Carla: La solidaridad es la mejor manera de demostrar lo humanos que somos. Por Arnaldo Vargas Castro Estoy seguro de que cuando Rosa Carlota Vargas Oronda leyó la noticia sobre las 122 enfermeras cubanas que en hermoso gesto de solidaridad partieron hacia Guatemala a salvar vidas humanas, su pensamiento la remitió a aquel lejano día en el que, con 18 años de edad, también partió de Cuba hacia ese país, en condición de sanitaria de guerra para apoyar a la guerrilla del Comandante Luis Augusto Turcios Lima. Carla, como todos le llaman, nació en Guatemala y tuvo una niñez muy difícil, ¨porque al imperialismo le molestó mucho que Jacobo Arbenz hubiera gestado la primera revolución de Latinoamérica en mi país, en el que vivíamos como hermanos, hasta que en 1954 se originó una agresión cruel e infame con un grado de criminalidad tremendo, al extremo que bombardearon todas nuestras ciudades, todo el territorio guatemalteco. Fue grande el sufrimiento de mi pueblo y vi a muchos niños acribillados en las calles¨. Jacobo Arbenz fue electo presidente de Guatemala en 1951 por el Partido Revolucionario Guatemalteco, desde cuya posición se dispuso a hacer una reforma agraria que contemplaba la expropiación de tierras ociosas de grandes latifundistas, que serían indemnizados, para dárselas a los campesinos. Aunque tenía mucho apoyo popular, fue enfrentado por las compañías transnacionales extranjeras, como la United Fruit Company (UFC), que exportaba bananas hacia EE.UU., cuyo gobierno acusó a Arbenz de comunista y armó a las tropas del Coronel guatemalteco Carlos Castillo Armas, exiliado en Honduras, junto con otros contrarrevolucionarios, para hacerle frente. Lamentablemente (como ha ocurrido en otras ocasiones) a excepción de México y Argentina que se abstuvieron, los países representados en la X Conferencia Interamericana de Caracas en 1954, se sumaron a la estrategia estadounidense de contar con una base jurídica más sólida, aprobando una resolución anticomunista que, aunque no mencionaba a Guatemala, no dejaba lugar a dudas sobre su innoble propósito. Mientras EE.UU. desarrollaba su programa para derrocar a Arbenz, con la CIA al centro, los organismos internacionales prestaron oídos a los reclamos de Guatemala; emitieron falsos informes propagandísticos, que dieron lugar a la deserción de las fuerzas armadas; sitian a Jacobo Arbenz y el embajador norteamericano John Peurifoy, revólver en mano, lo desalojó de su puesto, para cederlo a Armas. Jacobo Arbenz Guzmán había nacido en Quetzaltenango, Guatemala, el 14 de septiembre de 1913. Fue un militar y político honorable, conocido como soldado del pueblo porque perteneció al grupo de militares de la revolución de 1944, año en que ocupó la cartera de ministro de defensa hasta 1951, convirtiéndose en legítimo presidente de Guatemala desde 1951 hasta 1954; y la muerte lo sorprendió en tierras mexicanas el 27 de enero de 1971. Carla no olvida. Es imposible olvidar lo que sufrió en carne propia cuando su país fue brutalmente agredido para derrocar a su presidente. ¨Entonces tuve que salir al exilio a Ecuador con mis papás, donde me sometí al aprendizaje de otras costumbres y otras relaciones. Yo todavía no entendía por qué me habían sacado de mi país. Al principio, en Ecuador, me molestaban los niños del barrio, que eran niños ricos, y me decían comunista. Yo no entendía por qué me rechazaban. ¨Un día le pregunté a mis papás ¿por qué me dicen comunista y me rechazan? Y me dicen: -No, no, no te preocupes cuando te digan comunista; diles: seré comunista y de las buenas. Desde ese día ya no me molestó más que me dijeran comunista y desde entonces amo esa palabra¨. La intranquila niña de apenas ocho años de edad fue denunciada a la policía por vender bonos del Movimiento 26 de Julio en Cuba. ¿Cómo supiste de ese Movimiento y sus acciones para derrocar al tirano Fulgencio Batista? ¨Me enteré de ese movimiento por amigos de la juventud comunista de Ecuador, a quienes apoyaba vigilando mientras ellos hacían pinturas en las paredes. Cuando se acercaba la policía yo comenzaba a gritar: - ¡el comercio, el comercio...! que era el nombre de un periódico. Así les avisaba de la proximidad de la policía¨. Hasta que fue descubierta en sus travesuras políticas y ¨para que no me causaran daño, mis padres se quedaron en Ecuador y me devolvieron a Guatemala con mis abuelos. Estudié la primaria y ya en la secundaria me involucré en la lucha estudiantil. Votamos a un ministro que era un militar de la dictadura, lo obligamos a que renunciara. Como castigo, ya no nos permitieron ir más a la escuela¨. ¿Qué sucedió entonces? ¨Sucedió que algunos de aquellos muchachos se fueron del país, mientras yo me escapé del grupo con otro amiguito y no sé cómo mi mamá hizo contacto con mi padrino. Así fue