Capitulo 02 El Consejo En el capitulo anterior… Han pasado - TopicsExpress



          

Capitulo 02 El Consejo En el capitulo anterior… Han pasado quince años desde el final de la guerra con el señor del inframundo, Hades y sus 108 espectros. Tras una corta pero cruel guerra, solo dos caballeros lograron sobrevivir, los caballeros de oro de Aries y Libra. Con la paz restaurada y siguiendo las instrucciones de la diosa Atenea, quien dejaría la Tierra hasta su próxima reencarnación, Shion, caballero de Oro de Aries, ocuparía el puesto de gran patriarca del santuario como máximo representante de la diosa en la Tierra. Por su parte, Dohko, caballero de oro del signo de Libra volvería a su tierra natal, China, donde se establecería para el resto de sus días en el monte de los cinco picos. Tras estas asignaciones, el santuario intentaría recuperar a los defensores de la justicia y la paz tras la muerte de todos los caballeros en la batalla con Hades, para ello, muchos de los jóvenes que habían sido aprendices de caballeros a manos de los fallecidos en la batalla, ocuparían el puesto de sus maestros y se encargarían de enseñar a otros jóvenes para convertirse también en futuros caballeros al servicio de la diosa Atenea. Mientras la normalidad regia el santuario, unos extraños caballeros atacan por sorpresa un centro de entrenamiento para caballeros perteneciente al santuario y situado en la lejana isla conocida como la isla de fuego. Tras asesinar o tomar prisioneros a los aprendices a caballero, uno de estos caballeros daría caza al caballero de bronce de la Liebre, Shuni, quien tras un duro combate, acabaría por ser derrotado no sin antes lograr enviar un mensaje telepático al santuario y en particular a su maestro, el caballero de Plata Oridan de Canis Major, avisando del ataque de los misteriosos caballeros. Y ahora, la continuación. Santuario de Atenea, Grecia. Tras haber sido contactado por su antiguo alumno, el caballero de la Liebre, Oridan, caballero de Canis Major, no dudo en dirigirse inmediatamente al edificio principal del santuario con el fin de informar sobre su contacto telepático y el supuesto ataque de esos extraños caballeros a la isla de fuego al patriarca Shion y al consejo de caballeros, el cual estaba reunido en esos momentos tratando distintos temas de rutina. - Necesito entrar y hablar con el gran consejo de caballeros, haceros a un lado. – Dijo Oridan a los guardias que custodiaban las puertas de la sala que daba acceso a la cámara del consejo. - El consejo esta reunido y tenemos ordenes de no interrumpir la sesión. – Respondió uno de los soldados. – Como caballero de plata, debería saber mejor que nadie que no se puede entrar en la sala durante las reuniones del consejo. Vuelva mas tarde, señor. - Es imperativo que hable con el patriarca ahora, es un asunto urgente que no puede esperar.- Respondió Oridan.- Apartaros o os apartare yo, elegir, pero no perder mas tiempo con vosotros. - ¿Qué sucede aquí?. – Intervino una voz en la distancia. - ¿Por qué estos modales en el templo sagrado del patriarca?, responde, Oridan. - Eres tú, Ioras, caballero de oro de Leo. – Dijo Oridan al reconocer la voz. – Debo hablar de inmediato con el patriarca, es una emergencia y que puede afectar sin duda al santuario y a la paz en el planeta, no puede esperar, de ser así sabes que no insistiría y esperaría hasta el final de la sesión, pero no es el caso y esto no puede demorarse más. - ¿Qué ha sucedido para que vengas aquí y amenaces a leales servidores del santuario que no hacen otra cosa que cumplir con sus obligaciones?. – Preguntó Ioras. – Espero que tengas un buen motivo para tal conducta, caballero. - La tengo y no es otra que un posible ataque a la isla del fuego. – Respondió Oridan. – Tengo claros indicios de que ha sido atacada y que una gran amenaza se cierne sobre el santuario, es importante que el patriarca y el consejo estén al corriente de estos sucesos lo antes posible. - Podrías ser un poco más detallista a la hora de informar el asunto. – Dijo Ioras con cierto tono irónico. - ¿Quién podría estar interesado en atacar una isla que solo sirve para adiestrar a jóvenes aprendices?, no tiene sentido alguno. - No tengo esa información, pero sea quien sea el responsable no ha tenido problema en desafiar al santuario atacando uno de sus campamentos de entrenamiento y no solo eso, si no que han sido capaces de acabar con la vida de muchos de los aprendices según he podido saber, lo cual me demuestra que los responsables no tienen honor alguno al asesinar a jóvenes sin ninguna experiencia. – Expuso Oridan. - Se que eres un caballero sabio y prudente en tus acciones y si estas aquí desafiando las normas del santuario es por que tienes unos motivos claros de los que no dudas en absoluto. – Dijo