Cuento de Horror PostHalloween Antes de empezar, me gustaría - TopicsExpress



          

Cuento de Horror PostHalloween Antes de empezar, me gustaría aclarar que esto NO es exactamente un cuento o una historia de horror. Es, más bien, una advertencia a las personas que sufran ciertos síntomas de carácter siniestro. Repito; esto es en serio y si sufres los síntomas que te voy a relatar, debes tomar precauciones. Supongo que a todos, alguna vez, nos ha invadido la extraña sensación de que hay alguien ahí, con nosotros, a pesar de saber que estamos solos. Es entonces cuando, instintivamente, giramos la cabeza para comprobar dicha soledad y calmar nuestro latente corazón. Si esto te ocurre de forma casual no debes asustarte, pero si esa presencia (la cual siente cierta preferencia por visitarte cuando el sol se oculta) se ha convertido en una rutina del día a día, si ese etéreo cuerpo ya no permanece instantes fugaces sino largos minutos, si cada vez que volteas la cabeza en busca de alguien te invade un frío que te alcanza hasta el tuétano... Entonces esto que lees ya no es un mero pasatiempo. A un joven llamado Fran le ocurría este fenómeno a un nivel tan pútrido y cercano que no sólo sentía la presencia cerca de él; la podía notar rozándole la piel, y allí donde le tocaba se le erizaban todos sus vellos. A veces, si giraba la cabeza el la dirección en la que el creía haber visto algo, se le nublaba la vista por un instante. Fran era un estudiante muy riguroso y madrugador, a si que achacó todo esto al cansancio, el agotamiento mental e incluso al hambre pues como estudiante viviendo lejos de casa de sus padres, tenía el dinero justo para subsistir. Acudió al médico tras mes y medio de estar sufriendo dichos síntomas, pero los resultados de todos los análisis estaban en orden, desde la presión arterial y el colesterol hasta el nivel de actividad cerebral. El estudiante volvió a su casa e intentó olvidar todo eso. Pero el sabía que ahí, con él, había algo. Trataba de ignorarlo por todos los medios, ya fuera viendo la TV, leyendo algo, jugando con su portátil, estudiando, realizando las tareas de casa... pero algo le obligaba a mirar, a comprobar que nada había allí, junto a su cama, su sofá o junto a él mismo. Y así pasó la tarde hasta que anocheció y, de forma extraordinaria, la presencia se desvaneció. El joven estaba contento porque pudo tumbarse en su cama tranquilo, sin miedo a abrir los ojos y encontrarse con alguien mirándole, a pesar de que siempre que los abría no había nadie. ¿Sabéis que es un sueño lúcido? Es aquel en el que sabes que estás dormido y que lo que te rodea y ocurre es un sueño. Por supuesto, hay gente a la que esto no le ocurre nunca a lo largo de su vida, pero Fran tuvo, esa noche, su primer y último sueño lúcido. Como en todo sueño, Fran no sabía donde estaba ni como había llegado allí, a un callejón entre altos edificios de una ciudad lúgubre, vacía y llena de niebla. Avanzó hasta el final del callejón, aun sin saber que estaba dormido, y allí encontró a una persona en posición fetal ocultando su cara entre las rodillas mientras todo el cuerpo le temblaba con fuerza. Al principio el estudiante creía no conocer al individuo del suelo, pero centro más su atención en él y pudo identificarle. Fue entonces cuando se percató de que todo ese mundo era meramente onírico. Se acercó a él y se agacho. -¿Alex?-Susurró Fran muy despacio. El hombre del sueño, que era un amigo de su infancia, levantó la cabeza y miró al joven con unos ojos completamente blancos. -Eres tú, ¿verdad Francisco?-Miró nervioso hacía ambos lados, volvió a mirar a Fran y, de nuevo, hacía ambos lados. Cada vez hacía más frío. -¿Pero que haces aquí Alex? ¿Qué es todo...? -¡Escúchame!-Le interrumpió- No tenemos mucho tiempo a si que escúchame bien; no puedes dejar que el Señor Frío de coja, tienes que evitarlo. -¿Quién es el señor frío? ¿Y qué...? -Es un nombre que le he puesto-Interrumpió- Y por favor, deja de hacer preguntas estúpidas. Esta noche ya puede ser demasiado tarde. Entonces Fran lo comprendió; el Señor Frío era esa sensación, esa presencia constante que le perseguía cuando estaba solo. Y volvió a sentirlo, ahí, en el sueño, sentía que estaba detrás de él. Fue a darse la vuelta, pero Alex le agarró del hombro y lo evitó. -¡Escúchame!