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EN NUESTRO PAÍS EL DESARROLLO DEBE SER POR MEDIO DE LA INTERCULTURALIDAD. Si vemos en las imágenes y estudiamos la historia de las sociedades, pareciera que ellas han venido caracterizadas por una relación de exclusión, en menor o mayor grado, dependiendo eso del nivel de desarrollo de la dimensión mágico-religiosa o mítica y de la dimensión material que ha venido logrando cada cultura humana a lo largo de su historia. Resulta admirable, por eso, que durante los últimos cinco década, muchas sociedades organizadas en países, hayan tomado distancias con respecto a la exclusión, manifestando razones legales, antropológicas hasta filosóficas y religiosas contra la misma. En algunos países se han dado avances. Así, frente a la exclusión, se ha tomado un claro y explícito partido por la “inclusión”. En el Perú, algunas Universidades dan curso de “inclusión”. Veamos, pues, si en efecto, la inclusión es tan contraria a la exclusión, tal como se dice y por la que se ha tomado partido por ella “dejando” de lado la exclusión. Por eso, primero veamos por qué se rechaza a la exclusión y qué es esta. “La exclusión” significa quitar a alguien o algo del lugar que ocupaba. El término clave para comprender la exclusión es “quitar”. Esto quiere decir que “A” le quita algo a “B” o “B” le quita algo a “A”. No significa, pues, que “A” y “B” comparten algo, sino uno de ellos le quita algo al otro. Uno, pues, resulta ser quitado. Por ejemplo, Dawing le quita algo Marisol. De hecho no le quita al enamorado o a algo material, pues, no hablamos en ese sentido. En el ejemplo anterior, notamos que, es Dawing quien le quita algo a Marisol. Ahora, no se sabe qué es ese algo. Dejemos para más tarde. Pero lo que tiene que quedarnos bien claro, con este ejemplo, es que cuando Dawing le quita algo a Marisol, se da una exclusión. Ahora bien, si la exclusión, de acuerdo al concepto que presentamos anteriormente, no es sólo “quitar algo a alguien”, sino además desplazarlo del lugar que “alguien” ocupaba antes, resulta que ese lugar podemos entenderlo como “estado natural”. Resulta esto muy controvertido, tema sobre el cual (nos referimos al “estado natural”) grandes personalidades se han visto seriamente cuestionado. Los más atrevidos, entre estos algunos juristas, niegan que exista semejante estado natural para con los seres humanos. Sin embargo, nosotros entendemos por “estado natural”, pues, a la situación en la que una cultura se haya libre de la influencia de otras culturas. Entonces, el “estado natural” no es algo estático, anclado en el “Edén” o en el “todo pasado fue mejor”, es un estado dinámico. Así, el “estado natural” no niega el desarrollo de la cultura, al contrario, lo admite pero dentro de un camino libre o antes de la influencia de otras culturas. Entonces, una cultura que practica la exclusión, tal como acabamos de exponer, negará o desplazará el “estado natural” de otra cultura. Consecuencia de esto han sido los conflictos, las grandes guerras armadas, etc. Esa exclusión, vista en letras mayores, como diría Platón en la investigación sobre dónde se da la justicia y la injusticia, en el plano social, pues, se traduce cuando un grupo humano o a una persona le quita algo o le niega lo inherente a esta otra cultura o persona (inherente que nosotros hemos planteado como 2estado natural”), le quita algo que le hace como tal. En este caso, le quita o le niega la dimensión mágico-religiosa o mítica. Cuando decimos “le quita”, no decimos que el otro se queda con eso, que se apropie, sino niega en reconocer es dimensión cultural de una cultura, pero, ¿para qué?, pues, nada menos y nada más que para dar lo suyo. Esto, a lo largo de la historia, se dio mediante conquistas, en la actualidad no ha variado mucho pero esta se manifiesta de manera mucho más sutil. De ese modo lo excluye, pues, cuando lo rechaza, le niega, cuando no le atiende como tal a la otra cultura o a la otra persona (que no sea parte de la misma cultura, para ser más preciso sobre lo que nosotros entendemos por “exclusión”). Entonces, la otra o el “otro” (tal como entiende por este Levinas), ya no existe. Si se deja subsumir, sí existe, pero, en apariencia, pues existe en tanto ha perdido la propia dimensión mágico-religiosa o mítica y ha asumido la misma dimensión pero de otra cultura. ¿Qué sana conciencia cabe ahí tanto en el uno como el otro? ¿Qué paz interna y externa se puede darse ahí o cabe esperar? ¿Qué ideal divino cabe esperar allí donde hay que autonegarse ya no tan no voluntariamente sino por imposición explicita como antes, sino mediante una imposición cada vez más sutil? A este fenómeno, llamado exclusión, pues, no se puede confundir con la exclusión en el sentido de selección, donde también se excluye, aquí