"... Definitivamente tenía que hablarle porque al verla con esa camisa haciéndola lucir como una abeja me hizo pensar en la miel que derrochábamos años después. Y tenía que hablarle aquel día porque su cabello húmedo me hizo pensar en aquellas grandiosas mañanas cuando ella me despertaba después de su baño matutino con ese mismo largo cabello mojándome la cara, asfixiándome como una almohada de agua. Claro estaba. Tenía que llamar su atención, acércame y hablarle porque el color café de sus ojos me hizo recordar el fabuloso olor a tierra mojada que disfrutábamos en la puerta de nuestro hogar cuando contemplábamos llover y reíamos al ver a las personas correr y saltar como chapulines sobre estanques más profundos de lo que imaginábamos. Ese día tenía que hablarle. Y tenía que hablarle porque su sonrisa como rayos de sol me remonto a los días de parque, de brazos entrelazados, de helados derretidos; días de mariposas, días de fuentes y de comidas frescas como lechugas. Todo estaba listo. Era la única gran oportunidad de acercarme a ella y robarle una sonrisa como todas aquellas que con mis ocurrencias y tonterías me regalaría después de una noche de baile, de rosas de semáforo; noches de recados en servilletas, noches de terremotos… de incendios. Una sonrisa más. Estuve frente a ella. Era hermosa. Definitivamente tenía que hablarle. Entonces levante la mirada que en realidad debería ser una mirada contraria, profunda. Pero nunca miré al suelo. Dí media vuelta y seguí mi camino porque recordé también con su mirada y su sonrisa mis noches sin ella. Noches de oscura debilidad, de ojos llorosos y de un corazón negro y roto. Mentiras y Venganzas. Definitivamente tenía que hablarle pero está vez, al igual que las otras veinticinco lo hice en silencio.
Posted on: Fri, 30 Aug 2013 17:23:46 +0000
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