Ciencia Política y un planteo de izquierda Como bien sabemos, se - TopicsExpress



          

Ciencia Política y un planteo de izquierda Como bien sabemos, se vienen dando en Sociales procesos de reformas de los planes de estudios. Y, si bien cada carrera tiene sus particularidades, no hay que entenderlos aisladamente sino como parte de un plan de reformas en todas las carreras según los lineamientos del Ministerio de Educación de la Nación que pretende subordinar la UBA al “Proyecto Nacional y Popular”. En Trabajo Social se dio un proceso antidemocrático, donde se votó el plan de estudios de espalda a los estudiantes, y la reforma a su vez fue regresiva porque significo un acomodamiento por parte de esta carrera a los lineamientos del ministerio de desarrollo social, con todas las limitaciones que esto implica. Ciencia Política parece ir en vías de repetir esta situación, está en nosotros evitarlo, por eso se vuelve necesario no aislar este proceso de las demás reformas dando un debate intenso sobre qué significa estudiar Ciencias Sociales y cuáles son las intenciones que hay detrás de cada reforma. A su vez, la experiencia de Trabajo Social nos dio algunas lecciones de cómo afrontar estas situaciones, que errores hemos cometido y nos muestra estrategias y bajezas de nuestros enemigos. Lecciones que, también debemos aplicar en el intento de reforma de Comunicación y, principalmente, ante el intento de contra-reforma en Sociología. En este sentido las jornadas que se plantean para discutir el nuevo plan de estudios al no tener el carácter de resolutivas son sólo una forma de lavarle la cara al nuevo plan que luego se termina votando entre cuatro paredes sin una verdadera participación de los estudiantes. Pero esto no es una novedad en la Junta de Carrera dirigida por Alternativa Académica y la UES, aliados con la Mandrágora (espacio del Jefe de Gabinete Abal Medina) y otros espacios kirchneristas. Año tras año se busca limitar la cantidad de materias optativas y seminarios que tengan contenido crítico o simplemente, que no sean afines a la gestión. Mientras tanto se sostiene una carrera vaciada de debates y aislada de la realidad. Esto pone de manifiesto cómo se maneja la educación en la UBA, y abre el debate, nunca cerrado, sobre la democratización de la misma. El voto ponderado, consecuencia de la existencia de tres claustros (estudiantes, graduados y docentes) lleva a la creación de camarillas que permiten elegir estas materias a dedo. Esto nos muestra el problema de fondo: la falta de democracia y el ahogo presupuestario en la UBA. Lo que existe hoy como carrera de Ciencia Política y lo que vienen a proponernos desde diferentes espacios, como el kirchnerismo (Vamos Sociales) se aleja profundamente de un proyecto de izquierda que busque una salida revolucionaria. El kirchnerismo fue muy sincero en el documento de su “Espacio Abierto”, mostrando que lo que buscan generar son cuadros técnicos para lo que ellos llaman “nuevo Estado que surge del 2003 de la mano de Néstor Kirchner”; nos hablan de que éste “adolece aún de funcionarios capaces de construir y gestionar políticas”. Y no es un hecho menor teniendo en cuenta que la Ley de Medios o la Reforma Electoral la han redactado Lettieri y Abal Medina, ambos titulares de cátedras de nuestra facultad. No sólo hacen gala de una concepción por lo menos limitada de Estado sino que limitan el accionar del politólogo a las instituciones y nos invitan a prepararnos para ser funcionarios, teniendo la bajeza de citar al manifiesto liminar de la Reforma Universitaria de 1918 como argumento para abrir el debate. Se pone en cuestión si sobrepasan las concepciones de la política que maneja la dirección Radical de la carrera, que se encuentra anclada a la limitante corriente neo institucionalista. La Juntada, por su parte, supo presentar en las últimas dos elecciones un candidato común con el kirchnerismo para la dirección de Carrera. Incluso, en la última elección, presentaron una candidata perteneciente al espacio kirchnerista Carta Abierta. Esta situación es repudiable puesto que, además de acercarse a estos sectores que proponen un politólogo con las limitaciones arriba señaladas, también es el kirchnerismo, y su política educativa, el responsable del ahogo presupuestario y la nefasta situación de la UBA. Las limitaciones de este planteo electoralista ponen en cuestión qué significa para esta corriente el estudio de la política, si lo que buscan es una “perspectiva emancipadora y propositiva” (como plantean en su material) no se juntarían con gente que propone estas oscuras limitaciones al politólogo y a la Educación Pública. También en el último tiempo se vino discutiendo en torno a los tiempos y plazos de la reforma, a lo que nosotros entendemos que no se trata de reformar la carrera mañana o en octubre, sino que lo importante es lo que pueda llegar a dejar como saldo la reforma. Los contenidos político-ideológico parecen haberse quedado en el tintero y por momentos pareciera que se plantea la reforma como fin y no como medio. Todos miran las repercusiones político-electorales que la reforma pueda llegar a tener y no debaten realmente su contenido, a la vez que, la dirección de la carrera intenta evitarla o a lo sumo retocar cuestiones mínimas que sirvan de maquillaje para mantener su situación privilegiada. Como izquierda nos debemos la labor de problematizar la Ciencia Política y la política como se las concibe actualmente. Ya que nosotros no creemos que el Estado sea el único lugar donde se hace política ni apuntamos a ser funcionarios. Por el contrario, queremos un perfil de politólogo que genere pensamiento crítico, que esté dispuesto a dar una lucha ideológica y que se comprometa con la sociedad para transformarla. Que pueda desarrollarse como intelectual, docente, investigador y militante que intervenga en la realidad. Y que pueda aplicar en la práctica los conocimientos adquiridos para transformar la sociedad en que vive. Esto que precisamente la clase dominante quiere evitar: generar pensamiento crítico y militantes e intelectuales que luchen junto a la clase trabajadora. Así se abre el sanguinario debate entre el intelectual combatiente y el intelectual funcionario que irrita a aquellos que creen que siendo funcionarios públicos representan un proyecto revolucionario. Que evitan poner en duda la existencia de gobernantes y gobernados y nos muestran una Ciencia Política limitada que se dedica a legitimar y sostener el statu quo. Y no una Ciencia Política crítica que busque una perspectiva transformadora y que rompa con este modelo de vejación hacia las clases subalternas. Es por esto que debemos superar y enfrentar esta limitación de la política hacia solamente un ámbito de la realidad, como lo son el Estado, las instituciones y los gobiernos. Desde Prisma, exigimos un debate serio y estamos dispuestos a darlo, en la medida de nuestras posibilidades. Sin este debate un nuevo plan de estudios será tan mediocre como el actual.
Posted on: Thu, 06 Jun 2013 20:49:01 +0000

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