Cuando en 1921 Paul Valéry publicó Eupalinos o el arquitecto, - TopicsExpress



          

Cuando en 1921 Paul Valéry publicó Eupalinos o el arquitecto, apareció en escena una interpretación poética que contrastaba con el espíritu de una época que se jactaba de haber alcanzado los límites sublimes de la razón y que, según la cual, la belleza era el resultado de la fórmula práctica: La forma sigue a la función, lo cual sugiere que la solución volumétrica estaba supeditada a las variables funcionales que devenían de las actividades humanas propias para el edificio, en íntima relación con la estructura portante. En específico: Si funciona y es resistente, por lo tanto es bello. El discurso de Eupalinos conducía a entender que existía un universo pletórico de armonía, sensualidad y gracia en aquellas construcciones en las que sobresalía el entusiasmo por crear la belleza como fin último de una manera de ser del espacio y de la forma que implicaban un elevado sentido de la estética. Hay edificios, decía él, que son silenciosos y nada dicen, son mudos. Hay otros que apenas expresan indicios de elocuencia y balbucean sin encanto alguna palabra en un lenguaje incompresible para la sensibilidad humana y, más allá de la razón y la intuición, hay algunos, muy pocos, que cantan a la alegría y nos seducen con el sortilegio de su galanura… esos son Arquitectura. Asimismo, Marco Lucio Vitrubio Pollión dictó en su tiempo los cánones que definían, regían y sustentaban la experiencia de la creación arquitectónica. Sus fundamentos y principios fueron generadores de entidades cuya esencia se sometía a los designios de la voluntad humana a través del diseño, la composición y el proyecto. Sus argumentos planteaban la Icnografía, la Ortografía y la Escenografía como estrategias de configuración para otorgar orden y armonía al conjunto, desde el partido, que contenía las ideas iniciales respecto a la organización funcional mediante la planta y luego las elevaciones por medio de la correcta representación de las fachadas. Por su parte, la Escenografía proponía el estudio de los volúmenes bajo el enigmático influjo de la esciografía -que se traduce en la complejidad y el misticismo que otorgan la luz y las sombras- para describir lo mejor de la manifestación arquitectónica. Ergo, el orden es la presencia más acabada, relevante y trascendental del caos que impera como dimensión suprema de las aspiraciones humanas. Representa el objetivo que define la búsqueda intuitiva del ser por encontrar la justificación de la razón que le da sentido a una existencia pletórica de emociones y sensaciones. Sólo ocurre en el momento en que convergen actos afortunados de cuya laya deviene la organización funcional de los sistemas que conducen a la sincronía de los acontecimientos. Acciones y hechos que llevan implícitos los atributos esenciales del arte al momento de construir la realidad: Es la complejidad perfecta, sin ataduras. Por su parte, armonía es la cualidad encantadora que produce plenitud en el espíritu. Es arte de privilegios capaz de elevar las realizaciones humanas hasta los confines de la belleza sublime. Es orden y caos simultáneos que tranquilizan el alma y la preparan para enfrenar el desafío de la decantación en pos de lo esencial. Se representa como la concatenación de momentos y sucesos que corresponden a planos diferenciados en una misma secuencia rítmica, como en una sinfonía. Conseguirla constituye un reto que alude a la capacidad de sincronización que implica crear complejidades a partir de la suma de simplicidades.
Posted on: Mon, 23 Sep 2013 12:43:46 +0000

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