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Comparto el texto que leí hoy en la radio, con Carlos del Frade. Frágiles: En un segundo la vida estalla. En un segundo salta por los aires y se derrumba. Es un segundo, apenas un instante. El dolor atraviesa, se hace nudo en la garganta. No salen las palabras, quedan atascadas en el lugar donde anidan los dolores de los que estamos vivos. Llorar sin lágrimas, sentir la opresión en el pecho. Llorar sin palabras. El día de la explosión cargué mi dolor y fui a la escuela. Estaban los chicos, por supuesto. Al finalizar la jornada les expliqué del duelo y de la bandera a media asta por el micrófono. Todos habían visto las imágenes en la tele, todos sabían la noticia. Ya los estaba despidiendo cuando sentí un tironcito en mi guardapolvo. Diseñé mi estrategia defensiva a fines del año pasado. En uno de esos días en el que todo estaba nublado y feo. Nublados los maestros, nublados los niños, nublada yo. Esa tarde se me ocurrió decir por el micrófono que en la escuela pasaban cosas que nos dolían pero también cosas que nos alegraban. Que también teníamos buenas noticias. Por lo tanto, les proponía que el que tuviera algo bueno para contar, se acercara al micrófono para decirlo. El primero que se animó fue Luciano: su perra había tenido siete cachorritos. Si alguien quería alguno, que le avisara. Y así estas historias de la salida se nos fueron haciendo costumbre: hoy aprendí a leer, voy a tener un hermanito, la gata tuvo cría. Historias mínimas. El tironcito en el guardapolvo vino acompañado de la voz chiquita y firme de Ángela: ¿Entonces hoy no vamos a decir la buena noticia? ¡Uy! ¡Cierto Ángela! Me olvidaba. ¿Tenés una buena noticia para contarnos? La enanita agarró el micrófono y con voz segura dijo: - Hoy los de primero plantamos plantitas. De maíz, de poroto, de lenteja, y de pororó. Así me fui a mi casa. Con la muerte y con las plantitas de los de primero a cuestas. ¿Cómo se conjugan las muertes con las plantitas en un salón de primer grado? ¿En el patio de una escuela? ¿Desde el micrófono de un ceremonial que parece gastado y sin embargo…? ¿Cómo sostenernos ante la mirada de unos niños que nos piden que estemos bien parados? Que nos tiran del guardapolvo diciendo aquí estamos… ponete las pilas, te estamos mirando. Vos nos enseñaste esto, ahora, hacete cargo. A medida que pasan los días, trato de despejar la cabeza para tratar de entender la serie. ¿Es esto producto de la desgracia? ¿De las casualidades? ¿Del azar? ¿Del destino? Los fenómenos sociales no son productos de la naturaleza. Eso lo aprendí hace un tiempo largo. Habrá que buscar las causas y a los responsables en la historia, las políticas, en las ciencias sociales, en las ciencias humanas. El dolor estalla y se hace nudo. Porque no son fenómenos naturales los choques de los trenes, las explosiones de los edificios, las muertes a la vuelta de la esquina. Las muertes sin sentido no vienen de la naturaleza. No encuadran en la ley que reza: los seres vivos nacen, crecen, se reproducen y mueren. No cuando las muertes son evitables, cuando los controles fallaron por el triunfo de las políticas de ajuste. La rapiña merodea este lugar, dice Silvio. Y nos vuelve vulnerables, endebles, frágiles pero insoportablemente pesados como todo nuestro ser. Y sin embargo las plantitas de los de primero quieren darse el lujo de crecer. Betty Jouve
Posted on: Fri, 09 Aug 2013 13:05:33 +0000

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