Chile producía muy buenos mariscos, los exportaba como producto de altísima calidad, pero lo que era mejor, los consumía en gran cantidad y con gran gusto. Poca exportación, mucho consumo. Contentos. Con la teoría de exportar para desarrollar se implementan granjas de mariscos, y también se introdujo la piscigranja de salmones. Tener que criar tantos animales en espacios reducidos incrementa la necesidad de protegerse de contaminaciones cruzadas, por ello se les aplica antibióticos, los que les permite soportar y combatir la formación de bacterias por el hacinamiento, pero los antibióticos van perdiendo efectividad, por tanto se van incrementando las dosis. Sus productos están enfermos, ya no hay mariscos de calidad, ni salmones. Al consumirlos, se consumen los antibióticos que han incorporado en el proceso, así como los pesticidas. Lo peor, y esto nos puede pasar, los mejores mariscos eran sacados de las peñas, pero ya no hay, porque no han resistido las enfermedades que sus hermanos de granja reprodujeron y curaron con antibióticos, antes. Perdió el país, el mundo. Y no se puede decir, no se podía saber. Tempranamente les informaron a los chilenos de las consecuencias, pero dijeron eso son opiniones de tendencias políticas. Los pescadores chilenos, los consumidores chilenos, no necesitaban de la exportación de salmones para ser felices.
Posted on: Thu, 20 Jun 2013 01:22:40 +0000
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