Dr. Luis Papagno “Curso para un Parto con Amor” Ed. “De - TopicsExpress



          

Dr. Luis Papagno “Curso para un Parto con Amor” Ed. “De los Cuatro Vientos” Bs.As Capitulo 15.- Julio 28.- 6ta. Reunión. Un grupo de parejas que ya han tenido hijos comentó sus sensaciones al enterarse de la presencia del embarazo. Lo más importante es que los varones se atrevieron a narrar sus experiencias. Hablé sobre las motivaciones que llevan al embarazo. Hablamos también sobre las dificultades que tienen los varones para expresar sus emociones. Hice hincapié en los determinantes sociales - Hola soy German buenas noches... ¿cómo están? - Bien Doctor... bah, un poco movilizadas... - ¿Por qué? - ¿Por qué?¿Le parece poco lo que hablamos la ultima reunión? - ¿Que hablamos? ¡ah, si! sobre el inicio del parto. - ...sobre el dolor y el temor en el parto... - Bueno, también hablamos de eso, pero... eso no asusta a nadie. - ¿En que quedamos? Se la pasó hablando del miedo y como altera a la embarazada y ¡ahora dice que no asusta a nadie...! - Me explico. Digo que no asusta porque el resumen final de la experiencia es positivo. Muy sencillo: nadie repite una experiencia voluntariamente sino ha habido saldo favorable. Mas aun, acá, entre Uds. seguramente hay chicas que ya han parido otras veces, ¿o me equivoco? Estoy absolutamente seguro que ninguna de ellas cambiaría su estado actual por otro. Juan Pablo paseó su mirada por el grupo y encontró mas de una cara de asentimiento. - Bien, mientras entramos en calor, invito a una de Uds. que ya ha sido mamá, a que nos cuente su experiencia ¿qué les parece? - ¿Puedo yo? - dijo Silvia. Juan Pablo se alegró de verla en el grupo, sabía de su temor y su ansiedad por los estudios que ambos estaban esperando, pero ella igual participaba como una más. - Adelante, Silvia, cuente Ud. - Todo empezó en diciembre de hace algunos años – largos – durante mi chequeo anual. Estaba sentada en la sala de espera del consultorio. Me había llevado para leer una carta que mi hija María escribió... “Querido Papá Noel: Quiero un trencito con música, un osito angeloso y una...” Tuve que interrumpir la lectura. Era mi turno. Yo se los cuento como lo viví... perdonen. - Siga, Silvia. - El Doctor amablemente me saludó, mientras yo extendí mi mano con un sobre cerrado. Son el resultado del chequeo, le dije. -“A ver...” Con una pequeña espada dorada, abrió el sobre. Los minutos para cambiarme y ponerme esa bata rosada se hicieron interminables. Me acosté en la camilla, mis piernas temblaban, estaban rígidas. Mientras realizaba un tacto, con la otra mano apretaba mi vientre por todos lados. Lo observaba minuciosamente intentando leer el mínimo gesto. Aún lo recuerdo; yo, recostada en la camilla y él, parado a mi derecha. - “¿Qué fecha fue tu última menstruación?” - “Fue el 4 de diciembre, hace un poquito más de 15 días, seguro que estoy ovulando... respondí ansiosa.” -“ Silvi, - apoyó su mano en mi vientre y dijo - estas embarazada. “ - El tiempo se detuvo. Todo quedó inerte. Sólo esa palabra: EMBARAZADA, EMBARAZADA, EMBARAZADA... sonaba allá lejos haciendo eco. Sólo lo escuché. “- No puede ser” - dije casi con enojo. .-“Silvi, estas embarazada de por lo menos dos meses “ repitió calmo. -“ No puede ser, te estás equivocando “- repetía sin sentido. - “Voy a pedirte todos los estudios... “ Sólo existían dos pensamientos: EMBARAZADA, al que le acompañaba NO PUEDE SER... Todo el trayecto a casa pensé que era una burla de la vida. Que no me podía estar pasando esto. Mi matrimonio no estaba pasando por su mejor momento, y ahora esto... era una señal ¡qué sabor agridulce! María corrió a mi encuentro preguntándome si había leído la carta para Papá Noel y si pensaba que le iba a traer todo lo pedido, ya que ella se había portado muy bien. Atinadamente le respondí que no sabía, que seguramente sí. Caí desplomada