El agua cubría de nuevo ya la cintura, pero continuó avanzando aterido de frío. La cabeza le daba vueltas y los dedos todavía sangraban. Solo el temor le obligaba a progresar y olvidarse del terrible dolor que le invadía. Se dio cuenta de que la caverna tenía final en una abertura que subía y bajaba, introduciéndose y abandonando sucesivamente nuevos laguillos. Le pareció entrever, además, unos escalones excavados en la piedra. ¿Escalones? Dejó atrás el líquido helado y prosiguió su avance con la tea cerca del fin; el horror a la oscuridad regresó a su mente inocente. No escuchaba ya al monstruo, aunque eso no significaba que no estuviera cerca, acechando. Apretó los dientes y aceleró el paso por túneles y aberturas cada vez más estrechos. Varias veces estuvo a punto de pisar huesos esparcidos, pero afortunadamente no los vio. De pronto los muros se estremecieron y parte del techo se desplomó cerca de él. Fragmento de La leyenda del bosque que nunca existió
Posted on: Sun, 03 Nov 2013 21:09:55 +0000
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