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Columna publicada hoy en Tribuna de la Bahía. Escrutinio Leopoldo Guerra Cruz EL ATLAS DE RIESGOS DE PUERTO VALLARTA: LOS GRANDES INTERESES CONTRARIOS Los gobiernos municipales de Gustavo González Villaseñor, Javier Bravo Carbajal, Salvador González Reséndiz y ahora Ramón Guerrero Martínez, han sido coincidentes en el absoluto desinterés exhibido para el tema de la elaboración o actualización del Atlas de Riesgos. Aunque el desdén pareciera ser sólo producto de su falta de cultura de la prevención, de ignorancia sobre el tema, o incluso de falta de recursos, como declaró la semana pasada Ramón Guerrero, la realidad es mucho más perversa: a los presidentes municipales mencionados no les ha interesado elaborar o actualizar el Atlas, porque hacerlo implicaría un harakiri político. Los grandes inversionistas que han logrado torcer la ley a su favor para construir megadesarrollos en zonas prohibidas, son los principales interesados en que el Atlas de Riesgos no se actualice y al efecto han contado con la complicidad de los presidentes municipales. La construcción de desarrollos condominales en zonas de alto riesgo como en los humedales situados en las márgenes de los ríos o en zonas montañosas propensas a deslaves y deslizamientos, solamente ha sido posible gracias al alto grado de corrupción de los ayuntamientos en turno, a través de la autorización de criminales cambios de uso de suelo. De todos es conocido que la tradición en los cuerpos edilicios vallartenses es que los regidores afines al presidente municipal otorguen a sus iniciativas y propuestas el voto “en confianza”, irreflexivo y, en la mayoría de ocasiones, ni imaginan siquiera el daño irreparable que por su irresponsabilidad y sumisión pueden ocasionar. El Atlas de Riesgos no sólo es un sistema de información que permite establecer bases de datos y realizar el análisis del peligro, de la vulnerabilidad y del riesgo ante desastres, con objeto de generar mapas y sistemas geográficos de información, sino que, además, sus resultados deben incorporarse a los programas de desarrollo urbano y reordenamiento territorial, a efectos de que los riesgos disminuyan y se salvaguarde la vida de la población. Si el Plan Municipal de Desarrollo Urbano, es el instrumento que contiene las disposiciones jurídicas para planear y regular el ordenamiento de los asentamientos humanos en el territorio municipal, indiscutiblemente debe estar basado en un Atlas de Riesgos permanentemente actualizado. La actualización del Atlas de Riesgos arrojaría la inevitable consecuencia de exhibir la corrupción, opacidad y podredumbre que han sido característica de los últimos cuatro gobiernos municipales y, además, al emerger los permisos de construcción otorgados con respaldo en irresponsables cambios de uso de suelo, saldrían a relucir nombres y apellidos, tanto de los corruptos como de los corruptores, lo que por lo pronto no verán nuestros ojos, pues, evidentemente, Ramón Guerrero no está dispuesto a violar los oscuros pactos que tiene con sus antecesores. Por otra parte, una vez ubicados los asentamientos que ya están establecidos en zonas de alto riesgo, de conformidad con la Ley General de Protección Civil publicada en el Diario Oficial de la Federación el 6 de junio de 2012, el gobierno municipal tendría que obligar a los propietarios a realizar obras de infraestructura que pudieran coadyuvar para mitigar el riesgo a que están expuestos o, de ser el caso, debería formular un plan a fin de determinar cuáles de ellos deben ser reubicados, proponiendo mecanismos financieros que permitan esta acción. Por su parte, los gobiernos Federal y Estatal estarían obligados -de hecho lo están- a buscar y proponer mecanismos a los propietarios para la transferencia de riesgos, a través de la contratación de seguros o de otros instrumentos financieros. Desde luego que la construcción de obras de mitigación de riesgos, los planes de reubicación o la contratación de seguros que la ley prevé para todos esos grandes inversionistas que mediante el soborno a los presidentes en turno obtuvieron sus permisos para construcción y certificados de habitabilidad, no entran en sus nuevos planes de negocios. La precisión de los riesgos geológicos, hidrometeorológicos, químico-tecnológicos, sanitario-ecológicos y socio-organizativos del Municipio de Puerto Vallarta, no tiene ninguna importancia. El Atlas de Riesgos pone fin al desorden que priva en el municipio y es la base para establecer las políticas públicas preventivas y que minimicen los daños y pérdidas de vidas provocados por sismos, tsunamis, inestabilidad de laderas, ciclones tropicales, inundaciones, fugas y derrames, almacenamiento y transporte de sustancias peligrosas, incendios y explosiones, plagas, epidemias y contaminación del aire. El orden beneficia a la población, mas no a los gobernantes; es en el desorden donde obtienen éstos los mayores dividendos y, además, se cumplen compromisos. Todos los sectores que en Puerto Vallarta están clamando a Ramón Guerrero sobre la necesidad de que se actualice el Atlas de Riesgos, están en el fondo convencidos de que las suyas son voces que predican en el desierto, puesto que para ese personaje el tema no es prioritario, ni forma parte de la agenda municipal; es más, no hay agenda municipal. Es mejor el circo mediático de aparecerse luego de una tormenta por algunas colonias inundadas y exhibirse cínicamente con la ropa mojada y muy “preocupado” por los habitantes, para después enviarles sacos de cemento. Eso sí genera votos.
Posted on: Wed, 02 Oct 2013 21:47:52 +0000

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