en el sillón del living, y con mi único pensamiento a cuestas volví a leer:” Querido Papá Noel, quisiera un trencito con música, un osito angeloso y una hermanita de verdad que se llame Marugenia, para poder jugar.” Ellas tienen hoy 17 y 14 años. Son lo mejor que me ha pasado en la vida y se los hago saber. Saben que la vida es un portento. Y que nosotras, las mujeres tenemos la bendición de hacer realidad esa maravilla. - Bueno, bueno, que tal... ¿alguien más quiere participar su experiencia? - Yo, Doctor. Me llamo José Luis. - Bárbaro. Adelante... - El 6 de enero a las 13.10 nació Julián. Nuestro primer hijo. Mientras lo miro, no puedo dejar de evocar todas las sensaciones que pasaron por mi vida, cuando Rosa - en ese momento mi novia - me dijo que estaba embarazada. Quedé paralizado. No sé si me gustó. Creo que no. Un embarazo que no estaba en nuestros planes y que adelantaba todo lo que en algún momento proyectamos a largo plazo. Mientras lo miro, me mira y recuerdo el miedo que nos invadía - no al embarazo, sino a cómo íbamos a encarar el tema con toda la familia - quizá algunos piensen ¡estamos en el siglo XXI!, pero para muchas familias como las nuestras, del interior del país, un acontecimiento así no está bien visto. Hicimos un segundo test para asegurarnos y nuevamente el POSITIVO nos empujaba a dar la noticia. Hablamos primero con los padres de Rosa y les dije que nos casábamos. Luego viajamos a decirle a los míos que iban a ser abuelos y que nos casábamos en julio. Siempre pienso que si para mí - siendo hombre - marcó un antes y un después, que fuerte debe ser lo que siente una mujer simplemente al comenzar a intuir que puede haber un embarazo. Mientras lo tengo en mis brazos, siento que es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y no importa que muchos de nuestros planes se hayan postergado porque quizá algún día se concreten. Sé que si bien fue un hijo no esperado, en ningún momento fue un hijo no querido. Aprieta fuertemente mi dedo, creo que una comunión divina me une a él, como si supiera lo que pienso. Lo imagino ya creciendo. Cuando me llamen del colegio o cuando me diga: ¡viejo, vas a ser abuelo! Pero yo ya le dije: mirá Julián que no quiero más sorpresas... - José Luis acaba de contarnos su experiencia, lo que es doblemente importante: en principio, porque es un varón quien lo hace y después, porque se atreve con un tema casi tabú: el hijo aceptado, pero no buscado. Por mi experiencia, les diré que casi son mayoría. ¿Alguien más tiene algo para contarnos? -........................................................ - Bueno, enton.... - Perdón Doctor. Yo tengo algo para contar... - Adelante... tu nombre es... - María Elena. Cuando me enteré que estaba embarazada no lo podía creer; pero ya lo sabía. Había tenido múltiples indicios previos, desde haber abrazado mi panza inconscientemente antes de irme a dormir hasta mis sueños con nuestro bebe, varón, aun no nacido, pero ya se llamaba Augusto. El más hermoso de todos... Pero igualmente, lloré. Lloré desesperadamente y caminé errante. Lloré porque sabía que no podíamos tenerlo. Ambos recién nos conocíamos y aunque el amor que nos unía era inmenso, no hubiéramos podido sobrellevar todas las vicisitudes del camino... Ahora, que lo cuento, parece una pesadilla, no me imagino que hubiera pasado si no hubiese tenido el apoyo de mi familia. Falta poco para el parto, días, quizás. Pero aun tengo miedo, no se olviden que soy una mujer grande, ¡que sé yo lo que va a pasar en el parto! Ya sé que tengo dos chicos, pero... hace tanto de eso... Ni siquiera puedo atenderme con el mismo Doctor de siempre, ya no está en mi obra social. Por favor Doctor, no lo teme a mal. Tanto Ud. como el Dr. Ernesto me parecen muy confiables y capaces de contenerme, pero, entiéndanme. - Te entiendo perfectamente... ¿para cuando es tu fecha de