CÓMO FUE QUE NOS GRADUAMOS DE PAÍS DE "INGRESO ALTO" SIN SALIR - TopicsExpress



          

CÓMO FUE QUE NOS GRADUAMOS DE PAÍS DE "INGRESO ALTO" SIN SALIR DEL SUBDESARROLLO. Por : Gabriel Palma PARTE 5 Más aún: imagínense que mañana volviésemos a tener en Chile un régimen “autoritario” (da escalofrío sólo pensarlo), uno capaz de bajar el salario mínimo en forma significativa y capaz de hacer eso sin mayor resistencia popular; esto es, al menos en el corto plazo, bajar los salarios sin mayor efecto en los niveles de producción. ¿Qué efecto tendría eso en la brecha entre las dos formas de medir nuestro ingreso por habitante? La respuesta paradojal es que si el ingreso se mide en términos de “paridad de poder de compra”, tendría el efecto perverso de subir el ingreso chileno por habitante. La razón es obvia: si el precio de la mayoría de los servicios es un mark-up, o margen sobre los costos de producción, lo más probable es que yo terminaría pagando aún menos por mi taxi al aeropuerto, mi peluquero, mi dentista, mis exámenes médicos, mis ida a restorán, el lavado del auto, la costurera, etc. Y el cuento de los economistas y políticos neoliberales, aquellos que se encuentran en ambos conglomerados políticos, sería sin duda que ese aumento en el ingreso por habitante PPP reflejaría un aumento en el bienestar nacional… Para el Guinness Book of World Records, sección tomadura de pelo. Para ser más precisos, esa trampa reflejaría un aumento en el bienestar de unos pocos, y en el malestar de la mayoría. Por tanto, si se empeora la distribución del ingreso, sube el ingreso nacional, versión PPP; y si se mejora en forma significativa, caemos bajo la vara mágica de los US$ 20 mil por habitante -y dejamos de ser país de ingresos alto… Es como decirle a un equipo de fútbol que si continua jugando mal, o mejor aún, si juega peor, puede continuar jugando en primera división; pero si trae a Bielsa y empieza a jugar bien, cae a segunda división. ¡Lo más lógico que hay! Aún para cuento de economista, se pasó de la raya. Muchos de esos cuentos de economista, como diría Sartre, son de mala fe –“mala fe” no en el sentido corriente en el cual se usa este concepto, sino en el que él lo usa (mauvaise foi): esto es, el de contar cuentos no sólo para convencer a otros, sino también con el fin de auto-convencerse a si mismo. Y el hecho de que la percepción económica hegemónica en Chile tenga esas características se demuestra en la forma unidimensional como se celebró nuestra graduación a país de ingreso alto (en términos PPP) -tan unidimensional como si hubiésemos celebrado a la Sub 20 ganar el mundial en Turquía. El resto, como nos advierte Carlos Peña en una de sus columnas, son majaderías “de profesor universitario”, de aquellos que pueden descarriar el programa centrista de Bachelet. Aquellas “personas que viven en medio de una inconsistencia: tienen más capital cultural que económico [en esto, me declaro culpable]. Son trabajadores de la industria cultural, profesores universitarios, gimnastas de la reflexión”. El problema básico de muchos economistas de la Concertación, o de la Nueva Mayoría, es que en su “renovación a marcha forzada” se olvidaron del mensaje fundamental de Wittgenstein en materias de políticas públicas: ¡la necesidad de mantener el sentido de urgencia! En cuanto al bullado anuncio del presidente del Banco Mundial, hay que entender que éste sólo indica que la élite económica, en términos de capacidad de consumo, tiene un nivel de vida aún mejor de lo que muestran las cifras en dólares corrientes. Para los tres cuartos de los chilenos, el cuento es otro. Cuando la brecha entre las dos mediciones del ingreso por habitante desaparezca, entonces la gran mayoría del pueblo chileno también podrá festejar una subida del ingreso nacional en términos PPP. Mientras tanto, el 1% tiene un nivel de ingreso de élite de país desarrollado y tiene, además, su consumo subsidiado en forma adicional por los bajos precios de los servicios -cuyos precios son de país subdesarrollado. Como ya decía en otro trabajo (ver), en Chile sólo las capas medias viven en un país de ingresos medios. ¿Y el resto? Unos pocos en el paraíso terrenal neoliberal; la mayoría, en las tinieblas del neoliberalismo global -con su persistente “atraso salarial”. Y para la élite, los del numerador, en lugar de pagar salarios que correspondan a país de ingresos medio-alto, unos que ayuden a igualar la medición del ingreso entre los dos tipos de dólar, le es mucho más entretenido pagar salarios de país de ingresos bajo y mantener la demanda efectiva (fundamental para su acumulación), prestándoles a los trabajadores la diferencia -a tasas de interés de país subdesarrollado. En resumen, el envoltorio en el cual se presentó la noticia de que el ingreso por habitante en Chile pasó la marca de los US$ 20 mil en términos del PPP, por su paradoja, no debería ser para la gran mayoría más que otro cuento de los economistas ortodoxos. Hay tantos más: la educación superior gratuita es una locura; la mala distribución del ingreso se debe sólo a problemas en el acceso y calidad de la educación; “la piñata de bienes públicos” (como la llamo yo) no tiene nada que ver con nuestra gran desigualdad en la distribución de ingreso y su persistencia (ver columna); terminar mañana mismo con la pobreza en Chile, con un subsidio monetario a lo “bolsa-familia”, es algo que no podemos financiar (aunque costaría menos del 1% del PIB); si se les cobra un royalty de verdad a las mineras privadas, tendríamos una estampida en la inversión extranjera; hay que regalar, en lugar de licitar, los derechos de pesca; es perfectamente normal que continúe un sistema de concesiones para inversión en infraestructura en el cual se asignan miles de millones de dólares sin licitación competitiva; el libre movimiento de capitales “suaviza” el ciclo del consumo; los controles de capital son, por definición, ineficientes (ni Ken Rogoff, ¡economista de Chicago y del IMF!, piensa eso); si la mayoría de las pensiones privadas no dan ni siquiera para tener un nivel de vida sobre la línea de la pobreza, es porque la gente no le pone suficiente esfuerzo; el mejor mecanismo para proveer de salud a la mayoría es el mercado; para que el “capitalismo” funcione hay que tener a los ricos contentos, con derecho a hacer lo que quieran, cuando quieran y como quieran, etc. En fin. Hay tantos cuentos donde escoger, que este episodio de la graduación de Chile como país de alto ingreso merece cerrarse como corresponde: “y pasó por un zapatito roto, que mañana les cuento otro”.
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 11:12:53 +0000

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