Buenos días facebokeros. Después de un tiempo sin escribir nada hoy os dejo, siguiendo en mi linea, una historia, aparentemente imposible, pero cruele como la vida misma. HISTORIA DE UN ENGAÑO Paula dio media vuelta y salió de la habitación. De nada servía seguir allí. Todas sus cosas estaban ya en la maleta y el resto, aunque quisiera no podía llevárselo. Además más importante que lo material, está aquello que solo puede viajar en la mente y en el corazón. Nada se podía hacer ya, la habían estafado y quedado con todo, y ahora debía abandonar aquella casa que ella hizo suya los últimos 5 años. De nada servía intentar alargar la agonía, todo estaba decidido. El juez dijo que debía irse y ella que ya no tenía fuerzas, se iba. A partir de ese momento su vida empezaría en la habitación de una gran casa de campo, donde estaría al cuidado de una anciana. Era lo único a lo que podía aspirar, a sus más de 50 años, imposible pensar en otra solución a corto ni largo plazo. Paula estaba sola, muy sola, su marido compañero de fatigas desde su juventud le había dicho adiós hacía 9 meses y desde entonces su vida había dado un giro tan grande que asustaba. Vivían felices en aquella casita a las afueras. Una casita con jardín. Desde hacía un tiempo, la ilusión de Paco había sido cambiar el ruidoso centro de la ciudad, donde vivían por la tranquilidad del campo. Cuando Paco enfermó y tuvo que dejar de trabajar, su jefe le ofreció trasladarse a una casita que tenía deshabitada en las afueras. Tenía un pequeño jardín donde Paco, le dijo, podía entretenerse con las plantas, a él que le gustaban mucho. Allí gozarían de paz y tranquilidad. Paco lo consultó con Paula, y aunque Paula era más de bullicio y ruido, pensando en su querido Paco, que odiaba el ruido accedió. Cuando se casaron ella había insistido en comprar el piso en una zona céntrica, y él había accedido, ahora ella lo haría por él. Así pues, vendieron el que había sido su hogar durante más de 20 años y se trasladaron a la casita en las afueras. El corazón de Paco se debilitaba por días, pero disfrutaba sentándose al sol en su pequeño jardín. Paula al contrario de lo que ella misma pensaba, se había adaptado bien al lugar. La gente era agradable, y aunque ella no era mucho de reuniones, aquel barrio era lo más parecido al pueblo donde había crecido, donde todos se conocían y salían a tomar el fresco en corrillos en la calle. Sí, Paula tuvo que reconocer que allí no se vivía mal. En realidad daba igual donde estuvieran, siempre que estuvieran juntos. Cuando Paco se encontraba con fuerzas, daban paseos por la huerta que quedaba cerca de la casa. Incluso habían pensado ir a la protectora de animales y acoger un perrito para que les hiciera compañía. Podría corretear por el pequeño jardín, pero desestimaron la idea. Un día 9 meses atrás, el corazón de Paco ya no pudo más y dejó de latir. Paula creyó que moriría y un mes más tarde comprobó que lo mejor hubiese sido irse juntos. Tras la muerte de Paco empezó un calvario para Paula. Al mes justo de su muerte el cartero le entregó una carta certificada. Era una orden de desahucio. Aquella carta decía que debía abandonar la casa en el plazo de un mes. Paula, quedó sin palabras, tras unos primeros momentos angustiosos, se tranquilizó pensando que aquello debía ser un error, un malentendido. ¿Cómo qué debía abandonar su casa? ¿Porqué? Su casa estaba pagada, eso al menos era lo que ella pensaba. _ Venderemos el piso y con lo que nos den, pagaremos la casita. No nos quedará mucho pero podremos sobrevivir con mi pensión._ le había dicho su querido Paco, y ella estaba tranquila. Siempre había sido él quien se ocupó de las cosas importantes. Ella se limitó a firmar la venta de su piso y la compra de la casa, pero nunca leyó ningún documento, eso era cosa de Paco. Paula no sabía qué hacer, si no darle importancia a aquella carta, porque seguro era un error, o por el contrario llamar a Alberto, un amigo abogado y que la leyera. Y descubrió que aquello no era ninguna broma, ni era ningún error. Tenía un mes para pagar la