hablamos de la exclusión en otro sentido. La exclusión en el sentido de selección significa descartar a los competidores cuando antes ya tuvieron la misma formación pero que, en la fecha de la competencia, no logran la meta. Hay una exclusión en el sentido de selección, pero, como reiteramos, nosotros aquí no hablamos en ese sentido de exclusión. Hablamos de una exclusión más fuerte pero más difícil de saber, que opera de manera más profunda, que incluso, se torna tan normal, una exclusión que incluso envilece a la persona. Es, a ese tipo de exclusión que ejemplificamos entre Dawing y Marisol, a la que la mayoría de las sociedades actuales, al menos en nuestro país, lo rechaza tajantemente, puesto que carece de fundamento legal, antropológico, filosófico y religioso. Además, se rechaza a ese tipo de exclusión porque no es acorde al desarrollo de la humanidad, sino que al contrario, crea una inseguridad, lo que, a la vez, genera un clima social bastante conflictivo, problemático y de inestabilidad política, por generarse dentro de un mundo, como en nuestro país, pluricultural y multilingüe. No obstante, ¿será cómo se han tomado partido la “inclusión” la alternativa frente a esa exclusión? Entonces, ¿qué es la exclusión para que tanto partido gane frente a la exclusión? Primero, no hablamos de inclusión ahí donde dentro de una misma dimensión mágico-religioso o mítica, pues, a los “minusválidos”, “a los niños y a las niñas especiales”, de una misma cultura se les trata con “igualdad y respeto”, tal cual es el ideal para los casos normales. Ni ahí cuando en un aula cuyo público es Multilingüe, el educador o la educadora, tiene que enseñar inclusivamente. No hablamos en ese sentido de “inclusión”. Dicho camino común que requiere actual humanidad, será posible mediante la relación de coexistencia entre las Naciones indígenas y no indígenas (al menos en el Perú), basado en la búsqueda del horizonte común mediante la interculturalidad, la interculturalidad que es quizá un aporte de las naciones indígenas a la humanidad y no de la “globalización”, pues esta parece más de “ampliar el consumo a un escala mayor y más sofisticada, además de sus aportes positivos, pero ella resulta ser contraria a la perspectiva de la interculturalidad, al menos, tal como la explicamos en este escrito. Po eso, este siglo veintiuno, es un reto real para la humanidad; en nuestro país (para hablar desde un ambiente familiar) es un reto tanto para las naciones indígenas como para las no indígenas. Lo revisado, por ejemplo, de la tradición, para superar el fatalismo histórico y asumido de manera crítica y (auto) reflexiva de lo positivo logrado hasta ahora por la humanidad; haciendo un esfuerzo común, (entre las partes) basado en la coexistencia entre las diversas naciones, posibilitaría, en verdad, a que se dé la búsqueda de horizontes mediante la interculturalidad real, verdadera y democrática que permita un equilibrio, paz y desarrollo verdadero en el presente y futuro de la especie humana en este planeta tierra. Esto implica también preocuparse del planeta mismo que lo habitamos, porque si no nos preocupamos, por ejemplo, de otros seres vivos, como son los animales, plantas, etc., cómo podríamos asegurarnos la vida si somos seres dependientes. Dependemos del agua, de la tierra, del aire, de otras personas, de otras culturas, etc, para ser lo que somos, para realizar nuestras vidas. No olvidemos de esta realidad, de lo contario, podríamos pagar muy caro. Ante un incierto futuro, tal vez, de deliberada autoeliminación, resulta muy importante tomar en serio lo que a lo largo de este escrito hemos podido explicar. He aquí tomo la postura de la cultura Awajun, pues, tiene que aprender de otras culturas es la administración de la economía y formalización de su organización política, social y jurídica. Es en ese sentido que el verdadero Aents waimaku tendrá que, si bien no lo sea igual como lo era antes ni renuncie del todo a los ideales de ese estilo de vida, dar respuesta, contando con la conciencia del pasado a los problemas del presente y proyectarse, de manera mucho más sabia y real, hacia el futuro. La interculturalidad, en nuestro país, entre naciones indígenas y no indígenas define a nuestra identidad d ser peruana o peruano. Pareciera que después de muchos tanteos y errores, hemos descubierto el lenguaje que nos permitirá forjar una convivencia e interrelación para un verdadero desarrollo, y que hasta ahora hemos sido un país multilingüe y plurinacional, un tanto egoístas. Pero con la actual conciencia, vayamos firmes hacia un desarrollo verdadero e integral de este país que tanto, todos los peruanos y todas las peruanas, amamos. Lenin tsajuput anguash.
Posted on: Mon, 07 Oct 2013 02:17:21 +0000

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