Capitulo III “La separación, la traición y el - TopicsExpress



          

Capitulo III “La separación, la traición y el desconsuelo” Julio ‘98 18 Horas Belgrano al 900 Salí de la oficina como de costumbre, con un dolor de cabeza tremendo y una carpeta de unas sesenta hojas, todas ellas de trabajo pendiente para el día siguiente. Camine un par de cuadras, no sé cuantas porque no las conté, ya mi oficio de contadora me bastaba con 8 horas diarias de labor, todos los días frente a miles de números de fortunas ajenas y para ese entonces no deseaba ni contar las monedas para el boleto. Casi llegando a la parada del colectivo; mi salvador para esa hora, el héroe que me alejaría de esa jungla administrativa para llevarme al paraíso de mi hogar; oigo la musiquita de mi celular y en su pantalla citaba: “Amalia llamando”, era una compañera de oficina así que no vacile en atender. -Hola, ¿Andrea?-Se oyó del otro lado. Esa era yo Andrea Fernández, una chica de buen oficio, sin familia y recién separada de mi pareja luego de cuatro años de felicidad juntos, si me preguntan a mi el por que de la separación, yo digo por creencia y sentimiento, que Jhon no tenia las agallas de pedirme casamiento, hace mucho que vacilaba y nunca nada, ya no hacíamos el amor seguido y las veces que lo hacíamos hasta le costaba mirarme a los ojos, parecía ya no excitarle alguien como yo, una bella mujer morocha de pelo semi ondulado, ojos claros, voluptuosa y de piel tan suave como calma caricia de una pluma en plena brisa de verano al rozar los labios, así era yo y para el “Señor” Jhon Duane, si se lo puede calificar así, parece que ya no le bastaba una mujer así. -Sí Amalia, ¿qué pasa? -Nada, simplemente queríamos invitarte, estamos con dos chicas mas de la oficina a tres cuadras de la misma y vamos a ir a tomar algo juntas. -Eh, no se, no tengo muchas ganas pero si un dolor de cabeza. -Yo estoy con el auto-Me retruco Amalia y sin darme oportunidad de dirigir la conversación a mi dolor de cabeza me dijo -¿Dónde estas? Te paso a buscar y después te llevo a tu casa -Mmmm... - Pensé en un buen daiquiri, una distracción y un buen viaje en ese auto lujoso hasta mi casa. No me pude negar así que le di mi ubicación. 18:49 Llegamos riéndonos de los hombres a un lujoso restobar del barrio de Recoleta, para colmo el recepcionista era un hombre, allí estallamos de la risa luego de mirarnos entre todas picaramente. Este era un joven de unos 21 años, delgado, de 1, 70 metros de altura aproximadamente, parecía un muñequito de torta y nuestra carcajada en dirección a él pareció intimidarlo. Se le veía una mirada tímida y fría, sus juveniles manos le sudaban, logrando que el anillo del Yin y el Yan que llevaba en su dedo anular se deslizara lentamente llevándolo a la reacción de cerrar su mano para evitar que este cayera. Amalia nos miro y nos dijo picaramente: -Miren esto, si no desvanece tartamudea, en la mejor de sus suertes. Bajo de su auto con gran autoridad, un vestido apretado de color rojo con un escote que mostraba la mitad de sus pronunciados pechos la acompañaban, su cintura marcaba un rimo particular junto a sus tacos que ponían tiesas sus largas piernas y agitaban sus rizos rubios: eran tentación perfecta al pecado. Se acerco al muchacho y le acerco las llaves del coche a los ojos y sin dejar que este las tomara las bajo hasta el pecho firme del joven, ella miro hacia abajo, se mordió los labios tentativamente y volvió su mirada fija y deseante hacia los ojos del joven nuevamente. Apoyo las llaves con fuerza sobre el pecho del muchacho, le agarro la mano y la llevo hacia su escote, la sostuvo mientras que con la otra mano bajaba lentamente por el pectoral del joven, llego al estomago, el joven trago saliva por su garganta seca y comenzó a sudar aun más. Nosotras perplejas salimos del auto y observamos desde allí el acto, que paso de broma a algo semi erótico. La mano de Amalia con las llaves bajo aun más por el ombligo y se detuvo, parecía su fin... error. Aflojo hábilmente el broche del cinto y metió las llaves por dentro del pantalón, las aseguro en un lateral e hizo un juego con sus manos por la parte íntima del joven, este cerró los ojos placidamente mientras