Ioras. – Vamos, te acompañare hasta la sala del consejo, no en vano yo me dirigía hacía allí. Con cierto nerviosismo y rápidamente, los guardias que vigilaban la puerta se apartaron al paso del caballero de Oro. Nada mas cruzar las puertas, los dos caballeros entraron en una larga sala decorada con distintas estatuas de piedra y mármol representado a la diosa atenea y a diversos guerreros de la era mitológica. - Así que tú eres uno de los dos caballeros de oro que forman parte del consejo de caballeros. – Comentó Oridan. – Por lo que veo parece que la orden de los caballeros de oro comienza a recuperarse tras la guerra. - Solo hay dos caballeros de oro actualmente en el santuario y por lo tanto somos los únicos que podemos ocupar esos puestos en el consejo. – Respondió Ioras.- Aun no se sabe nada de los otros caballeros de oro en cuanto a si han logrado superar las pruebas y han conseguido vestir las armaduras sagradas o si se dirigen hacía aquí una vez logrado su objetivo. Por lo tanto, no se puede decir que la orden aun este recuperada tras la guerra, ni mucho menos. Los dos caballeros recorrieron la larga sala hasta llegar a la sala del consejo. El consejo de caballeros fue creado varios cientos de años atrás y tenía el papel de actuar como gobierno del santuario, estando encargado de la seguridad del recinto, así como de la búsqueda y aprendizaje de distintos jóvenes que algún día podrían convertirse en caballeros. Compuesto por dos caballeros de oro, dos de plata y uno de bronce, el consejo de caballeros estaba presidido por el patriarca, quien en cualquier caso tenía el poder absoluto a la hora de tomar decisiones en el santuario. - Se bienvenido al santuario, Ioras, te esperábamos con gran impaciencia. – Dijo el patriarca Shion. - Gracias, eminencia. – Respondió Ioras tras inclinarse como signo de respeto. – He venido acompañado por Oridan, caballero de Canis Major, quien al parecer tiene inquietantes noticias sobre ciertos acontecimientos ocurridos en la isla de fuego. Tras las palabras de Ioras, Oridan entró en la sala ante la atenta mirada del patriarca Shion y de los componentes del consejo, que no eran otros que los caballeros de plata Jaeger de Orión y Saradan de Copa, así como el caballero de Oro Azariel de Acuario y el caballero de bronce Daril de Argo Navis, el más poderoso de su orden. - Muy bien, Oridan, habla. – Ordenó el patriarca desde el sillón que presidía la mesa del consejo. - Hace poco he recibido un inesperado mensaje telepático. Era mi alumno Shuni, caballero de bronce de la Liebre y que hace unos días partió hacía la isla de fuego para colaborar en la adaptación de los jóvenes aprendices. – Expuso Oridan. – Según el mensaje de mi alumno, unos extraños caballeros de los que no pudo dar descripción alguna, han atacado la isla y el campamento, matando a muchos de los jóvenes que allí se entrenaban. - ¡¡¿Cómo?!!! – Gritó sorprendido Saradan, caballero de plata de Copa y maestro a cargo del campamento de la isla de fuego. - ¿Quién tendría interés en atacar una isla en la que solo hay jóvenes aprendices?. - Esa pregunta también me la he hecho yo, pero no dudo de la información proporcionada por mi joven alumno, la isla se ha visto comprometida. – Respondió Oridan. - Esta claro que esos caballeros han aprovechado tu ausencia, Saradan, para atacar la isla a sabiendas de que no tendrían resistencia alguna. – Intervino Jaeger, caballero de Orión. - Maestro…¿Qué vamos a hacer ante esta situación?, sin duda es necesario una intervención para apoyar a los jóvenes que se encuentran aun retenidos en la isla. – Dijo Oridan dirigiéndose a un pensativo Shion. - Todo esto es muy extraño, no solo el ataque a un emplazamiento tan simple como es el campamento de la isla de fuego, si no que no sepamos nada de la identidad de los atacantes y que dicho incidente tenga lugar cuando el caballero responsable de ese centro de adiestramiento no se encuentra presente. – Comentó Azariel de Acuario. - Estoy de acuerdo, no parece ser una maniobra que tenga sentido. – Dijo Jaeger de Orión. – Aunque cabe la posibilidad de que fuera un objetivo factible si no se esta preparado para nada mas. - ¿Y eso que quiere decir exactamente?. – Preguntó Saradan de Copa. - Si esos extraños caballeros han atacado un simple campamento, es posible que sus acciones estén motivadas para actuar contra el santuario pero sin poder atacarlo directamente al carecer del potencial suficiente. – Respondió Jaeger. – A pesar de que el Santuario aun no se ha recuperado de la ultima guerra, actualmente si que estamos unos cuantos caballeros ya instalados en el santuario y eso puede ser motivo suficiente para no recibir ataques si no se puede competir en numero o en poder. - Tus palabras, Jaeger parecen exponer que tienes una idea de quien podría estar