¡Buenos días! A lo hecho, pecho. Pero del dicho al hecho hay - TopicsExpress



          

¡Buenos días! A lo hecho, pecho. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Eran las tres de la mañana, media hora antes apenas había conciliado el sueño, ahora en el profundo silencio de la noche a principios de Septiembre me desvelan las dentelladas sonoras de la inquilina del salón. Me había dormido con la duda, con un sentimiento de ser miserable, vil,cruel, tramposo; eso me decían mi corazón. Eran las tres de la madrugada, por la mañana había puesto mi cebo, un cartón convertido en caja mortal si la rata picaba, un lecho de muerte con laca de rata al fondo y granulado azul, veneno preciso. Evidentemente la astuta rata no había picado el anzuelo, suponía cierto alivio para conservar la conciencia algo mas tranquila de cierto modo. ¿Quién soy yo, para arrebatarle la vida a un ser viviente? ¿Por ocupar mi salón y mi vida? Ayer cuando detrás del cristal de la ventana nuestras miradas se cruzaron comprendí que el derecho a la vida es mas potente que todo el desaguisado armado detrás de la puerta del salón. Cuando fui a comprar el veneno ya no lo hacía por mi, lo hacía por la paz de mi hijo y su bienestar, por la paz de mis vecinos; los conductos del gas serpentean la fachada del edificio, de mis ventanas a las siguientes apenas un metro de recorrido. ¿Que supone eso para la agilidad de una rata? Muy poco esfuerzo. Pese a todo enervada doy un salto de la cama, oír roer madera a horas intempestivas ya es demasiado. Son tres noches y sus días cavilando soluciones, compartiendo reflexiones, pero sólo yo soy la mano ejecutora y la mente pensante con el corazón dividido entre la razón de supervivencia y el proceso moral que me devora las entrañas. Sí así son las cosas. Me acerco a la perta del salón con pasos firmes, doy varios golpes con los nudillos en la parte del cristal e insto de viva voz a que la rata se calle: "¡CALLATE DE UNA VEZ!". No sólo me has quitado la paz, has ocupado parte de mi casa, mi vida y me estas obligando a tomar una decisión difícil e irreversible. Acto seguido salgo a la terraza, subo los cuatro peldaños de la escalera que me sitúa de frente a la ventana, que me permite ver el interior del salón. Ahí esta ella encima de la mesa camilla, bombeando sangre de miedo, me mira de reojo unos segundos, da un salto a la silla y desaparece. En el marco de la ventana sigue intacto mi preparado, trampa mortal y sonrío aliviada pero no lo retiro, es mas fuerte mi sentido de responsabilidad hacia mis iguales humanos, es una especie de lealtad malamente entendida. Regreso a mi habitación, conteniendo la respiración intento percibir el menor de los ruidos, primero con los ojos bien despiertos, luego los cierro y tampoco percibo otra cosa que el silencio reinante. Y por la mañana asoman los primeros rayos de sol, mi primer pensamiento es para mi "okupa". Sobo de nuevo la escalera. ¡Cielos, la trampa ya no esta dónde la dejé y no puedo ver desde aquí dónde fue a parar! Ni un solo ruido proviene del salón. La misión cumplida. pero no abriré la puerta todavía. No estoy preparada para ningún resultado probable... María-José Soro Saavedra
Posted on: Tue, 03 Sep 2013 09:06:47 +0000

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