cantidad que el banco reclamaba, si no lo hacía debería abandonar la casa y ésta pasaría a engrosar la lista de propiedades del banco. Pero eso debe ser un error, nosotros hemos pagado por ésta casa, dijo Paula, vendimos nuestro pisito en el centro, con eso la pagamos, firmamos una escritura como que a partir de entonces era nuestra casa. Sin duda debe haber un error, nosotros no debemos nada al banco, y por supuesto yo no tengo esa cantidad de dinero. Alberto le prometió que se encargaría de averiguar qué era lo que pasaba. Dos días más tarde regresó y con muy malas noticias. Efectivamente el banco reclamaba esa cantidad, porque era lo que se le adeudaba. Habían sido víctimas de una estafa. Al parecer la casa estaba hipotecada. Cuando ellos le entregaron al jefe de Paco el dinero y firmaron la escritura de compraventa, todo había sido ficticio. El notario no era un notario, y todo aquello que firmaron era papel mojado, no tenía ninguna validez. A ellos no se les informó de la hipoteca que pesaba sobre la casa y el jefe se quedó con el dinero. El director del banco actuó en complot, falsificó algunos documentos y durante un tiempo todo quedó paralizado. Es todo, muy complicado Paula. Pero nosotros entregamos el importe de la casa, le dijo a Alberto. Pero lo hicisteis en efectivo. Como él nos lo pidió, y Paco así lo hizo, tenía plena confianza con él. Pues os engañó. Pero el banco ha de reclamarle a él no a mí. Según los papeles no. Pero eso no es justo Alberto. ¿Por qué la gente es tan cruel? Quien sabe, querida amiga, la gente a veces es mala. Pero paco se dejó la vida en esa empresa desde que era un chaval, tenía plena confianza en ese hombre. Y ese hombre se aprovechó de esa confianza. Ahora Paula me temo que lo tenemos complicado, podemos negociar con el banco para pagar la deuda. Yo no tengo dinero para pagar esa deuda. Podemos demandar a ese hombre por estafa, pero me temo que no podemos justificar el pago, porque el dinero lo entregasteis en metálico y la escritura es falsa porque la firma no es de ningún notario. Además el banco posee documentos con la firma de Paco. Pero son falsos. Y difícil de demostrar. Nos llevaría mucho tiempo y nos costaría mucho dinero. Tengo unos pocos ahorros, lucharé hasta donde pueda. Iniciaron así una dura batalla por no perder la casa. Demandas, recursos, más recursos y al final la sentencia del juez. Sintiéndolo mucho, resolvía a favor del banco, la hipoteca no había sido pagada y por consiguiente la casa era suya. La demanda por estafa tampoco fue estimada como delito por el juez, no había pruebas incriminatorias suficientes y suerte tenía si no la acusaban a ella de cometer un delito. Así pues tras 8 largos meses, Paula debió buscarse un lugar donde vivir. No tenía dinero, estaba cansada, derrotada física y emocionalmente y lo que era peor arruinada. Alberto le dijo que su tía estaba sola en el pueblo y necesitaba que alguien la cuidara. Paula no podía hacer otra cosa que aceptar. Hizo las maletas, en una guardó la ropa y en otra los recuerdos. Debía abandonar la casa el lunes a primera hora. El domingo ya lo tenía todo listo. Alberto llegó a primera hora, cargó lo que Paula tenía en el vestíbulo. Paula salió de la casa cabizbaja y abatida. Atravesó el pequeño jardín, cerró la verja y entró en el coche de Alberto. El coche enfiló calle arriba y Paula por el retrovisor vio, como la casa quedaba atrás. Rompió a llorar, Alberto no intentó consolarla, que se le podía decir a una persona que en poco menos de un año lo había perdido todo. La dejó llorar. Paula secó las lágrimas que rodaban por sus mejillas, respiró hondo y miró hacia adelante pensando en la vida que le esperaba. No importaba donde estuviera a partir de entonces, su querido Paco no estaba físicamente con ella, y poco daba donde ella estuviera a partir de entonces, porque Paco estaba en su corazón. (Quizás los términos legales no son correctos, pero esto es simplemente una historia de emociones.) MANOLI
Posted on: Mon, 22 Jul 2013 08:14:53 +0000
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