tras este ataque, ¿me equivoco?. – Dijo Oridan de Canis Major. - Con la desaparición de los espectros de Hades y dado el nivel del ataque, solo hay un grupo de caballeros que podrían estar detrás de tal acción y que como digo, no tienen el poder suficiente para atacar al santuario de forma clara y directa. – Comentó Jaeger. – Creo que los responsables de este ataque son los caballeros Negros. - ¿Los caballeros Negros?. – Se preguntó Oridan. - Pero hace ya décadas que no hay caballeros negros, los últimos fueron derrotados hace ya muchos años y los pocos que sobrevivieron se refugiaron para siempre en la Isla de la Reina de la Muerte donde el antiguo patriarca los desterró. – Expuso Ioras de Leo. – Parece difícil que pudieran reconstruir su oscura orden y volver a las andadas y de ser así, ¿por que declarar la guerra al santuario?. - Opino como Ioras . – Dijo Saradan de Copa. – Si realmente los caballeros Negros hubieran vuelto, se centrarían en otros objetivos antes que atacar un simple centro de adiestramiento y quedar al descubierto su regreso, no parece lógico. - Quizás las acciones de los caballeros negros, si se confirma que son ellos, estén motivadas por información sobre esa isla. – Intervino el patriarca Shion haciéndose el silencio en la sala. - No lo entiendo, excelencia. – Dijo Jaeger de Orión. - El único motivo por el que los caballeros negros han atacado ese campamento y se han descubierto a ojos del santuario debe ser de suma importancia, si no, no hubiesen actuado tan a la luz como ya se ha dicho aquí. – Expuso Shion. – Bajo este planteamiento, creo saber el por que de sus acciones, aunque espero estar equivocado, pues de no ser así, podríamos estar ante una terrible amenaza. - ¿De que habla.? – Preguntó un impaciente Ioras de Leo. - ¿Podría aclararnos este misterio, excelencia?. - Hace ya mucho tiempo, en tiempos mitológicos cuando la diosa Atenea pudo contar con la protección de los caballeros que portaban las 88 armaduras, los alquimistas a cargo de su construcción crearon de entre esas 88 armaduras, cuatro que no pertenecen a ninguna orden conocida ya sea oro, plata o bronce. – Reveló el patriarca Shion. - Su poder era especial y desde aquella época antigua, nadie las volvió a portar jamás. - ¿Unas armaduras especiales?...nunca había oído hablar de tales armaduras. – Dijo un sorprendido Ioras de Leo. - Es comprensible que no supierais nada de ellas, poca gente conoce su existencia y de hecho, como ya os he revelado, nadie las ha vuelto a portar desde tiempos mitológicos. – Respondió Shion. – Pero no solo eso, si no que desde esos tiempos antiguos, nadie ha sabido nunca el destino que tuvieron esas armaduras mas allá de puras especulaciones. - ¿Y cree que esto puede estar relacionado con los caballeros negros?. – Preguntó Oridan de Canis Major. - En efecto, caballero. – Respondió Shion. – Hay numerosos rumores y teorías sobre esas armaduras y su destino, pero todas apuntan a que no fueron destruidas en ninguna guerra de Atenea contra las fuerzas de mal y están ocultas en algún lugar desde los tiempos antiguos. Se dice que en un principio se guardaron en el antiguo continente habitado por los lemurianos, los alquimistas creadores de las armaduras, pero tras ser tragado por los mares este continente, se dijo que las armaduras habían sido llevadas a un lugar oculto, un lugar bajo la protección del sello de la diosa Atenea y donde permanecerían ocultas para siempre o hasta ser requeridas por la propia diosa. Según algunos rumores y textos antiguos cuyo contenido no se pudo confirmar, la isla de fuego podría ser uno de esos lugares. - No tenía ni idea de esas historias. – Dijo un sorprendido Azariel de Acuario. – Pero…¿Cómo han sabido los caballeros negros de su existencia? y además…¿Qué pretenden hacer con esas armaduras?. - Es obvio que entre los caballeros negros siguen existiendo algunos alquimistas rebeldes a la diosa Atenea y los cuales fueron expulsados del santuario hace muchos siglos por su conducta desleal y contraría a los designios de nuestra diosa, siendo enviados a la isla de la Reina de la Muerte. – Dijo Shion. – En cuanto a su uso, ningún caballero negro puede o tiene el poder para vestir esas armaduras, las cuales solo son otorgadas por la propia diosa, sin embargo…podrían ser usadas como base para una nueva hornada de armaduras negras mucho mas poderosas que las vistas hasta ahora y con las cuales, los caballeros renegados podrían hacer frente al fin al santuario. - Hay algo que no entiendo. – Dijo Saradan de Copa. – Se supone que la orden de los caballeros negros fue aplastada hace varios siglos con el fin de evitar su amenaza para el mundo y con el objetivo de mantenerles controlados, el santuario asigno a un guardián, un caballero de gran poder que mantendría a raya a cualquier