como me trajeron a Cuba con otro compañero, en el momento en se daba la noticia del triunfo de la Revolución cubana y que Fidel ya había salido desde Santiago de Cuba hacia la Habana, donde el propio Che Guevara me recibe en el aeropuerto y nos lleva a La Cabaña donde tenía su primera oficina y allí me dejó porque tenía que sumarse a la caravana de la victoria para entrar con Fidel a la capital¨. ¿El Ché, en qué circunstancias lo conociste? ¨Yo conocí al Che en Guatemala, porque era muy amigo de mi familia antes de nuestro exilio a Ecuador. Él me bautizó a las usanzas indígena y argentina. Me querían bautizar como Carla, que es el nombre que he usado todos estos años, pero decían que era un nombre comunista, marxista, refiriéndose a Carlos Marx. Entonces decidieron ponerme Rosa Carlota, porque nací en el mes de mayo, cuando aparece una rosa que es muy bonita y Carlota por mi abuela indígena, porque soy de ascendencia Maya¨. ¿Te veías con el Che aquí en Cuba? ¨El Che estaba siempre muy ocupado y no podía verlo con frecuencia, pero me llamaba a la beca. Si no hablaba conmigo, preguntaba cómo andaba en los estudios y el Rector le informaba que yo estaba bien, ¨la quiere todo el mundo; tiene muchos papás y mamás, porque creen que es huérfana¨. Realmente tuve muchísimos papás y mamás adoptivos aquí en Cuba. Muchos¨. Volviendo al inicio, ¿cómo te involucras con la guerrilla de Luis Augusto Turcios Lima? ¨Mira, yo soy de las primeras maestras graduadas del programa pedagógico Makarenco (Antón Shejov), de Topes de Collantes, y una semana antes de recibir el título me enteré de que los universitarios de mi país se iban a sumar a la guerrilla. Aquí no querían que me fuera por ser una muchacha muy joven que había sufrido cantidad, pero ahí mismo me planté y dije: - Ah, no; yo también tengo que ir; de lo contrario, no estudio más. Además, ¿para qué me mandaron para Cuba siendo yo revolucionaria, con tantas cosas que había que hacer en mi país? ¨Afortunadamente, ya había llegado mi papá, quien fue fundador de la Escuela Coral Oscar María Romeo, aquí en Cuba. Fui donde él y le pregunté: -papaíto, vos y mi mamá me pidieron permiso para yo nacer?, a lo que respondió: - No, hija, claro que no. ¿Vos y mi mamá me pidieron permiso para sacarme al exilio? No, respondió. ¿Me pidieron permiso para retornar a Guatemala? No, porque queríamos salvarte de la prisión. ¿Y me pidieron permiso para venirme acá, a Cuba? No, porque teníamos que defender tu vida. Y fui categórica con mi determinación: - Entonces, yo no te pido permiso, sino la bendición. Fue cuando me dijo: - Arrodíllate. Eso fue delante del Che, Almeida, y dijo: -La bendición, mi´ja. Hicimos un ritual indígena. Le besé la frente y la mano y dice: - Ella se tiene que ir¨. ¿Qué hizo el Che? ¨El Che? me mandaron a pasar un entrenamiento militar donde me llevaban durísimo para que yo me rindiera y dijera, ¡que va, yo no puedo con esto!, pero eso era lo que querían para decirme: - No te vas, mejor vete a estudiar medicina. Ah, pero yo me aguantaba y sacaba fuerzas de donde no tenía, hasta que un día oigo una llamada telefónica y el compañero que me llevaba tan fuerte, casi llorando, le decía al que estaba del otro lado de la línea ¿sabés quién era? El Che, a quien aquel pobre oficial le decía: -Ya no aguanto más a esta muchacha, ella se va. Yo sé que ella llora solita, a escondidas, porque la estoy llevando muy duro, pero ya no puedo más. ¨A partir de entonces, ya me trató con una ternura tremenda y te aseguro que aunque difícil, fue una experiencia muy linda, y así fue como me fui de nuevo para Guatemala. Esta vez, en condición de sanitaria de guerra¨. ¿Cómo fueron los inicios de una misión tan riesgosa? ¨La verdad es que al principio pasé bastante trabajo, porque llevaba el cubanismo en mi lenguaje y para corregirlo me encerraron como tres meses en un cuarto, solita, con una estufita, un baño y la condición de que tenía que oír la radio hasta que lograra hablar de nuevo como guatemalteca. ¨Un día llegó Luis, mi Comandante (Luis Augusto Turcios Lima) y le dije: - Mirá vos, ya, sácame de esto. Y me dijo: - Ahora mismo te vas pa´ fuera. Entonces me incorporé a mi puesto de sanitaria de guerra. Para entonces, yo tenía cierta preparación y mucha disciplina¨. Luis Augusto Turcios Lima cursó estudios militares, se especializó en contraguerrillas e infantería de marina para servir en el ejército de su país (1960), donde empezaron a manifestarse sus inquietudes revolucionarias. El 13 de noviembre de ese año, en unión de un grupo de jóvenes oficiales, se rebela contra el gobierno títere de Idígoras Fuentes, pero la rebelión fue sofocada por apátridas de la Brigada 2506, que se entrenaban en ese país para posteriormente invadir a Cuba (abril de 1961). Turcios y otros compañeros fundan