ella retiraba lentamente su mano de allí. -Buenas noches- Dijo Amalia. El joven asustado retiro su mano de los pechos de mi amiga y vacilo a hablar, aunque de su tambaleante boca solo se veía un temblequeo desesperado. -Bu...Bu...Buenas No...Noches damas- Dijo asustado y respirando agitado. -Por favor, intenta no chocarlo- Le dijo por ultimo al joven susurrándole, mientras le ponía $2 en uno de sus bolsillos. Se separo de él y se unió a nosotros nuevamente, nos agarramos de los brazos y comenzamos a caminar hacia la perta de ingreso. El joven aun se encontraba paralizado por lo ocurrido y Amalia carcajeo contagiosamente, tan pegadizo que comenzamos a reír mientras caminábamos hacia la entrada. Luego de esto mi dolor de cabeza ya no significaba nada. 19:10 Dentro del lugar y en una buena mesa, de mantel blanco y unos individuales de razo bordo: ubicada en una posición en la cual por la ventana se podía observar un centenar de gente paseando, disfrutando de un breve after-Office y también varias parejas en plenitud del amor. 19:15 Luego de observar la carta un buen rato, Amalia levanto levemente su mano derecha e hizo un gesto con su dedo índice en rotación a la mesa. Casi automáticamente, un mozo bien refinado pero joven, serio pero en sus ojos se notaba un poco picaron y sensual que llamo mi atención: -Buenas noches damas y bienvenidas, mi nombre es David y estaré a sus servicios esta noche. ¡¡¡Bingo!!!El nombre perfecto para ese hombre, aunque de unos 25 años, delgado, ojitos marrones y unas manos suaves por lo que se podía ver. -Buenas noches- Contesto Amalia-tráeme un whisky on the rocks, para ellas dos piña colada y... ¿Vos Andrea? ¿Qué vas a pedir? Por mi mente surgió de contestar”: al mozo David”, pero creo que solo fue una vacilación, audaz pero sin salir de mi boca. -A mi tráeme un Daiquiri de frutilla y un ron-Conteste 20:15 Ya consumido el ron, el daiquiri y entrando al segundo vaso del mismo, decidí que era tiempo de volver a casa, así que era hora de negociar mi vuelta: -Amalia, ¿te vas a quedar un rato mas o ya te vas?-Le pregunte -No, la noche es joven y hoy es viernes, me quedo jaca hasta las 20:30 mas o menos y después me voy a casa para prepararme así hoy revoluciono la ciudad-Me contesto Y si, Amalia era una de las más atrevidas y liberadas mujeres que había conocido, era una muy buena persona además. Su explicación sobre lo que planeaba hacer era tentador para cualquiera, mas aun sabiendo que tu ex pareja estaba en un crucero, que ya de por si el nombre lo decía todo “Esmeralda Roja II”, ¡ja! Se fue con la excusa de olvidarme y en este momento se debe estar volteando a la primera mujer que le permitió simplemente aceptar un trago. 20:30 Ya habiendo conocido al adorable David, mi mozo favorito, Amalia levanto nuevamente su mano derecha pero esta vez hizo un gesto más sensual con su dedo índice en dirección a David: -¿En que puedo servirles ahora?-Pregunto Rápida y picara por su naturaleza Amalia respondió: -¡En mucho, a las cuatro, jajaja!-Comenzamos a mirarnos y reír. David sonrió de tal manera que sus ojos se transformaron en pasión y su cuerpo, preparado en gimnasio por lo que se podía ver, en deseo. Antes de pasar a mayores dije: -Traenos la cuenta por favor. Pagamos la cuenta y nos despedimos de David, dejándole una agradable propina. Salimos y estaba nuevamente ese joven al que le toco caer en las manos desaforadas de Amalia, pero esta vez y sin historia alguna, esta tomo las llaves de su auto, lo puso en marcha y comenzamos el viaje a casa. 20:40 Me baje del auto despidiéndome de las chicas y de una insistente Amalia que casi rogaba salir a revolucionar la ciudad en grupo esa noche. Saque las llaves de mi cartera, abrí la puerta y al cruzar el hall note algo extraño; Rodrigo, el guardia de seguridad del edificio no estaba en su puesto, seguí y al llegar al ascensor alguien toca mi hombro, me agache y puse en practica las valiosas lecciones de Tae Kwon Do, así que lo barrí de una sola patada... -¡Rodrigo!-Grite sorprendida-mil disculpas, no te vi y pensé que era otra persona. Tomándose la cintura y levantándose levemente me dijo: -Buenas noches, no te preocupes, esta bien, hago mea culpa porque fui yo quien no debió haberte sorprendido así. Al bajar el ascensor, me subí y este me llevo a mi departamento. 