desterrado de la Isla de la Muerte. - Es correcto, Saradan, los caballeros negros fueron derrotados hace ya unos 200 años y su orden quedo diezmada aparentemente para siempre. – Respondió Shion. – Sin embargo, nunca hemos tenido contacto desde el final de la guerra con Hades con el enviado del santuario para mantener el orden a la isla pues debo recordaros que dicho caballero aun estando al servicio de la diosa, fue enviado a la isla como castigo por su conducta y sus acciones indignas de un caballero que lucha por la justicia y la verdad, una penitencia si así lo deseáis dictada por la propia Atenea. - Según tengo entendido, si los caballeros negros están actuando impunemente, eso solo invita a pensar en dos posibilidades. – Dijo Azariel de Acuario. – Que ese enviado del santuario no ha aceptado su culpa y se ha unido a los caballeros negros o que simplemente ha sido derrotado por estos en una nueva revuelta. - Ambas opciones son posibilidades muy reales que debemos tener en cuenta, no hay duda. – Dijo Shion. – En cualquier caso no podemos dejar pasar este asunto y debemos aclarar inmediatamente todos estos acontecimientos. Ya sea por que los caballeros negros sepan el paradero o encuentren las armaduras especiales o bien por el mero hecho de que hayan dejado la isla de la muerte, nuestra misión y obligación es detener sus operaciones y devolverles a su lugar de procedencia aunque eso suponga un nuevo conflicto con ellos. - Alteza, querría dirigirme de inmediato a la isla de fuego, es mi deber pues era el caballero a cargo del campamento de adiestramiento y se lo debo a mis jóvenes aprendices. – Dijo Saradan de Copa. - Yo también deseo unirme a esta misión con su autorización, majestad. – Intervino Oridan de Canis Major. – Debo tener respuestas sobre que le ha pasado a mi discípulo, el caballero de bronce de Liebre, el cual logró dar el aviso al santuario sobre las acciones de los caballeros negros. - Ya contaba con que ambos querrías ir en esta misión. – Respondió Shion. – Entiendo vuestros motivos pero recordar que el objetivo es acabar con la amenaza de los caballeros negros no sin antes averiguar el por que de sus acciones, no es una misión de venganza, espero que quede claro. No obstante, quiero que elijáis un pequeño grupo de caballeros del santuario para que os acompañen. - Muy bien, alteza. – Respondieron ambos caballeros casi al mismo tiempo. - Ioras, tu estarás a cargo de la misión. – Se dirigió Shion al caballero de oro de Leo.- Verán que al enviar a un grupo de caballeros liderados por un caballero de Oro en persona, no nos tomamos en broma sus acciones y su violación del destierro que deben cumplir para siempre en la isla de la muerte. - Como ordenéis, maestro. – Respondió Ioras. - Ahora…prepararos para el viaje y buena suerte a todos. – Dijo Shion como final de la reunión del consejo. Tras pasar un par de horas desde el final de la reunión del consejo, el grupo de caballeros escogido por Saradan de Copa se reunió cerca del coliseo del santuario, donde ya esperaban el propio Saradan, así como el caballero de oro Ioras de Leo. - Las órdenes son claras por parte del patriarca, debemos averiguar por que los caballeros negros han dejado su destierro de la isla de la muerte y como han sabido de esas armaduras especiales, así como saber quien es el líder y que ha sucedido con el enviado del santuario quien tenía la misión de que los renegados no dejaran nunca esa isla. – Explicó Ioras de Leo. Una vez explicado el objetivo de la misión y tras ser informados de todo lo ocurrido en la isla de fuego, el grupo formado por los caballeros de plata de Copa, de la Cruz del Sur y Canis Mayor, el caballero de oro de Leo y los caballeros de bronce de Dorado y Tucan. Monte Lushan, China El monte de los cinco picos había sido el lugar de retiro del caballero de oro de Libra, Dohko, quien junto a Shion de Aries, fue el único superviviente del santuario en la guerra contra los 108 espectros del dios Hades ocurrida diez años atrás. Siguiendo las instrucciones de la propia diosa antes de dejar la Tierra hasta su próxima reencarnación, Shion fue nombrado patriarca y sumo sacerdote del santuario, mientras que Dohko fue enviado a este emplazamiento en china con una misión que pocos conocerían pero cuya importancia sería inimaginable. Tras su retiro a este deshabitado paraje, Dohko dedicaba los días a rutinas tan placenteras como ejercitarse para no perder su estado de forma, así como pescar en un río cercano y dar largos paseos por los alrededores, dejando para contadas ocasiones el descender hasta la aldea a los pies del monte. Toda esta rutina no alteraba su principal cometido, mantenerse siempre presente en los alrededores de una cascada existente en la zona y a cuyo alrededor Dohko había construido su estilo de