-Gritó Alex muy fuerte-¡Tienes que hacerme caso joder! ¡No dejes que el señor frío te coja! -¡Pero no puedo evitarlo!-La cara del joven mostraba un profundo terror que se acentuaba por la niebla que rozaba los cuerpos de ambos. -Escúchame Fran, por favor-Le replicó por enésima vez- No me estás escuchando; no dejes que el Señor Frío de coja. No le mires, no le hables, no le prestes atención, pues con eso solo estás invitándole a acercarte cada vez más a ti. Él está ahora mismo en tu habitación, a tu lado, mirándote fijamente y créeme, está vez el Señor Frío será visible y no te va a gustar lo que vas a ver-Alex comenzó a sollozar- Tengo miedo Francisco, mucho miedo. No puedo seguir aquí, tengo que irme. Solo recuerda no abrir los ojos al despertar. Por lo que más quieras, NO abras los ojos. -¡Alex, espera, no te vayas!-Suplicó, desesperado de miedo, a su amigo de la infancia. -Tengo miedo Fran. No abras los ojos. Él está ahí, esperándote. Alex se desvaneció en el callejón mientras Fran sentía como iba despertando, como su alma vibrara en su cabeza para sacarlo de ese mundo, como su cuerpo volvía del sueño. Pero, por suerte, recordó el consejo de su amigo. Consiguió permanecer con los ojos cerrados, reprimir el instinto natural de abrirlos, a pesar de notar al Señor Frío justo delante de su cara. Podía sentir y oír su aliento, gélido, grave y putrefacto. Todos y cada uno de los pelos de su cuerpo comenzó a erizarse a la par que un horrible dolor punzante invadía su cráneo. Pero, tras largos minutos de tensión, la presencia despareció. Fran se levantó, ya seguro de que estaba solo, con las manos temblorosas y la dentadura dándole fuertes golpes por culpa de las sacudidas que el miedo le ocasionaba. Sobra decir que el corazón parecía querer huir de su pecho con cada latido que daba. Se acordó también de su amigo de la infancia, Alex, que en el sueño se le presentaba como un chico de su edad. Sin dudarlo, llamo a sus padres, miró en internet, buscó en las páginas amarillas... e hizo todo lo humanamente posible hasta que, por fin, dio con el número de los padres de Alex. Apuntó el teléfono y se quedo jugando con el en sus manos, meditando sobre si lo de anoche fue real o no, sobre si valía la pena molestar a esa familia por una pesadilla sin más. Finalmente, el joven cogió el teléfono y marco el número que tenía escrito en un trozo de papel en sus sudadas manos. Lo cogió la madre de Alex y reconoció su voz, de la que se alegró de escuchar. Él la saludo, le preguntó como iba todo y ella hizo lo mismo. Fue entonces cuando decidió preguntar por su hijo. A la pobre madre se le cortó la voz y sollozó un poco antes de poder continuar hablando. Por lo visto, sufrió un ataque al corazón mientras dormía, a pesar de que nunca se le hubiera diagnosticado ningún problema coronario. Además, Alexis siempre fue conocido por ser uno de los chicos más saludables de su barrio; ni fumaba, ni bebía, ni comía porquería. Era deportista y cuidaba su dieta. Fran le dio el pésame, se despidió de forma educada y, tras colgar, se sentó en el suelo con su espalda apoyada en la pared y lloró durante un largo rato. Pasaron dos años después de estos acontecimientos y en todo ese tiempo el estudiante se convirtió en una persona solitaria, paranoica y nerviosa. Sus pocos amigos de la zona le veían cada vez menos hasta que ya no se acordaban de cuando fue la última vez que supieron de él. Ya casi no iba a las clases. Un día, los vecinos de Fran alertaron del mal olor que se originaba en el piso del joven desde hace unos días. La policía acudió hasta allí e intentó hablar con él desde el otro lado de la puerta. Al no recibir respuesta alguna tras un largo rato, decidieron tirar la puerta abajo. El olor era aun peor y provenía de su habitación. En ella sólo encontraron un cuerpo empezando el estado de descomposición y con los ojos abiertos de par en par. La causa de la muerte fue una parada cardíaca. Feliz PostHalloween y, recordad; no abráis los ojos. Él está ahí. Buenas noches.
Posted on: Fri, 01 Nov 2013 19:54:00 +0000

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