El camino de Jesús -la subida a Jerusalén, que ocupa en Lc desde - TopicsExpress



          

El camino de Jesús -la subida a Jerusalén, que ocupa en Lc desde el cap. 9, 51 hasta el 19- es también el camino de todos los cristianos. El domingo pasado nos lo describía Lc como un camino de misericordia: el buen samaritano. Hoy y el próximo domingo nos lo propone como un camino de oración. Lo que Jesús quiere decir con esta manera de hablar es muy sencillo: Jesús dice a Marta que no se moleste demasiado, que no intente lucirse como suelen hacer todas las amas de casa cuando tienen algún invitado, que cualquier cosa que tenga es suficiente para comer, que ha venido a verles para hablar con ellos de Dios y de su Reino, y esto es lo que importa de la vida. Jesús no desautoriza la acción. El domingo pasado es la vida activa la que Jesús alaba en el buen samaritano. Para Jesús no hay oposición entre acción y contemplación: pero todo debe tener su raíz profunda en esa escucha atenta de la Palabra de Dios. Así, podemos llegar a ser «contemplativos en la acción» o «activos en la contemplación». Lc hace de María un modelo de discípulo de Jesús en razón de la escucha de la Palabra. Este es el objetivo central del texto, lo que Lc quiere inculcar a sus lectores. Debemos dejar a un lado esas interpretaciones ya superadas del texto evangélico en las que se hacía del mismo una argumentación en favor de la vida contemplativa y en detrimento de la «vida activa». Incluso una mística tan reconocida como santa Teresa dice con su habitual gracejo, que, si todos hiciésemos como María, Jesús se quedaría sin comer. No se deduce del evangelio esa interpretación falsamente mística y piadosa que contrapone a las dos hermanas y hace de Marta el símbolo de la vida activa y de María el símbolo de la vida contemplativa. Lc presenta a María en la postura clásica del discípulo, es decir, sentada a los pies del Maestro. Era la forma común de comportamiento entre los alumnos de los rabinos: los alumnos se sentaban en tierra a los pies del maestro. El mismo Pablo nos lo dice cuando relata su aprendizaje escolar «a los pies de Gamaliel» (Hch 22, 31). Pero fijaos qué oposición tan radical de esta actitud: una mujer a los pies de Jesús escuchando su Palabra, con el dicho rabínico de la época: el que enseña la Torá -la Ley- a una mujer, le enseña necedades. Sentido del texto. A la luz de lo dicho anteriormente aparece clara la finalidad doctrinal o catequética de Lucas en este pasaje. La enseñanza se encuentra formulada en el v. 42: Una sola cosa es necesaria. ¿Qué cosa es ésta? La escucha de la palabra del Señor (cfr. v.39). La contraposición de Marta y María no es a nivel de vida activa y vida contemplativa sino a nivel de escucha o no escucha de la Palabra. No se contraponen dos formas de vida sino dos actitudes que pueden darse en una misma forma de vida, sea ésta activa o contemplativa. La escucha de la palabra de Jesús es una exigencia fundamental del amor a Dios. Esta exigencia de escucha es tanto más imperiosa cuanto que a veces damos la sensación de organizar el mundo a partir de nosotros mismos y no de Dios. Este evangelio presenta claramente la necesidad de valorar la escucha de la Palabra de Dios. Es una llamada clara e imperiosa a escuchar con atención la Palabra de Dios. Para el cristiano es completamente necesario ponerse a los pies de Jesús y escuchar con calma su Palabra. Es imposible vivir como cristiano sin escuchar tranquilamente a Dios. Una tarea que, en principio, todos estamos de acuerdo en reconocer su importancia, pero que en la práctica, ya no es tan frecuente que lo vivamos. La Palabra proclamada y escuchada en cada Misa es ya el primer encuentro con Cristo realmente presente, pero saber ser discípulos de Jesús es también seguir en actitud de escucha en toda la vida, incluso fuera de la celebración. La oración del cristiano empieza, no con palabras nuestras, sino sabiendo escuchar la Palabra de Cristo.
Posted on: Thu, 18 Jul 2013 03:58:05 +0000

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