vida. Dohko se encontraba tranquilamente sentado en una roca cercana al rió, emplazamiento usado habitualmente por él desde hacía años para pescar y estar en silencio, logrando un estado de paz que le daba una gran serenidad y paz interior. - Tú debes de ser Dohko, el caballero de Libra, ¿no es así?. – Dijo una desconocida voz a espaldas de Dohko. – Pensé que sería más problemático el dar contigo, pero ya veo que te has convertido en un simple aldeano que pesca y cuida de sus tierras, que lamentable. - ¿Quiénes sois? ¿Qué queréis?. – Preguntó Dohko con total tranquilidad y percatándose de la presencia de dos personas mas. - Eso no te importa, solo debes saber que estamos aquí para llevarnos la armadura del Dragón. – Dijo de nuevo el extraño individuo. – Sabemos que se encuentra oculta en estas montañas y espero que tengas claro que nos la llevaremos, por lo que espero que no te interpongas o lo lamentaras. - ¿La armadura del Dragón?, ¿para que queréis esa armadura?, vosotros no sois discípulos del santuario y por lo tanto, no tenéis ningún derecho alguno sobre esa armadura. – Respondió Dokho manteniendo el tono sereno y tranquilo. – Iros inmediatamente, estáis ahuyentando a los peces. - Como te atreves…levántate de esa maldita roca y da la cara, miserable. - Veo que esa será la única forma de que os marchéis de aquí. – Dijo Dohko mientras se puso en pie para volverse y mirar a su enemigo. – Vaya, así que sois caballeros negros, no pensé que os atrevierais a dejar el destierro en la isla de la muerte y mucho menos que estuvierais viajando en busca de ciertas armaduras que pertenecen al santuario, parece que vuestra orden se ha recuperado sin que se sospechara nada. - Hemos esperado mucho tiempo, hemos sufrido lo que nadie puede imaginar al ser desterrados y privados de cualquier oportunidad de regresar al santuario o de tan siquiera dejar la isla de la muerte. – Dijo el caballero negro. – Pero esos tiempos han terminado, ha llegado la hora de que un nuevo orden tome el control del mundo e instaure su ley, una ley que aleja completamente de la voluntad de la diosa atenea y de sus patéticos caballeros, los cuales defienden la paz, la amistad y la justicia, algo que me da arcadas. - Veo que a pesar del tiempo, no habéis cambiando y seguís siendo igual de inhumanos, de honorables y de justos. – Respondió resignado Dohko. – Por ese motivo fuisteis desterrados hace ya siglos y por eso perdisteis la última batalla con el santuario hace ya tantos años, llegando a caer en el olvido y no siendo más que un recuerdo de las fuerzas de mal que nunca podrán gobernar el mundo. - ¡¡¡ Basta de tanta palabrería!!!. – Gritó el caballero. – Entregarnos inmediatamente la armadura de bronce del dragón o te mataremos aquí mismo y ya nos encargaremos nosotros de buscara, elige. - Estáis locos si pensáis que os entregare la armadura.- Respondió Dohko. - Sabía que esa sería tu respuesta. – Dijo el caballero negro. – Mejor, así tendremos la satisfacción de terminar contigo, un caballero del santuario. - Os reto a que lo intentéis. Una vez dejada clara su postura de que no cedería a las peticiones de los caballeros negros acerca de entregarles la armadura de bronce del Dragón, Dohko se puso en guardia y a la espera de recibir el ataque de los tres caballeros negros que sin moverse y muy sonrientes, miraban fijamente al caballero de oro. - Es la hora, caballero, sufrirás la cólera de los caballeros negros y este rió será tu tumba. – Dijo uno de los caballeros negros. – ¡¡¡ A por él !!! Dejando atrás al caballero negro con el que Dohko había hablado en todo momento, los dos compañeros que habían estado en todo momento en un segundo plano, se lanzaron rápidamente sobre el caballero de Oro de libra, quien sin vestir aun su armadura, esperaba el ataque con sus brazos colocados frente a su pecho como protección. Para sorpresa de ambos caballeros negros, Dohko se mostró muy hábil, logrado esquivar ambos ataques sin aparente esfuerzo. - Maldito, has logrado esquivar nuestros ataques. – Dijo uno de los caballeros negros con cierto enfado. – Pero espero que eso no te haga creer que podrás vencernos, te demostrare que no es así. Ante la fija y seria mirada de Dohko, el caballero negro comenzó a concentrar su energía cósmica, creándose un aura a su alrededor. - ¡¡¡Remolinos del infierno!!. – Gritó el caballero. El caballero negro una vez concentrada su energía lanzó su ataque contra Dohko, un ataque en forma de remolinos de viento de gran fuerza que lograban incluso levantar el suelo a su paso y dañar los grandes picos de los acantilados cercanos al río donde estaba teniendo lugar el combate. Sin embargo y de nuevo ante la sorpresa del caballero negro, Dohko logró esquivar el ataque tras proteger su cuerpo con sus brazos en forma de equis, ocultando