el Movimiento 13 de Noviembre para proseguir la lucha; ostenta el cargo de segundo jefe. Esta fuerza se integra con el Partido Guatemalteco del Trabajo y el Movimiento 12 de Abril, para formar las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR), siendo entonces jefe del frente guerrillero Edgar Ibarra, con el grado de Comandante y luego, jefe militar de las FAR. Pierde la vida en un accidente el dos de octubre de 1966, constituyendo un duro golpe para los revolucionarios del continente. Carla, ¿cómo era Turcios Lima? ¨Tuve muy buenas relaciones con él, porque era un gran compañero, muy humano y todo lo recio que tenía que ser, pero con ternura, y era un caballero con todas las mujeres. Nunca usó su grado de Comandante para darnos una orden, sino que nos pedía de favor: Por favor, ¿pueden hacer esta tarea? Y entonces nosotras nos cuadrábamos: sí, mi Comandante. No, decía él, mi compañero¨. ¿Cómo asimilaste su muerte? ¨Bueno mira, a mí me golpeó mucho, porque cuando él murió, yo estaba en Guatemala todavía. Y no solo murió él, también otros compañeros quemados en el carro, que también eran compañeros míos, pero yo siempre digo que los golpes den en un solo costal y a los dos días mataron a otro compañero nuestro. Antes que yo saliera para México mataron al responsable mío en la unidad donde trabajábamos juntos¨. ¿Pasaste algún sofocón, como decimos los cubanos? ¨Fíjate, yo recuerdo bien que era un 27 de mayo. Yo vivía en una habitación de una casa de huéspedes, haciéndome pasar por inseminadora artificial, para acostumbrarlos a que siempre me vieran con botas y la mochila a cuesta, pero detectaron quién era y dónde estaba. Me fueron a sacar de allí como 30 soldados bien armados y amenazando a la gente de la casa, donde había niños. Entonces yo les decía a los soldados que no asustaran a los niños, ¡bajen las armas!, yo no estoy armada. Ahí me agarraron, me esposaron, me tiraron en una furgoneta, me llevaron a una finca apartada donde me torturaron terriblemente y después me dejaron abandonada en un barranco, para que allí muriera¨. ¿Qué sucedió entonces? ¨Me rescataron unos compañeros indígenas que pasaban por allí, me llevaron a su rancho y me curaron las heridas a la usanza de ellos, es decir, dándome con gajos de una planta que cuando tú la tocas, pica mucho y salen granitos. Me daban con eso que tenía vinagre y agua. Imagínate el ardor, entonces yo les decía: - ya no me den más. Y ellos: - con esto evitamos que se te hagan coágulos de sangre por dentro. Entonces les dije: - Ah, bueno, entonces seguime dando, pues. ¨Así nos cogimos confianza y contactaron con mi mamá, que era prisionera domiciliaria en Guatemala, y no sé cómo logró llegar hasta donde yo estaba. Me llevó de nuevo a la capital y en la casa de un gran pintor guatemalteco había una cueva y ahí me escondieron. No podía subir a las montañas porque tenía el cuerpo demasiado lastimado y no podía acceder a un médico. De allí, me sacaron a México, donde soy atendida por los médicos y después me traen a Cuba donde me hacen todo el proceso de rehabilitación. ¨Antes de yo ser torturada y salir a México, estaba esperando a mi esposo allá, no llegó, y después me entero que había muerto en combate heroicamente y el dolor fue doble, porque también mataron a mi niña de apenas ocho meses de nacida y nunca pudimos saber dónde la enterraron. ¨A veces despierto sobresaltada, angustiada, con la impresión de que está viva; luego me pregunto si algún militar la habrá adoptado, porque era una práctica común vender niños. Después llego al lógico convencimiento de que eso no es posible, porque mi madre la buscó por todos lados¨. Naciste en Guatemala, viviste temporalmente en Ecuador y creciste en Cuba. ¿Sientes algo especial por este país al que el imperio no ha podido avasallar? ¨Yo amo a Cuba porque en mi cuerpo y mi corazón tengo sangre cubana; vivo en Cuba, la he defendido en todos los países que voy y hago trabajo de solidaridad porque es mi deber, y la defenderé siempre¨. Esta menuda e inquieta mujer ha viajado a Holguín en tres ocasiones para participar en los Coloquios internacionales por la libertad de los Cinco y contra el terrorismo que acaban de realizar su novena edición, e integra el Comité Internacional que encabeza esta causa. ¨En Labiofam donde trabajo presido el comité por los Cinco. Yo he ido a Ecuador a realizar actividades por ellos, a donde pienso regresar en breve y también iré a Bolivia o a Colombia. No puedo dejar de decirte que soy presidenta del CDR donde resido y que tengo una hermana que me apoya mucho en todo. Está demostrado que juntos se puede hacer mucho y que la solidaridad es la mejor manera de demostrar lo humanos que somos¨.
Posted on: Fri, 29 Nov 2013 02:10:02 +0000
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