El Choque Fue como despertar de pronto algo confundido. Las luces - TopicsExpress



          

El Choque Fue como despertar de pronto algo confundido. Las luces azules de la policía incomodaba la vista, la bulla de la gente que gritaba agredía mi cabeza, y en todo ello distinguí alguien llorando. Fue cuando me percate de la presencia robusta que me hablaba, reconocí a la autoridad que tras ponerme su mano sobre mi hombro, me decía: “¿Cómo se siente? ¿Me entiende?” Hice un gesto que todo estaba bien evitando pronunciar una palabra mientras me alejaba de mi ex-nuevo Volvo. Lo mire y pensé que era increíble sobrevivir a tan destrozado coche. Poco a poco la molestia que sentía y el ruido se fue alejando en la medida que creí entender lo sucedido. Supuse que estaba saliendo de un estado de shock o algo parecido. Cada paso que daba parecía caminata lunar. A lo lejos se acercaba rengueando desde un camión un gordito de baja estatura. Su rostro resaltaba ira, y con cada expresión que hacía, en su cara describía rabia, cólera, enojo y furia. De pronto quebró el silencio diciendo: “¡Claro, allí esta! Manejar a toda velocidad con tremenda nave, seguro que se siente dueño de las pistas”. Yo no podía creerlo, me estaba echando la culpa, ¡A mí! ¿¡Que se había creído? Opte por quedarme callado, puesto que aun no me recobraba del todo. Busque a la autoridad queriendo encontrar en ella sustento de mi posición, cuando aquel regordete volvió a rebuznar: “Don Pedro, ¿qué vamos hacer ahora? No me diga que se va a dejar influenciar por el Dior del estirado ese y su corbata de seda”. Me sentí indignado con aquel comentario, y cuando quise responder, don Pedro en gesto calmado soplo a su debo pidiéndome silencio. Miro al rechoncho y dijo: “Cuéntame tu historia”. “He manejado por todo el país por casi 20 años sin tener nunca un accidente” dijo con orgullo el rollizo. “Hoy ha sido una jornada dura puesto que la carga que traigo en mi camión viene de la selva, y son quince horas de manejo. Y fíjese que estando justo a 30 minutos del depósito, al llegar al cruce del semáforo que decía amarillo, A M A R I L L O…” deletreo en tono punzante, virulento y mordaz aquel ser de gran circunferencia. “…pise el freno a penas vi al meteoro ese” menciono mirándome con desprecio y continuo tras una breve pausa: “Nada pude hacer. Ahora si mi compadre el Chacho hubiese regulado los frenos antes de salir de Jaén, menos pior nos hubiéramos golpeado” concluyo. Don Pedro me miró cediéndome el turno: “Para mí fue un excelente día hasta el choque. Cerré el negocio de mi vida y venia de la celebración”. Rápidamente me percate que metí la pata, yo me puse en una situación incómoda, por ello agregue: “solo he tomado un par o tres copitas de vino, nada más”. Inmediatamente continúe intentando no dar pie a ningún comentario: “Venía a 60 kilómetros por hora, velocidad permitida en esta zona” mencione en tono firme y seguro mirando a la autoridad. “El semáforo estaba en verde al llegar al cruce, y eso lo tengo muy claro porque antes de cambiar el CD de música lo constate” concluí. Don Pedro miro el semáforo y dictamino: “Aquí todos tienen su ración de responsabilidad. Mirando al corpulento chofer continuo: “Usted ha manejado muchas horas y agotado está. También intentó ganar la luz ámbar acelerando, muy mala elección. ¿No cree que hubiese sido mejor reparar los frenos antes de manejar su camión?” Fijo su mirada en mi rostro y continuo: “Es cierto que la máxima velocidad permitida en esta avenida es hasta 65 kilómetros por hora, sin embargo usted por precaución debió de sobre-parar en el cruce. ¿No cree que fue negligente distraerse y cambiar su disco? Esas dos o tres copitas han contribuido en hacer más lenta su reacción, esta relajado y ahora vemos las consecuencias. Por último, el semáforo esta malogrado, amarillo en forma permanente en un lado y verde en el otro. Las autoridades también tienen que responder”. Me percate recién que ya no había luces, no había sonido, no voces, no gente. No tenía dolor, frio o calor. La furia, el miedo y sarcasmo me habían dejado, y de pronto todo pasó a un segundo nivel. En ese extraño escenario solo me salió un tímido: “Don Pedro…” El me interrumpió frotando su frondosa blanca barba diciendo: “Señores, dos cosas: la primera es que aquí ya hemos terminado y deben seguirme. La segunda, por favor dejen de decirme don Pedro, mi nombre es San Pedro”. FP
Posted on: Thu, 25 Jul 2013 06:18:03 +0000

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