tras ellos su rostro y posteriormente dando un gran salto para eludir los remolinos. Pero a pesar de lograr esquivar el ataque, Dohko se vio sorprendido por el ataque del otro caballero negro, quien logró alcanzarlo de lleno en el pecho, desplazándolo varios metros para finalmente caer en el rió y desaparecer. - Vaya, ha vuelto a esquivar mi ataque. – Dijo el caballero negro a su compañero. – Si no es por tu ayuda, Craus y tu ataque aprovechando que estaba concentrado en esquivar el mío, creo que podría incluso haberme contraatacado. - Pues para ser un caballero de Oro no ha ofrecido gran resistencia. – Dijo Craus ante la sonriente mirada de su compañero. - No seáis estúpidos. – Intervino el tercer caballero negro. - ¿Acaso pensáis que un caballero de Oro mordería el polvo tan fácilmente?. - ¿Qué dices, Moran?. – Preguntó un desconcertado Craus. - Ese caballero aun sigue vivo y os sugiero cuidar vuestros ataques y actuar con más prudencia o simplemente os borrara del mapa a los dos. – Expuso Moran ante la mirada sorprendida de sus dos compañeros. - En ese caso lo mejor es que le ataquemos los tres a la vez, no podrá aguantar por mucho tiempo nuestros golpes. – Dijo Craus. – La pregunta es saber donde se ha metido ese miserable. Mientras Moran se mantuvo en un segundo plano, Craus de Mosca y su compañero, de nombre Lisna y caballero de Vulpecula, no quitaban ojo al rió con el objetivo de dar con Dohko, quien no daba signos de vida tras recibir el ataque. De repente, los dos caballeros negros sintieron una poderosa aura y tras alzar su mirada al frente y posteriormente a lo alto de un acantilado cercano, vieron como el caballero de libra les miraba muy sonriente y ya portando su armadura dorada. - Ha sido un buen ataque el que me habéis lanzado, aunque hubiese sido mejor si esa compenetración la hubieseis llevado a cabo de forma consciente y planeada. – Dijo un sonriente Dohko. – Sin embargo os aseguro que no tendréis otra oportunidad de tan siquiera rozarme. Por eso…estoy dispuesto a dejaros vivir pero deberéis iros inmediatamente de estas tierras para no volver. - ¿Cómo?, espero que no estés pensando que iremos de aquí solo por que has sobrevivido a nuestro ataque y portas tu bonita armadura de oro. – Dijo Craus. – Como ya te dijimos, nos iremos cuando tengamos la armadura del Dragón y viendo tu negativa a colaborar, eso solo ocurrirá cuando te matemos y podamos buscar con calma, así que no iremos a ningún sitio. - Tengo una duda sobre vosotros. – Dijo Dohko para sorpresa de los tres enemigos. – Si sois caballeros negros, ¿Qué clase de armaduras lleváis?, no son ninguna copia negra de las que visten los caballeros de Atenea y eso me deja algo desconcertado. - Estas no son armaduras negras tal y como las conocéis en el santuario, la gran mayoría esas armaduras negras de las que hablas fueron destruidas o perdidas durante el ultimo enfrentamiento que los caballeros negros tuvieron con el santuario y donde nuestra orden estuvo a punto de desaparecer. – Explicó Craus. – Ahora los caballeros negros podemos vestir nuevas armaduras negras con igual o mas poder y totalmente originales, lo cual debo decir que hace mas reconfortante el vestir estas armaduras, sabiendo que no hay otro caballero como yo en el santuario portando una armadura similar. - Es muy interesante, pero decirme, si portáis esas armaduras…¿Por qué os interesa la armadura del Dragón?. - Sigue siendo una armadura de gran poder y que puede ser de gran utilidad para los caballeros negros. – Expuso Craus. – Además de que el poder de su escudo es legendario, lo cual nos interesa mucho. - Craus…creo que estas hablando más de la cuenta. – Intervino Moran. - Es verdad, tienes razón. – Respondió Craus. – Esta bien, caballero de oro, yo, Craus de la Mosca te desafío a que vengas aquí y luches con nosotros tres. - Ummm…así que no estáis por la labor de abandonar. – Dijo Dohko.- Como queráis, supongo que vuestro destino es morir hoy y aquí. Ante la fija mirada de los tres caballeros negros, Dohko desapareció de lo alto del acantilado para sorprender a todos y aparecer justo delante de sus enemigos, mostrando una gran velocidad. - ¿Estas preparado? – Preguntó un sonriente Craus.- Pues prepárate. “¡¡¡alas de la oscuridad, llevaros a mi enemigo!!!” - Es hora de terminar con esto. “¡¡¡Por la furia de los cien de dragones de rozan!!!”