¡ESPERAR ME DESESPERA! Eran días desafiantes y en ocasiones - TopicsExpress



          

¡ESPERAR ME DESESPERA! Eran días desafiantes y en ocasiones agotadores para mi cuerpo. Había llegado muy ilusionado con mi familia desde mi país Puerto Rico para establecernos, y hacer realidad nuestros sueños en los Estados Unidos. Durante mi estadía en Tampa, Florida, tuve que realizar algunas labores que no contemplaba en mis planes, pero debía realizarlos para traer sustento a mi casa. Desde lavar inodoros, limpiar mesas, instalar sistemas de calefacción hasta reemplazar lozas, alfombras (Carpetas) y recortar césped. Ante la incertidumbre en una ciudad desconocida y con la resignación sobre mis hombros, comencé a desesperarme. No podía entender por qué todo se complicaba. No hallaba la manera de controlar los sucesos y acontecimientos que disolvían mis fuerzas. La capacidad para generar ideas y la capacidad de proveer eran una utopía. Sin entender cuál sería entonces el propósito de Dios conmigo, decidí desesperarme. Si, así mismo como lees, perdí la esperanza. Había renunciado a esperar. Reposar en la Palabra que Dios había sembrado en mi corazón años antes de llegar a la tierra desconocida, era mi única inspiración. Decidí pedir ayuda al Cielo y literalmente grité “Esperar me Desespera”. A los pocos minutos de terminar mi llanto y tiempo de oración y meditación, llegó a mi teléfono un mensaje electrónico, que consideré como la respuesta de mi Padre Celestial a mi desesperación. Siempre estaré agradecido del paisano que tuvo la sensibilidad y el valor de enviarme este divino mensaje en medio de mi angustia. Hoy puedo celebrar la bendición de haber esperado y dominar la desesperación. Ahora puedo ayudar a otros que tal vez aún viven desesperados. A continuación les presento la historia de EL HELECHO y EL BAMBU. Un día un ser humano dijo: “Decidí darme por vencido. Renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi espiritualidad, quería renunciar a mi vida”. Fui al bosque para tener una última charla con Dios. “Dios”, le dije: “¿Podrías proveerme una buena razón para no darme por vencido?”, su respuesta me sorprendió. Él me dijo: “Mira a tu alrededor, ¿Ves el helecho y el bambú?”. “Sí”, respondí. “Cuando sembré las semillas del helecho y del bambú, las cuidé muy bien. Le di luz y agua, el helecho creció rápidamente. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla del bambú. Sin embargo no renuncié al bambú. En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante. Y nuevamente, nada creció de la semilla del bambú, pero no renuncié al bambú”, dijo Él. “En el tercer año, aún nada brotó de la semilla del bambú, pero no renuncié”, me dijo. “En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla del bambú, no renuncié. Luego en el quinto año una pequeña rama salió de la tierra, en comparación con el helecho era aparentemente muy pequeña e insignificante, pero sólo 6 meses después el bambú creció a más de 100 pies de altura. Se la había pasado cinco años echando raíces, aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir. No le daría a ninguna de mis creaciones un reto que no pudiera sobrellevar”. Finalmente, me dijo: “¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces? No renunciaría al bambú, yo nunca renunciaría a ti. No te compares con otros. El bambú tenía un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos eran necesarios y hacían del bosque un lugar hermoso”. Terminó su enseñanza diciéndome unas palabras que jamás olvidaré: “Tu tiempo vendrá. ¡Crecerás muy alto!”. “¿Qué tan alto debo crecer?”, pregunté. “¿Qué tan alto crecerá el bambú?”, me preguntó en respuesta. “¿Tan alto como pueda?”, indagué. Espero que estas palabras finales puedan ayudarte a entender que Dios nunca renunciará a ti como tampoco renunciará a mí. Nunca te arrepientas de un día en tu vida. Los buenos días te dan seguridad, los malos días te dan experiencia. Ambos son esenciales para la vida. *La felicidad te mantiene Dulce. *Los intentos te mantienen Fuerte. *Las penas te mantienen Humano. *Las caídas te mantienen Humilde. *El éxito te mantiene Brillante. *Pero sólo Dios te mantiene Caminando. Con todo mi corazón deseo que puedas “Esperar sin Desesperar” como lo declara y afirma SALMOS 37:1-7. Rafael Ángel Pérez
Posted on: Tue, 03 Sep 2013 21:49:59 +0000

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