20:45 Al llegar encendí la tele y puse el noticiero que ya estaba culminando, pero algo me iba a informar. Mientras los conductores hacían notas alusivas a una nota de moda que salió al aire, yo comencé a desvestirme para luego ponerme el pijama, cenar y culminar el día mirando alguna película hasta que me rinda y entre en sueño. 20:47 “Ultimo momento, estamos en directo desde un móvil aéreo ubicado sobre el Océano Atlántico a tres horas de Buenos Aires, una catástrofe se desato en medio de este gigante ya que una embarcación con mas de 380 pasajeros se incendio y aun vemos como estalla en medio del Océano. Hasta ahora todo indicaría una explosión en el cuarto de maquinas. La lujosa embarcación, Esmeralda Roja II por lo poco que queda en sus laterales que se pueda apreciar iba rumbo a México, el viaje estaba a mitad de camino. Reiteramos, se trataría de...” Un escalofrió envolvente que iba trepando lentamente mis piernas, escalándolas prácticamente de una forma desgarradora que giraba en torno a mi espalda y penetrando en mi pecho, sacudió mi mente dejándola en blanco, mi primer reacción fue dejar caer el control remoto e intentar llamar a mi jefe, el mismo que el de mi ex, del cual no sabia si estaba en el barco o había caído al agua. Tome el teléfono y disqué el número de la quinta del jefe: -Buenas noches, residencia Ortiz-Me contesto el empleado de servicio -Buenas noches, ¿Carlos A. Sánchez? -¿Si?-Contesto dudoso-¿Quién habla? Mi voz preocupante parecía desorbitada, dejándolo a él desconcertado -Te habla Andrea Fernández, la empleada de oficina de Guillermo Ortiz, mi ex trabaja ahí de jardinero. ¿Se encontraría el Sr. Ortiz? -Si Sra. Fernández, enseguida la comunico. 21:00 -Buenas noches Andrea -Buenas noches Guillermo, va no tan buenas. -¿Por qué? ¿Algún problema en la oficina? ¿Te puedo ser útil?-Me pregunto inquieto -¡La embarcación donde viajaba Jhon Duane, tu jardinero... mi ex... estallo por los aires y... y... y no se si esta vivo, ayúdame por favor... estoy desesperada!-Fue justo ahí que estalle en llanto por lo que estaba pasando. -¿Cómo que estallo? ¿A que hora fue?-No se notaba muy preocupado por teléfono o yo estaba tan nerviosa que no lo note-¿Se sabe el motivo? -¡No, no se nada, no sé que hacer! -Calma-Me dijo casi ordenándomelo-Ahora mismo mando alguien a que te vaya a buscar a tu casa. -De acuerdo, gracias-Era lo único que me quedaba por hacer, aunque a Jhon nunca le cayo bien que yo hablara con Ortiz, ni que vaya a verlo a el al trabajo. Una vez me dijo que era algo sombrío y que pase lo que pase nunca lo llame o lo vea a Guillermo. 21:30 Una vez en su casa quinta de la calle 733, note que había un vagabundo en la esquina. Al ingresar Guillermo Ortiz me esperaba en el hall. Un hall lujoso como la quinta misma, con cinco hectáreas, establo incluido, vidrios espejados y monumentos de piedra, además de la fuente con Ángeles, cisnes y un arco iris en lo alto con una iluminación celestial. La primer reacción de Guillermo fue darme un abrazo y sus condolencias con una seguridad y una paz increíble, como si ya hubiesen hallado el cuerpo. Luego de ingresar a su escritorio, note una gran cantidad de rosas blancas... -Jhon las cuidaba para mi, directamente de aquel jardín de rosales-Me lo dijo como reafirmando el fallecimiento y logrando aun más desconsuelo. Así que después de un rato sentí la necesidad de poseer un hombro de alguien fuerte a mi lado, y Guillermo era el indicado para ese entonces, además por todas sus clases de artes marciales en sus tantos viajes al continente asiático, lo formaron muscularmente. Era de ojos color cielo, pelo negro y corto como si fuese militar nuevamente, aun conservaba su estilo, el que le dio sus águilas de plata en las Fuerzas Aéreas Argentinas. Lo abrace y me senté con él en un sillón de cuerina color beige. Diez minutos mas tarde le estaba desabrochando la camisa y nuestros cuerpos comenzaban a conocerse a la luz de la hoguera, envolviéndose en pasión y haciéndome olvidar lo ocurrido.
Posted on: Fri, 27 Sep 2013 18:52:16 +0000

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