. – Gritó Dohko nada mas concentrar su energía. El ataque lanzado por el caballero de oro alcanzó de lleno a los dos caballeros, que totalmente sorprendidos por la velocidad y el poder del ataque, no pudieron levar a cabo el mas mínimo intento por eludirlo, siendo golpeados violentamente y cayendo ya muertos al suelo, mostrando sus cuerpos diversas heridas y quedando sus armaduras casi totalmente destruidas. - Ya os advertí y no me hicisteis caso. – Dijo Dohko. – Me parece increíble que penséis que podrías derrotar a un caballero de oro, os habéis vuelto mucho mas atrevidos pero al mismo tiempo seguís cometiendo los mismos errores que antaño. - Maldito…pagaras por la muerte de esos dos caballeros. – Dijo Moran cerrando en alto su puño derecho. - Vete ahora que puedes y no vuelvas mas por aquí, así salvaras la vida. – Advirtió Dohko. – Si no, tu destino no será otro que encontrar la muerte como tus compañeros. - Puede que esta vez hallas vencido, pero te aseguro que esto no se quedara así. – Dijo Moran. – Esa armadura es uno de nuestros objetivos y tarde o temprano acabaremos por hacernos con ella y tu no podrás evitarlo. - Tal vez debería terminar con él ahora y así evitar que vuelva en el futuro. – Reflexionó Dohko. – No tengo dudas de que a pesar de marcharse, volverá y lo hará con refuerzos, seria mejor acabar con él ahora, pero por otro lado, eso sería cargar con otra muerte mas y ya habido muchas por hoy. - Empiezo a cansarme de esta situación, caballero, abandona estos parajes para siempre y podrás seguir respirando, lucha y no encontraras nada que no sea tu muerte. – Dijo Dohko. – Es mi última advertencia. Tras las palabras de Dohko, el caballero negro se mostraba preocupado y nervioso, sin saber que hacer tras ver morir a sus compañeros ante el gran poder demostrado por el caballero de Oro, contra el cual no tendría ninguna posibilidad y mucho menos sin apoyo alguno. Mientras tanto… Isla de Andrómeda, cerca de las costas de Eritrea En el campamento que tenía el santuario en esta isla para el adiestramiento de jóvenes aprendices de caballero, Saúl, caballero de plata de Cerbero, se encontraba en medio de un circulo creado por sus alumnos, un par de docenas de jóvenes valerosos dispuestos a superar todas las pruebas para llegar algún día a convertirse en caballeros. - Los caballeros necesitan un espíritu indomable de pelea, espíritu violento y desafiante, pero ya que la base de los caballeros es su cosmos y su obligación es defender y proteger a la diosa Atenea quien no defiende otra cosa que la paz, el caballero necesita igualmente un noble corazón y debe superar sus debilidades incluyendo la bondad para adquirir la verdadera fuerza. – Explicó Saúl de Cerbero ante la atenta mirada de sus alumnos. - Eso debe ser lo más importante para un caballero. - ¿Cuándo tendrán lugar las pruebas, maestro?. – Preguntó uno de los alumnos. - Creo que algunos de vosotros ya estáis preparados para luchar e intentar conseguir el derecho a portar la armadura de Casiopea. – Respondió Saul. – Por ese motivo mañana mismo empezaran los combates entre aquellos que escoja de entre los que están preparados. Los demás tendrán su oportunidad en el futuro, aun deben aprender mucho para ser un caballero mas allá de descubrir sus cosmos. - Me parece que, caballero, que tendrás que posponer esos combate entre tu panda de zopencos. – Dijo una extraña voz sorprendiendo a todos los presentes. - ¿Quién habla?...muéstrate inmediatamente- Dijo Saúl con voz desafiante. - Como desees, caballero, pero te aseguro que mi rostro será lo ultimo que veréis tu y tus pobres alumnos. – Respondió la extraña voz. Tras responder al caballero de plata, una extraña sombra salto de lo alto del techo de una de las cabañas del campamento, colocándose justo delante de Saúl y sus alumnos. - Soy Lemian de Camaleón. – Dijo en tono firme el caballero. - ¿El caballero de camaleón?. – Preguntó un desconcertado Saúl. – Jamás había oído hablar de ti y la armadura de camaleón es de la orden de mujeres caballero de Atenea, aunque dado tu armadura, tienes pinta de ser un renegado…un caballero de la isla de la muerte. - Estas en lo cierto, soy u n caballero negro y estoy aquí con la misión de hacerme con la armadura de bronce de Andrómeda. – Respondió muy sonrientemente el caballero negro. – Vuestra muerte o supervivencia depende de vuestras acciones en los próximos minutos, pero debéis saber que poco me importa si vivís o morís. - ¿La armadura de Andrómeda?, ¿Por qué buscas la armadura?. – Preguntó Saúl. - Aunque es algo que no te incumbe, te diré que es una armadura que nos puede prestar un buen servicio y de la que sabemos, posee unas cadenas cuyo poder dista mucho de ser normal, estando por encima de cualquier otra arma similar, incluidas tus cadenas de plata pertenecientes a tu armadura. - Ya veo, así que queréis la armadura para crear una copia negra y así poder contar con el poder de las cadenas de Andrómeda para vuestros intereses. – Dijo Saúl. – Pues has de saber que no tengo la intención de dejar que te lleves esa armadura de esta isla y es mas, el mero hecho de entrar aquí sin permiso alguno y siendo una zona prohibida ya será motivo suficiente para acabar contigo. - Que decepción y eso que sabia que te opondrías. – Comentó el caballero negro. – Pero dime…¿has pensando en tus jóvenes alumnos?. - ¿Qué dices?, vamos…¿explícate?. – Demandó Saúl. - Tu armadura de plata te protege de mis ataques y te dan la oportunidad de aguantar los míos, cosa que por otro lado pongo en duda, pero ellos están desprotegidos y a merced de cualquier ataque. – Explicó muy sonriente el caballero negro. – Te prevengo, si me atacas y te resistes a que me lleve la armadura, acabare con todos tus alumnos sin el mas mínimo dilema moral por mi parte por el hecho de que no estén protegidos por una armadura. - ¿Serias capaz de matar a gente indefensa?...