parto? - En tres semanas, Doctor. - Espero no defraudarte, entonces... Un breve silencio precedió a la siguiente pregunta. - Doctor, ¿puedo contar lo que sentí yo, como varón, así como lo hizo José Luis? - ¡Por supuesto! ¿Tu nombre...? - Adrián. Cuando me enteré, sentí que mi boca se puso seca de golpe; me costaba articular las palabras. El peso del mundo cayó sobre mí. Pedí permiso para ir al baño. Buscaba tiempo pare recomponerme. Me miré al espejo. Parecía que mis canas se reían de mí. ¡Ser papá a la edad de ser abuelo! No sabía si mi piel estaba amarilla por la luz del baño o porque mi sangre se me fue a los pies. Mi corazón latía con fuerza y rápido. No quise dejar mas tiempo sola a Paula. Ella me reclamaba algo. Yo lo sabia. Pero no sabia qué. No sabía que decir. Los hombres nos sentimos – por lo menos yo - ¡tan tontos en esas circunstancias! Estaba sin trabajo y los ofrecimientos quedaban en promesas. Ya cuarentón, no me llevaba el mundo por delante como en mi juventud... ¿o sí? Mire: tenía un lío en la cabeza... que digo en la cabeza... acá, en el pecho tenía el lío. No sabía que era eso que sentía dentro de mi pecho que me hacia sentir que la vida se había acordado de mí y que no sólo me permitió conocer a... el amor de mi vida - que está aquí a mi lado - sino que también me permite sentir cosas que nunca ante había sentido. De pronto, me sentí Superman. Otra vez me llevaba al mundo por delante. Que sé yo... me siento inmortal... perdonen Uds. pero no puedo seguir hablando... Por suerte, Analía acudió con su testimonio en ayuda de Juan Pablo, porque éste tampoco podía hablar. - Si no se ríen de mí, yo les cuento algo... - ................................................... - Me desperté esa mañana y tuve nauseas. Durante todo ese día no pude concentrarme en nada. Sólo esperaba impaciente la tarde. Salí del trabajo, pasé por la farmacia y fui directo a casa. Después de hacerme el test lo llamé al trabajo. Ninguno de los dos sabía que decir. El atinó a preguntar que había pasado y yo trataba de imaginar que todo era una pesadilla. ¿Que hacemos? Era la pregunta que estallaba en mi cabeza. ¿Cómo sucedió? ¿Que falló? ¿Cuándo pasó? ¿Cómo nos pudo suceder a nosotros? ¡No puede ser! Esperemos mas tiempo. El test debe estar vencido... Dios mío, y ahora... ¿qué? - -¿..................................? - No entienden nada, ¿verdad? ¡Era un sueño! Me pasó hace pocas noches, cuando comenzamos a hablar del parto. Me parecían tan nítidas las imágenes, las palabras de Jorge, que no podía creer que él estuviera durmiendo a mi lado, sin saber siquiera lo que yo estaba sintiendo; las sabanas estaban todas revueltas, así que ¡imaginen la cantidad de vueltas y vueltas que habré dado! Me toqué una y mil veces la panza para cerciorarme que mi bebe estaba allí. Más que nunca deseé sentir sus “patadas”, pero el “desgraciadito” me hizo sufrir, hasta que ¡por fin se hizo sentir! Casi lo llamo, doctor. No lo hice porque era de madrugada. Ud. y algunas de las chicas saben lo que me costó este embarazo, tantas frustraciones y por fin se me dio. ¿Se imagina la angustia? Además, parece que yo soy la única que sueña. Cuando Ud. nos dio para leer esa nota sobre líquido amniótico, placenta, el cordón y... -El útero. - ¡Eso, el útero! Bueno, yo también soñé que ellos me venían a hablar ¿se acuerdan? - Si. Fue hermoso tu sueño. Pero, volviendo al tema. ¿Porque no me llamaste? - La verdad... ¡tenía miedo que se riera de mí! ¡Ni siquiera a Jorge se lo conté! Por la cara de Jorge, era verdad que recién se enteraba... - No te enojes... Después de todo, había sido solo un sueño, pero... ¡era tan real...! -Propongo un descansito, cinco minutos, nada mas... lo necesito- dijo Juan Pablo - .................................................
Posted on: Tue, 12 Nov 2013 22:14:39 +0000

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