¿Cuándo tuvo lugar el Concilio Vaticano II? El Vaticano II fue - TopicsExpress



          

¿Cuándo tuvo lugar el Concilio Vaticano II? El Vaticano II fue abierto por el Papa Juan XXIII el 11 de Octubre de 1962. Juan XXIII murió el año siguiente, pero su sucesor Pablo VI continuó el Concilio y lo concluyó el 8 de Diciembre de 1965. ¿El Concilio duró más de tres años sin interrupción? El Concilio Vaticano II comprendió de cuatro sesiones de menos de tres meses, entre los cuales los obispos regresaban de sus diócesis. La primera sesión (del 11 de Octubre al 8 de diciembre de 1962), la única que perteneció al pontificado de Juan XXIII, no promulgó ningún documento: en ella se dedicaron sobre todo a desechar el trabajo de la Comisión preparatoria. ¿Cuál es el lugar del Vaticano II entre los otros Concilios? El Vaticano II fue el vigésimo primer concilio ecuménico. Éste fue, en cuanto al número de participantes, el más importante de toda la historia: dos mil obispos se reunieron en él. ¿En que difiere el Vaticano II de los concilios anteriores? El concilio Vaticano II declaró no querer ser más que un concilio “pastoral”, que no define las cuestiones de fe, pero que da directivas pastorales para la vida de la Iglesia. El concilio renunciaba a la definición de dogmas y, así, a la infabilidad que corresponde a un concilio. Así pues sus documentos no son infalibles. ¿Cuáles son los objetivos ordinarios de un concilio? En su convocatoria al primer concilio del Vaticano, Pío IX indica que los concilios generales fueron convocados sobre todo “en épocas de grandes crisis, cuando todo género de calamidades se establecen en la Iglesia y en los pueblos”. Todos los concilios ecuménicos del pasado fueron convocados para acabar con una herejía (es particularmente el caso de los siete primeros), o para corregir un mal que dominaba entonces (simonía, cisma, corrupción del clero, etc.). Pío X resume así las principales funciones de un concilio: «Decidir con prudencia y sabiduría todo lo que podría contribuir a definir los dogmas de la fe a condenar los errores que se expanden insidiosamente, a defender, iluminar, explicitar la doctrina católica, a conservar y aumentar la disciplina eclesiástica, a fortalecer las costumbres relajadas de los pueblos». ¿Entonces nunca hubo un “concilio pastoral” antes del Vaticano II? Todos los concilios de la iglesia han sido pastorales. Pero lo han sido definiendo los dogmas, desenmascarando los errores, defendiendo la doctrina católica y luchando contra los desórdenes disciplinarios y morales. La originalidad del Vaticano II fue el querer ser “pastoral” de una nueva manera, rehusándose a definir dogmas, a condenar los errores e incluso a presentar la doctrina católica de defensiva. ¿El Vaticano II no promulgó documento dogmáticos? El vaticano II promulgó dieciséis textos: nueve decretos, tres declaraciones y cuatro constituciones. Entre éstas, a dos se les llama “constituciones dogmáticas”: Lumen Gentium (sobre la Iglesia) y Dei Verbum (sobre la Revelación). Esto no significa que ellas hayan proclamado dogmas o que sean infalibles, sino solamente tratan de un asunto que se relaciona con el dogma. El Vaticano II se negó a definir cualquier cosa de manera infalible; Pablo VI lo señaló explícitamente,el 12 de enero de 1966, algunas semanas después de su clausura: Dado el carácter pastoral del Concilio, éste evitó proclamar de manera extraordinaria dogmas afectados de la nota de infalibilidad. ¿La pastoralidad del Vaticano II se caracteriza por la adaptación de la Iglesia a nuestro tiempo? Todos los concilios han adaptado la Iglesia a su tiempo. Pero lo han hecho anatemizando los errores de su tiempo, sancionando las desviaciones disciplinarias o morales de la época, armando a la iglesia contra sus enemigos. La adaptación no pretendía conformarse con el siglo, sino resistirlo mejor. No se trataba de agradar al mundo, sino de afrontarlo y de vencerlo para agradar a Dios. Juan XXIII y Pablo VI buscaron, al contrario, hacer a la Iglesia seductora para el hombre moderno. ¿Cuáles fueron las peticiones de lo protestantes y francmasones? En septiembre de 1961,el Cardenal Bea se reunió secretamente en Milan con el pastor Willem A. Visser´t Hooft, secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias, (organismo de origen protestante, masonizante). La libertad religiosa fue uno de los temas más importantes de la entrevista. Más tarde, el 22 de julio de 1965, en la víspera de de la última sesión conciliar, el mismo Consejo Ecuménico de