le canta jaque y se espera que el adversario mueva sus piezas. El movimiento es una especie de proposición de tablas, vos das marcha atrás con el asunto de la caja y yo te voto la ley de medios completa. Eso, señores y señoras, acá y en donde quieran es hacer política, nos guste mucho, poquito o nada. La justicia de la madre del borrego o sea la famosa Ley será siempre materia de discusión política y leguleya. Se la podrá mejorar o empeorar en sucesivas votaciones y hasta derogarla en un futuro como ocurrió con la obediencia debida y el punto final o profundizar sus actuales restricciones, etc. Pero el sentido profundo y transversal de esta ley nos muestra que su espíritu es incuestionable, democrático y justo. Gracias a la jugada del ejecutivo y el legislativo en movimiento de pinzas se le puso un límite a un poder que es el único que no se ha adecuado a los tiempos democráticos. El único poder intocable desde siempre. Aquel que siguió inmutable ante cada genocidio, cada interrupción del orden Republicano y Constitucional. Las dictaduras según su mirada, fueron de lo más Constitucionales. Contra ese poder se disputó el final de esta ley. Ya llegará la oportunidad de volver sobre su profunda democratización que será justicia, al fin. Paradójicamente, gracias a los privilegios aristocráticos del Poder Judicial, se lo pudo poner en caja. Ellos saben que les llegará la hora de su jaque mate inexorablemente si siguen habiendo gobiernos populares con ansias de justicia social y con una particular lectura de la historia. Sólo negociaron más tiempo de privilegios. Eso, amigas y amigos es calcular y medir fuerzas. Es sacarle el máximo provecho a las piezas con las que se juega. Eso es la política. La otra opción no política son las balas, los paredones y las horcas. ¿Que prefieren? ¿Que prefiere Sra. Carrió? ¿Otra forma de hacer política?... ¡no me diga! Gane las elecciones presidenciales y veremos -como dice un querido amigo mío- cuántos pares son tres botas. Atte Un servidor
Posted on: Wed, 30 Oct 2013 23:53:45 +0000
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