¿y tu te haces llamar caballero?, incluso llevando una armadura negra, esa conducta va mas allá de ser indigna y cobarde. – Expuso Saúl. – No mereces otra que un castigo ante tales pensamientos. - Supongo que esa es tu respuesta y por lo tanto no estas por la labor de entregarme la armadura de Andrómeda. – Dijo el caballero Negro. – Como quieras, pero no será tu sangre la que corra primero, te lo aseguro. Tras pronunciar estas palabras, el caballero negro comenzó a concentrar su energía ante la atenta mirada de Saúl de Cerbero. A los pocos segundos de concentrar toda su energía y pillando por sorpresa a todos los presentes, el caballero negro se desvaneció sin dejar rastro. - Pero que…¿Dónde te has metido, caballero?, ¿acaso renuncias al combate?. – Dijo un desconcertado Saúl. Pasados unos segundos de silencio y misterio en torno al caballero negro, este hizo aparición cerca del grupo de jóvenes alumnos, quienes se habían apartado hacía una de las cabañas ante el inminente combate de su maestro. - Ya te advertí que tu sangre no sería la primera en correr. – Dijo Lamian de Camaleón. Lamian lanzó un potente ataque, creando una fuerte onda expansiva que lanzó a todos los jóvenes a varios metros de distancia, cayendo todos al suelo de forma violenta ante la mirada de Saúl, que no pudo hacer nada para evitarlo. - ¡¡Eres un cobarde!! – Gritó Saúl. – Has atacado a gente inocente que esta indefensa ante tus poderes de caballero, no mereces ese calificativo. Te juro por mi honor de caballero, que hoy morirás en esta isla y pagaras tus crímenes. - Si piensas que mis acciones me desagradan es que estas totalmente confundido. – Dijo Lamian. – A mi solo me importa una cosa, la victoria y si para conseguirla debo matar a inocentes, lo hago, solo me importa cumplir mis objetivos y en este caso, llevarme la armadura de Andrómeda es un objetivo que pienso cumplir aunque suponga la muerte de todos los habitantes de esta maldita isla jaja. Mientras tanto, en el Monte Lushan en China… El caballero negro Moran de Lagarto no sabía que hacer ante los avisos dados por Dokho de Libra, quien esperaba que tras ver como morían sus compañeros, el caballero negro decidiera desistir de su intento de luchar y se retirara. - Estoy esperando, caballero, ¿Cuál es tu decisión?. – Dijo Dohko. - Si le ataco seguro acabara conmigo, no debimos subestimar su poder cuando llegamos. – Reflexionó Moran de Lagarto. – La mejor opción e aprovechar que este ingenuo me deja ir, para volver más adelante con refuerzos y darle una lección. - Moran, encárgate de encontrar la armadura del Dragón, yo me encargare del caballero de oro. – Intervino un segundo caballero. - ¿Quién habla?...no te escondas, caballero, sal y da la cara. – Dijo Dohko. - Está bien, caballero, será un placer enfrentarme a un caballero de tu nivel. – Dijo el extraño personaje aun oculto. – Una victoria frente a ti no hará mas que confirmar mi gran poder y será un aviso para los caballeros del Santuario de que esta vez vamos en serio y que nadie podrá detener a los caballeros negros. Al fin, la derrota que sufrimos hace ya tantos años tendrá su venganza. - No deberías estar tan confiado, tus compañeros lo estuvieron antes que tú y dos de ellos ya yacen en el suelo muertos y con sus armaduras destrozadas. – Comentó un sonriente Dohko. - Cometieron el error de confiarse y no tener en cuenta que eres un caballero de oro, pero puedes estar seguro que yo no cometeré el mismo error. – Respondió el extraño personaje. – Se perfectamente quien eres y se que si me descuido puedes derrotarme con facilidad, pero te aseguro que eso no pasara y serás tu el que hoy acabe mordiendo el polvo a orillas de este río. - Para hacer eso tendrás que mostrarte, ¿tienes la intención de dar la cara?. – Dijo Dohko. - ¿Ahora quien muestra exceso de confianza?, mejor para mi, así tu derrota será más rápida. – Respondió el personaje aun oculto. Con estas palabras, una sombra se hizo visible a espaldas del caballero negro de Lagarto. - Mi nombre es Vega, soy el caballero negro de Lira. Continuara…
Posted on: Fri, 28 Jun 2013 16:41:37 +0000

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