las Iglesias publicó la lista de sus siete exigencias fundamentales en materia de libertad religiosa. Todas fueron satisfechas por el concilio en el documento Dignitatis Humanae. ¿Qué conclusiones se pueden sacar de esta política de apertura dirigida por el concilio Vaticano II? Resulta claramente que el Vaticano II no fue un concilio como los otros. Los textos que promulgó, frutos de un “dialogo” con el mundo, son más textos diplomáticos o “publicitarios” (destinados a dar una buena imagen de la Iglesia) que textos magisteriales (que enseñan con autoridad y precisión las verdades de la fe). Ninguno de estos textos es en sí, infalible. El CONCILIO FAVORECIÓ LA CRISIS EN LA IGLESIA ¿Cuál fue la influencia de este concilio sobre la crisis en la Iglesia? Las fuerzas liberales y modernistas que minaban ya la Iglesia lograron meter la mano en el concilio Vaticano II. Así pues, se puede decir que el Vaticano II fue la chispa que hizo estallar una crisis que se preparaba ya desde hacía mucho tiempo en la Iglesia. ¿A cuándo se pueden remontar los orígenes de ésta crisis? San Pío X constataba ya en la encíclica Pascendi que el modernismo ya no era un enemigo exterior de la Iglesia, sino que ya había penetrado al interior, aunque sus adeptos ocultaran todavía sus verdaderas intenciones. ¿El Papa San Pío X no combatió vigorosamente a estos modernistas? San Pío X combatió enérgicamente el modernismo; sus sucesores hasta Pío XII lo hicieron también, con más o menos vigor; pero no pudieron realmente vencerlo. La encíclica Humani Generis de Pío XII, que condena lo que se llamó la “nueva teología” (en 1950), fue exteriormente aceptada, pero en realidad despreciada por muchos. Se continuó interesándose en las tesis condenadas, y en las casas de formación, se animaba a los futuros sacerdotes a hacer lo mismo. ¿Se puede decir que el concilio Vaticano II fue una revolución en la Iglesia? Que el concilio fue una revolución en la Iglesia, algunos de sus defensores lo proclaman ellos mismos. Así el Cardenal Suenens [lo mismo que Joseph Ratzinger afirmo en su libro "Memorias". Nota del Editor] hizo un paralelo entre el concilio y la revolución francesa, diciendo que el Vaticano II había sido el 1789 en la Iglesia; el padre Yves Congar, teólogo conciliar, comparó el concilio con la revolución bolchevique: “La Iglesia hizo pacíficamente su revolución de octubre”. LOS OBISPOS LIBERALES Y SUS TEÓLOGOS DOMINARON EL CONCILIO ¿Cómo metieron la mano los liberales en el concilio? Gracias al apoyo de Juan XXIII y de Pablo VI, las fuerzas liberales y neomodernistas introdujeron en los textos del concilio un gran número de sus ideas. Antes del concilio, la Comisión preparatoria había preparado con esmero esquemas que eran el eco de la fe de la Iglesia. Sobre estos esquemas la discusión y el voto se debieron haber apoyado, pero fueron rechazados durante la primera sesión del Concilio y reemplazados por nuevos esquemas preparados por los liberales. ¿No hubo defensores de la doctrina tradicional en el concilio? Hubo, en el Concilio, un grupo de alrededor de 250 a 270 obispos decididos a defender la Tradición de la Iglesia. Terminaron por formar el Coetus Internationalis Patrum. Pero por otro lado, ya estaba constituido y perfectamente organizado, un grupo de cardenales y de obispos liberales al que se le llamó la Alianza Renana. Éste nombre viene del hecho de que los dirigentes de éste grupo liberal eran casi todos obispos de diócesis que se encontraban a orillas del río Rin. Este grupo inundaba a diario al Concilio de hojas mecanografiadas, en las cuales se decía a los obispos en que sentido debían votar [cosa jamas vista, e increiblemente permitida, en ningun otro concilio. La novedad asi como su audacia, lograba que padres desprevenidos votaran en esa misma direccion. Nota del Editor]. Es por eso que un periodista, el padre Ralph Wiltgen, pudo titular su libro que relata el Concilio: El Rin desemboca en el Tíber. ¿Los innovadores eran la mayoría? Como toda revolución, el Vaticano II no fue dirigido por la mayoría, sino por una minoría activa y bien organizada. La mayoría de los obispos estaba indecisa e igualmente lista para seguir a los conservadores. Pero cuando vieron que los dirigentes de la Alianza Renana eran los amigos personales del Papa y que algunos de ellos (los Cardenales Döpfner, Suenens y Lercaro) habían sido incluso nombrados moderadores del Concilio; los siguieron.
Posted on: Tue, 17 Sep 2013 10:42:12 +0000

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